El Valle

YO SOY SAN QUINTÍN

lunes, 20 de mayo de 2019 · 00:00

Perfectibles

Sobre el tema de garantías individuales refiriéndose a su propia obra, alguna vez don Ignacio Burgoa escribió “Nunca obra humana es perfecta, sino constantemente perfectible”. El jurista mexicano, defensor acérrimo de nuestra Constitución, a quien alguna vez tuve el honor de presenciar en una magistral ponencia sobre ese tema, gracias a mí alguna vez mentor, entonces jefe y ahora distinguido amigo el lic. Osvaldo Medina, quien me permitiera acompañarlo a dicho evento allá a la cálida capital cachanilla, hace algunos ayeres.

Hago la referencia, por el contexto en el que de una forma muy simplista por no decir burda, se han estado omitiendo los procedimientos para determinar la voluntad popular sobre el interés social.

El gobierno mexicano acaba de publicar hace unos días la reforma laboral que entre otras cosas pone a las autoridades mexicanas en el plano en el que se requiere formas, procedimientos y mecanismos legales que procuran una justicia para la clase trabajadora mucho más eficiente que la actual.

Unos de los aspectos más importantes de esa reforma tiene mucho que ver con el desarrollo de nuestra región. Hablo de la Libertad de Asociación, poniendo especial atención a la forma en que habrán de designarse a quienes ostenten la representación de los trabajadores en los sindicatos frente a la representación patronal y las autoridades laborales.

Estas importantes decisiones deberán dejar en el desuso a la forma de aprobación a “mano alzada” y será entonces mediante el voto directo y secreto, así igual que cualquier otro proceso que se digne llamar democrático. (Dicho sea de paso, que alguien le avise al presidente que por eso es incongruente, que no es políticamente correcto y mucho menos bien visto, y que ofende a la inteligencia de “su pueblo” tomar decisiones trascendentes para la vida nacional, sustentándolas con consultas populistas a mano alzada).

Volviendo a nuestro punto. Un gran reto representa y una extraordinaria oportunidad tenemos frente a nosotros en la reforma en cuestión. Ahora que los sindicatos están obligados a convertirse en órganos de representación real que procuren la mejora continua de las condiciones laborales, sin afectar o mejor dicho impulsando la productividad de las fuentes laborales.

Por su parte los productores, de igual forma, tienen la ocasión de empatar sus acciones, las que desde siempre han hecho en favor de las comunidades en las que radican; las que llevan a cabo, en razón de los programas y certificaciones de Responsabilidad Social implementados en sus empresas desde hace varios años; y ahora que se facilita, las que pueden sincronizar en esta dinámica que establece el cambio en la norma laboral, en conjunto con quienes celebran sus respectivos contratos colectivos y sobre todo directamente con sus colaboradores.

A los trabajadores les viene muy bien poder ser parte activa de esta nueva forma de organización entre los patrones, los sindicatos y sus colaboradores. Si usted lo quiere ver así, es un “mal necesario”, en el que se nos presentan las condiciones que permiten la posibilidad de realizar un papel activo en ese juego que siempre se ha visto ajeno y muy pero muy lejano, en el que en muchos de los casos el trabajador es el que menos conoce y más ignora los términos y condiciones de esos contratos. Y retomo las palabras de Burgoa, si creemos que está mal, podemos arreglarlo; si está bien, pues mejorémoslo.



 

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