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Adiós, Señorita Supermán

Lectora voraz desde pequeña, y visitante asidua de los cuentos de hadas, Regina Swain dejó un breve pero luminoso legado en la literatura de Baja California
domingo, 11 de septiembre de 2016 · 00:00
María Eugenia Bonifaz de Novelo/COLABORACIÓN
Ensenada, B. C.

Regina Swain vive en la memoria de todos quienes la conocieron y quisieron. Vive en sus letras, en su entrega al mundo del arte que fue su pasión desde niña. 

La recuerdo como una chiquita precoz, que demostraba que en ella había algo más que una mente despierta e inquieta. A los 14 años me presentó unas poesías que me asombraron. Inocentemente, quería saber si yo creía que ella podía escribir. 

Mi emocionada respuesta, al ver la profundidad de su pensamiento, fue: "Sin lugar a duda”. Supe que, de perseverar, llegaría lejos, muy lejos, y llegó.

Nos ha dejado su corazón y alma en sus letras. Fue fiel al don que Dios le dio y no me despido de ella, sólo le digo un "hasta luego, nos veremos más allá, en las estrellas...”.

Por fortuna, la Universidad de Colorado, Colorado Springs y la Universidad Autónoma de Baja California, a través de Édgar Cota Torres y José Salvador Ruiz Méndez, en su libro "En Voz Propia-In Their Own Voices” (2014) entrevistaron a escritores bajacalifornianos, entre ellos, a Regina. Dicha entrevista bien merece ser compartida para apreciarla aún más como persona y escritora.

Señorita Regina Superman
¿Cómo fueron tus inicios en la literatura? ¿Cuál fue tu primer acercamiento con las letras? ¿Cuándo empezaste a leerla y posteriormente a escribirla?

Mi mamá es una gran lectora. Para interesarme en la lectura me compró dos libros cuando tenía ocho años: "La cabaña del tío Tom”, de Harret Beecher Stowe y "Mujercitas” de Louisa May Alcott.

Me dio "La cabaña del tío Tom” y me dijo que si me gustaba el libro y si me portaba bien, me daría el otro. Terminé Tío Tom en una semana, pero me costó tres semanas más ganarme el segundo. 

"Mujercitas” fue catártico ,y me inició en lo que considero mi adicción más cara: la lectura. Muy pronto estaba gastándome todo mi domingo en libros y rogándoles a mis papás que me compraran más: gasté una fortuna en la colección de Nancy Drew. 

Leí todos los clásicos infantiles: "La isla del tesoro”, "Dos años de vacaciones”, todo lo de Julio Verne y todo lo de Louisa May Alcott, que es un gran legado aunque sólo sea reconocida por "Mujercitas”. Podría seguir la lista, pero es muy larga. 

De más grande, mi mamá me prestó su colección de Los Pardaillán, que leí feliz a pesar del pésimo español al que están traducidos los ocho tomos.

Leí todos los clásicos que encontré en la biblioteca de mis padres, desde Hesse a Rulfo, pasando por Goethe y Vicky Baum. Con cero disciplina.

Más tarde encontré "los libros prohibidos” en un estante de la biblioteca en casa de mis padres. La mayoría eran best sellers de pasta blanda escritos por Sidney Sheldon, ahí estaba "Jaws”, "The Shining”, "Salems’ Lot” y toda la colección de Xaviera Hollander. Y yo no era una lectora que discriminara.

¿Qué conservas de la infancia o la adolescencia en tus textos? ¿Hay alguna influencia, nostalgia, deuda que acarreas hasta tu presente literario?

Los libros de mi infancia y adolescencia me marcaron mucho. Comencé a escribir cuentos de hadas de manera seria.

Recuerdo que al primer taller literario que al que asistí, dirigido por Dolores Bolívar, llevé uno de mis cuentos. Cuando lo leí, Dolores me puso una regañiza. Me dijo que a los 16 años ya debería estar enfocando mi escritura en otra cosa que no fueran cuentos de hadas, pero la verdad es que nunca dejé de escribir cuentos. Solo cambió el contenido. No conocí a Neruda ni a Vallejo ni a ningún otro escritor moderno hasta la universidad.

¿Cómo está presente, si es que lo está, Tijuana en tus textos?
En el caso de Tijuana, la ciudad y su frontera, están presentes casi como un personaje. En ambos casos, Ensenada y Tijuana, casi todas las historias se desarrollan ahí. Las ciudades me sirven de marco para mi narrativa.

¿Con quién o qué dialogas en tus obras? ¿Sientes pertenecer a una tradición literaria? 
En mis textos dialogo conmigo. O más bien, escucho mi voz interior a la hora de escribir y es mi voz interior la que escribe. Algunas personas me han querido colocar dentro de la Generación de la Ruptura. En lo personal, yo me identifico un poco con todas.

¿Cómo es tu relación con tu entorno cultural y literario local, regional y/o nacional? ¿Mantienes relaciones profesionales o de amistad con otros escritores?
Mientras viví en Tijuana sostuve muy buenas relaciones con mi entorno literario local, regional y nacional. Aún conservo muchos amigos del medio en Facebook. Pero desde que me casé y me vine a vivir a West Palm Beach, Florida, mi participación en los encuentros se ha hecho menor cada año.
Tengo 13 años de casada y de dedicarme a mis hijos. Mi pasión por la lectura no ha disminuido, aunque me es difícil conseguir libros en español. La mayor parte del tiempo que he vivido aquí me he dedicado a leer libros en inglés.

¿Cómo aparece la frontera en tu obra? ¿Es una frontera geopolítica, una frontera de géneros, etcétera? 
Es curiosa la pregunta, porque la frontera se experimenta de muchas maneras. Yo pienso que para mí es casi un personaje, pero también es el Joker, el Wild Card, todo lo que necesite que sea, menos una frontera geopolítica. Y he determinado que en mis textos nunca aparezca como eso, porque cuando uno camina por las calles de Tijuana o San Diego se da cuenta de que la frontera no existe más que como una línea punteada en el mapa y en las mentes de los agentes de la migra.

¿Te interesa definirte como escritor fronterizo, norteño, mexicano? ¿Es algo que te preocupa? 
De nuevo esa es una pregunta muy interesante. En mi libro "Ensayos de Juguete” dedico un ensayo al tema porque hubo un momento en la historia de la literatura en Tijuana en el cual los escritores se preguntaron si existía una literatura fronteriza. ¿Existe? Sí, en cuanto a que uno escribe a partir de los referentes de su entorno y su bagaje cultural; y no en cuanto a que no existe un género llamado literatura fronteriza.
Lo de ser escritora norteña y mexicana siempre lo he tomado como un hecho, pero no trato de definir mi literatura a través de ello.

¿Cómo ubicas la literatura bajacaliforniana dentro de la literatura nacional? 
En cuanto a título, no como "literatura bajacaliforniana”, sino literatura de Baja California. Hay una gran diferencia y nos remite de nuevo a evitar una separación de la literatura escrita en la península de la del resto del país. Creo que hay un gran talento y ya muchos bajacalifornianos, empezando por Federico Campbell, han dejado una huella en la literatura mexicana.

¿Como ha incidido tu formación profesional en tus textos? ¿Has usado tus conocimientos, experiencias laborales en tus obras? 
Ha influído de manera definitiva. Cuando trabajé en el Diario Baja California, alrededor de 1991, me mandaron a cubrir la nota roja. Era la primera vez que yo tenía acceso a una computadora. Después de cubrir reportajes sangrientos llegaba al periódico a escribir cuentos para tranquilizarme. Esos cuentos se convirtieron en el libro "La Señorita Supermán y Otras Danzas”, que posteriormente ganó el premio nacional Gilberto Owen para Cuento. Entre mis muchas ocupaciones fui correctora de textos. Eso también se refleja en mi trabajo. Espero.

¿Cómo te enfrentas con el lenguaje en tus obras? ¿Trabajas el lenguaje de forma metódica? ¿Te obsesiona revisar tus textos antes de publicarlos? 
Yo escribo con mi voz interior, por lo que se podría decir que escribo como pienso. En cuanto a la revisión de textos, trabajé como correctora en el Departamento de Publicaciones de El Colegio de la Frontera Norte y más tarde como correctora independiente. Eso me hace revisar mis textos una y otra vez. No los dejo de corregir hasta que están publicados y aún así tengo mis copias llenas de anotaciones y tachas.

¿Cuáles son las influencias estéticas/literarias que informan tu obra (autores, obras, etcétera)? 
Hay una gran influencia del realismo mágico, las tiras cómicas de los superhéroes y los cuentos infantiles.

Si el fin de Supermán se debió en parte a una estrategia de mercado, ¿a qué se debió tu decisión de dejar a tus lectores sin más historias?
Siempre he pensado que el escritor se tiene que nutrir de experiencias que estimulen su imaginación para escribir, y también debe contar con un espacio mental al que pueda acudir para crear.
En mi caso, hice una decisión consciente de dejar mi mundo -Tijuana- y sus experiencias atrás para dedicarme a ser madre. De pronto el centro de mi universe dio un giro, mi espacio mental desapareció y la escritura quedó en segundo plano.

Al construir a tus personajes femeninos, ¿tienes en mente un comentario o crítica sobre el papel de la mujer en una sociedad patriarcal?
Nunca fue mi intención hacer una crítica sobre el papel de la mujer en una sociedad patriarcal, sencillamente recurrí a mi bagaje cultural y mi experiencia de vida para crear a mis personajes femeninos. Cada uno de ellos refleja gran parte de lo que pensaba y vivía en ese momento, salvo en "Sinfonía en M”.

¿Existen diferencias entre tus primeros cuentos y tus textos más recientes?
Lo más curioso es que cuando escribí "¿Qué fue de los superhéroes?” mis personajes femeninos cambian de acuerdo a mis propios cambios. La voz femenina que afirma que quiere marido, pastel de bodas, vestido blanco y recuerditos cursis es irónica. Ahí sí hay una crítica a las mujeres cuya mayor ambición es ser amas de casa; lo irónico es que no mucho tiempo después yo conocí a mi superhéroe y siguió todo lo demás. El cuento resultó profético.

El aspecto lúdico se presenta en la gran mayoría de tus textos, ¿qué papel juega lo lúdico en tu narrativa?
Juega un papel muy importante. Es parte de mi personalidad y es algo que quiero compartir con mi lector. Quiero dejarle una sonrisa. El mundo es demasiado serio

-Nació en Monterrey, Nuevo León, el 9 de abril de 1967; murió en Boynton Beach, Florida, Estados Unidos, el 1 de septiembre de 2016.

-Estudió comunicación en la Universidad Iberoamericana, campus Noroeste. Fue funcionaria del Instituto de Cultura de Baja California. Colaboradora de las publicaciones Comala, Cultura Norte, Communicare, El Nacional, Esquina Baja, y Vida Bajacaliforniana.

-Fue becaria del Fonca, en poesía, 1993, y del Foeca-Baja California, 1994.

-Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen 1992 por "La señorita Superman y otras danzas”.

-Obtuvo el Premio Estatal de Radionovela CAEN-INBA 1997 por "¿Dónde quedó el locutor?”.

-Obtuvo el Premio Estatal de Ensayo Baja California 1998 por "Ensayos de juguete”.

-Títulos publicados: "La Señorita Supermán Revisited” (2012);"La Señorita Supermán y otras danzas”, Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen 1991, editado por el CNCA a través del Fondo Editorial Tierra Adentro en 1993 y reeditado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Baja California en el 2001; "Nadie, ni siquiera la lluvia”, novela corta publicada en 1995 por Casa Editorial Planeta, y "Ensayos de Juguete”, editado por el Instituto Cultural de Baja California en 1999.

-Su trabajo ha sido publicado en numerosas antologías y traducido a varios idiomas, editado en Estados Unidos y Cuba. Recientemente su cuento "La Señorita Supermán y la Generación de las Sopas Instantáneas” se incluyó en el libro de texto Primer Grado volumen II de Español para Tele-Secundarias públicas, herramienta escolar para la enseñanza del Español en todo México.

-En 1994 su trabajo fue incluido en el número de la revista cubana "Casa de las Américas”, dedicado a los "Cuarenta Nuevos Escritores Mexicanos”.

-Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Baja California.

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