Algo de México en EEUU

Numerosos vestigios de indígenas y de antiguos pobladores mexicanos se encuentran al otro lado de la frontera
sábado, 30 de agosto de 2014 · 22:09
En el actual territorio de los Estados Unidos existen numerosos vestigios de parte de la historia de México. Recordemos que hacia mediados del siglo XIX fuimos despojados de más de la mitad de nuestro territorio original, pero a pesar del paso del tiempo, es imposible borrar ese pasado que nos sigue uniendo a lo que fue nuestro y que en cierta forma lo sigue siendo. Sitios arqueológicos, culturas indígenas, huellas hispanas, misiones, etc. Es mucho lo que da de esas raíces compartidas. Nuestra tierra tiene un origen común con lo que hoy son los estados de Nuevo México, Arizona, Colorado, Texas y California, entre otros estados de los estados Unidos.

Cerrillos y la ruta de la turquesa
El lomerío de Cerrillos se encuentra actualmente en las cercanías de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México. En el Cerro principal, llamado "Chalchihuitl” existió una gran mina de turquesa que fue explotada durante casi mil años por los antiguos indígenas de la región llamada por los arqueólogos Oasisamérica y que cubría buena parte del noroeste de México y suroeste de los Estados Unidos. La turquesa era el mineral que más apreciaban estos grupos indígenas, así como los de Mesoamérica y gracias a ello se fue desarrollando un intercambio comercial alrededor de este mineral que permitió el florecimiento de varias culturas oasisamericanas, como los Anasazi y los Mogollón, entre otras, que florecieron principalmente en los actuales estados de Nuevo México y Colorado y Chihuahua, en México. Gracias al comercio con este mineral, desde los siglo VIII y IX se abrieron rutas que unían a Oasisamérica con Mesoamérica, llegando estas incluso hasta los mayas de Yucatán y de Centroamérica. La explotación minera en Cerrillos fue especialmente intensa entre los siglo XI y XII, y concluyó hacia fines del siglo XVII, cuando los españoles reconquistaron Nuevo México.

Cañón del Chaco y Mesa Verde
Hubo en el Cañón del Chaco, Nuevo México, una importante comunidad que se benefició fuertemente con éste comercio, ya que ahí la turquesa era trabajada finamente para elaborar distintos adornos y piezas mágicas que eran adquiridas en los principales centros urbanos de Mesoamerica. Cañón del Chaco es un sitio impresionante y su historia y desarrollo están muy ligados a Mesoamérica. Su mejor época la tuvo entre los siglos XI y XIII, y para el siglo XIV Chaco fue abandonado. Igualmente la comunidad Anasazi de Mesa Verde, en Colorado, también se benefició de este comercio y durante muchos años, entre los siglos XI y XIV Oasisamérica floreció. En nuestros días aún podemos ver los vestigios de estas dos antiguas ciudades, muy ligadas a la evolución cultural de Mesoamérica. 

Cíbola y las Siete Ciudades
Luego de 135 días de marcha y más de 2 mil 500 kilómetros recorridos desde Compostela, hoy en Nayarit, Francisco Vázquez de Coronado y su grupo de 340 españoles llegaron a un antiguo poblado de indios Zuni llamado Hawikuh, pero que el franciscano fray Marcos de Niza identificó como el mítico reino de Cíbola, la capital de las Siete Ciudades de oro. Era el 7 de julio de 1540. Vázquez de Coronado no encontró oro ni ninguna de las fábulas que perseguía, pero si realizó bastantes exploraciones muy al norte de la Nueva España, hasta alcanzar las llanuras de Arkansas. Durante los siglos XVI y XVII la búsqueda de los mitos fue una de las motivaciones para explorar el norte de México. Actualmente del antiguo pueblo de Hawikuh solo quedan ruinas. Fue destruido por los apaches en 1672, cuando ya era la misión franciscana de La Purísima Concepción de Hawikuh. Los indios zuni hoy viven en la comunidad de Zuni Pueblo, Nuevo México, a pocos kilómetros de Hawikuh. La visión de las ruinas de Hawikuh nos transportan a ese tiempo de los mitos y los reinos perdidos y su historia está mucho más ligada a nuestro país, que al de los Estados Unidos donde se encuentran.

Los inicios de Nuevo México
Habiendo partiendo de Santa Bárbara, Chihuahua, en abril de 1598 don Juan de Oñate funda la gran provincia de Nuevo México, a orillas del río Bravo. Continúa hacia el norte y en julio establece el pueblo de San Juan de los Caballeros, el cual al poco tiempo cambia al otro lado del Río Grande pero con el nombre de San Gabriel. Fue aquí donde estableció la primer capital de Nuevo México, la que en 1610 fue cambiada a Santa Fe, pocos kilómetros al sur, en donde sigue hasta la fecha.
En nuestros días ya no se ven vestigios de San Gabriel, la antigua capital de Nuevo México, pero se conoce el sitio exacto, en las cercanías de la comunidad de los indios Okhe de San Juan Pueblo y a un lado del río Grande. Una sencilla placa señala el sitio. Los indios Okhe aún guardan el recuerdo amargo de la conquista emprendida por Oñate, quien fue cruel y represor contra los ancestros de esta comunidad. No les interesa promover el recuerdo de Oñate y se han negado a que se hagan excavaciones arqueológicas o se levante una estatua del conquistador. El sitio solitario evoca los recuerdos de ese tiempo violento, doloroso, en que se estaba formando una nueva región, al que durante dos siglos y medio fue parte de México.

La firma de Oñate
En octubre de 1604 don Juan de Oñate, el fundador de Nuevo México, partió de su provincia en busca de la costa del Pacífico. Alcanzaron el río Colorado y descendieron hasta su desembocadura en el Mar de Cortés, a donde llegaron en enero de 1605. Con esta entrada Oñate buscaba una salida al Pacífico de la provincia por el gobernada. A su regreso, un poco antes de llegar a la capital de Nuevo México Oñate acampó en una gran peña llamada El Morro. Ahí dejó una inscripción grabada en la roca que dice "Pasó por aquí el adelantado don Juan de Oñate en el descubrimiento del Mar del Sur, a 16 de agosto de 1605”.
Actualmente la peña de El Morro es un monumento nacional de Estados Unidos. Empezando por Oñate más de dos mil viajeros han dejado una inscripción en esta roca, por lo que es un rico testimonio del antiguo camino real que unía a Nuevo México con la ciudad de México. Además existen ahí mismo una serie de petrograbados, anteriores a la firma de Oñate, lo cual hace más valioso este patrimonio. En lo personal fue emocionante ver la inscripción de Oñate, ya que el sitio, muy bien preservado en su esencia natural, transporta ese pasado en que toda esta región empezaba a ser fundada.

Santa Fe y sus esencias mexicanas
Muy cerca del centro histórico de Santa Fe, Nuevo México se localiza el viejo templo católico de San Miguel. Se trata del templo más antiguo que hay en el actual territorio de los Estados Unidos. Fue construido entre 1605 y 1610 por indios tlaxcaltecas bajo la dirección del misionero franciscano fray Alonso Benavides, en lo que en aquel tiempo se llamaba Barrio de Analco. Hay que recordar que buena parte del norte de la Nueva España fue colonizada por indios tlaxcaltecas junto con españoles, quienes aportaron una gran ayuda en la expansión hispana. El templo fue muy afectado durante la revuelta de los indios pueblo, en 1680 y reconstruido entre 1693 y 1710. Su fábrica es muy sencilla y su arquitectura es la típica del llamado estilo Santa Fe. Se trata de un recuerdo más de las raíces hispanas y mexicanas de esta gran región.
De hecho todo centro histórico de Nuevo México presenta profundas raíces hispanas, las que claramente se aprecian en su arquitectura original, la cual combina elementos mexicanos, españoles e indígenas de la región.

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