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Blanca Nieves sobrevivió a Auschwitz

Sobreviviente al Holocausto, la pintora y animadora Dina Gottliebova tuvo una historia extraordinaria, cruzada por el exterminio nazi y las caricaturas de Walt Disney.
domingo, 29 de enero de 2017 · 00:00
AARÓN COHEN*/ AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Dina Gottliebova llegó al mundo el 21 de enero de 1923, en la ciudad de Brno, en Checoslovaquia.

Nació marcada por el destino. A los 3 años, empezó a dibujar en bolsas de papel que su abuela le daba. Desde ese momento descubrió su pasión por la pintura, y esa misma pasión la llevó a una vida llena de coincidencias y situaciones marcadas por lo insólito.

De espíritu soñador y emprendedor, de adolescente se trasladó a Praga, en donde cursó sus estudios en la Academia de Bellas Artes.

El 15 de marzo de 1939, los nazis invadieron Checoslovaquia, imponiendo una serie de decretos y prohibiciones a los judíos. Los niños ya no podían asistir a las escuelas, y debían portar una estrella amarilla en su ropa. Tampoco podían asistir a cafeterías, cines ni teatros.

Fredy Hirsch, un judío alemán que había emigrado de Alemania en 1935 a Checoslovaquia, quien fungía como líder del movimiento de los boy scouts judíos, logró que el patio de recreo del centro deportivo fuera uno de los pocos lugares en donde los niños judíos pudieran hacer deporte y jugar en un espacio abierto. Ahí, Fredy organizó competencias, campamentos y producciones teatrales para los cientos de niños que asistían, difundiendo entre ellos los ideales de trabajo en equipo, responsabilidad y destreza física.

En 1937, se estrenó mundialmente la película Blanca Nieves y los siete enanos, primer largometraje de animación producido por Walt Disney. A finales de 1939, se estaba proyectando en los cines de Praga, y Dina, desafiando las prohibiciones, se quitó la estrella amarilla de su ropa; entró a un cine y vio la película siete veces seguidas. ¡Quedó completamente impactada! 

En noviembre de 1941 se creó el ghetto de Theresienstadt y, de inmediato, comenzaron las deportaciones de judíos a ese lugar.

La madre de Dina, quien todavía vivía en Brno, recibió un citatorio para ser trasladada al ghetto. Dina, al enterarse de esto, decidió ir con ella voluntariamente. Las trasladaron en trenes regulares el día que Dina cumplió 19 años, el 21 de enero de 1942.

Su primera ocupación fue como voluntaria de enfermera en la barraca hospital. A pesar de las terribles condiciones de vida, se las arreglaba para participar en las actividades culturales que ahí se desarrollaban. Junto a Rosy, su recién conocida amiga, iban cantando y tocando melodías de ópera, de barraca en barraca, para alegrar la vida de los residentes. Representando una tragicomedia en el ghetto: mientras miles de seres humanos morían de hacinamiento, desnutrición y enfermedades, otros trataban de sobrellevar la vida con juego, humor y arte.

Los niños no eran la excepción. La mayoría eran separados de sus padres en cuanto llegaban al ghetto y eran internados en las "casas de niños”. Ahí los educadores se encargaban de enseñar y de montar obras artísticas. La resistencia moral se mostraba de todas las maneras posibles.

Fredy Hirsch era uno de los encargados de la educación, por lo que trató de mejorar sus condiciones de vida. Insistía en que los pequeños debían de ejercitarse y que había que poner especial atención en su higiene en beneficio de su condición, no sólo física sino también psicológica. Éstas constituían la única esperanza de sobrevivir bajo esas condiciones. 

Dina entró a trabajar en el taller de pintura del ghetto, que era dirigido por los SS. Aquí laboraban los pintores judíos más famosos de la época. Los oficiales de la SS les proporcionaban los materiales para que pintaran lo que se les ordenaba; las obras creadas aquí representaban una realidad totalmente falseada y propagandística de lo que realmente ocurría.
Pero la resistencia siempre encuentra formas para dejar testimonio. Los pintores se las ingeniaban para robarse lápices, pinceles, pintura y papel para pintar por las noches y plasmar la cruenta realidad de la vida en el ghetto. 

Dina hacía lo mismo, pero lo que ella pintaba eran motivos de Blanca Nieves y los siete enanos. El embrujo que le había provocado esta cinta la perseguía de una manera fascinante.

CAMPO FAMILIAR BIIB
Todo esto continuó hasta septiembre de 1943, cuando Dina se enteró de que su madre había sido seleccionada para partir el día 7 rumbo al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Se presentó ante las autoridades del ghetto y pidió ser incluida en el transporte junto a su madre. Más de 5 mil personas, con familias completas que incluían a hombres, mujeres, niños y ancianos, iban en ese transporte. Fredy Hirsch también estaba considerado.

El viaje duró tres días. Las condiciones dentro del vagón de ganado eran muy difíciles. Sólo había una cubeta en una esquina para que las personas hicieran sus necesidades. Muchos morían debido al amontonamiento.

Así llegaron a Auschwitz-Birkenau. Arribaron de noche y fueron bajadas a gritos y golpes. Los ladridos de los perros doberman llenaban la noche. Estaban rodeados por guardias de las SS que no cesaban de dar órdenes. Separaron a los hombres de las mujeres y los niños. Les dieron un baño de desinfección, los registraron y tatuaron un número en sus brazos. En sus tarjetas de registro venía escrita la leyenda "6 SB Sonderbehandlung” (tratamiento especial).

Lo extraño es que no hicieron el procedimiento "normal” que hacían con los prisioneros judíos que llegaban al campo, que consistía en hacer una "selección” de los que los nazis consideraban aptos para el trabajo. A estos se les rapaba, tatuaba y se les proporcionaba el uniforme de rayas. Todos los demás, niños, ancianos y mujeres eran enviados directamente a las cámaras de gas.

A este grupo de judíos checos extrañamente se les permitió conservar su pelo y su ropa. Y fueron internados en el "campo familiar BIIb”. 

En esos momentos, Fredy Hirsch pidió a las autoridades que le permitieran hacer una barraca especial para los niños. Increíblemente, aceptaron y le otorgaron la barraca 31.

Inmediatamente, Fredy se dio a la tarea de reclutar maestros para entretener y educar a los niños. Llamó a Dina al bloque y le preguntó si podía pintar un mural en la pared. Ella le contestó que si él conseguía los materiales, lo haría. Al día siguiente, Fredy llegó con todo lo necesario. Pintó el fondo de un paisaje verde con vacas y un barandal estilo chalet suizo. Los niños del bloque, intrigados por lo que Dina estaba pintando, se fueron acercando. De pronto ella volteó a ver a los muchachos y les preguntó: ¿Qué quieren que pinte dentro de este paisaje? Y todos al unísono le contestaron: Blanca Nieves y los siete enanos.

Los astros del universo se volvían a alinear para que Blanca Nieves continuara persiguiendo el destino de Dina.

A los pocos días, un oficial de las SS entró al bloque 31 y vio el mural. Preguntó que quien había pintado esa pared. Le dijeron que Dina Gottlieb, e inmediatamente la mandó llamar. Dina se presentó ante el oficial. Éste la subió en un jeep para llevársela. Al poco tiempo llegaron al "campamento familiar” de los gitanos. Ahí le ordenaron entrar a una barraca. Dentro fue presentada ante Josef Mengele, el famoso doctor que realizaba brutales experimentos pseudocientíficos con los prisioneros para reforzar las teorías raciales nazis.

Mengele había estado tomando fotografías de algunos de los internos gitanos del campo, como parte de su esfuerzo por encontrar evidencia científica de que los no arios eran genéticamente inferiores. No estaba satisfecho con la calidad de las fotografías que tomaban.Le preguntó a Dina si ella era capaz de hacer unos retratos con los colores de piel lo más fiel posible. Si ella trabajaba para él, le salvaría la vida. Ella le contestó que lo intentaría. Dina, en un arrebato de valentía y de coraje, le exigió a Mengele, que si no salvaba la vida de su madre también, ella se suicidaría lanzándose a las alambradas electrificadas. Mengele, sorprendido por el atrevimiento de Dina, le preguntó cuál era el número de su madre. Ella le contestó que no lo sabía pero que su madre se llamaba Johanna Schawl.

Así, empezó a trabajar en la barraca de los gitanos, haciendo retratos de niños, mujeres jóvenes y adultos.

En la enfermería donde Mengele realizaba sus experimentos le ordenaron a Dina hacer bocetos de los cráneos, oídos, narices, bocas, manos y pies de los pacientes.

"Un día, vi a lo lejos una familia de enanos que venían corriendo hacia mi. Eran ‘siete’. Yo no podía creer lo que estaban viendo mis ojos. Era como si mis enanitos del block hubieran descendido del mural y cobraran vida. No pude evitar una sonrisa hacia los enanitos y al mágico número ‘siete’, pero yo no era Blanca Nieves y ellos, eran reales”.

Se trataba de la familia Ovitz, una compañía de artistas judíos proveniente de Rozavlea en Rumania, a los que el doctor Mengele había seleccionado para sus experimentos.

Otra vez Blanca Nieves y los Siete Enanos se encontraban en el camino de Dina. De una manera casi bizarra, el destino le jugaba una broma de tintes surrealistas y continuaba ejerciendo sobre ella su hechizo.
En diciembre de 1943, los niños del bloque 31 montaron el musical: Blanca Nieves en Auschwitz. La obra resultó muy exitosa.
Durante el estreno, aparecieron algunos oficiales de las SS, entre ellos el doctor Mengele. Dina recuerda cómo estos asesinos lloraban al ver la obra y se secaban las lágrimas de los ojos para después salir y continuar su labor de matar a miles de seres humanos inocentes.

EL COSMOS SE ALÍNEA
Dina logró sobrevivir al asesinato en masa en las cámaras de gas, y a la selección y liquidación del "campo familiar”.
El 19 de enero de 1945, Dina y su madre abandonaron Auschwitz-Birkenau en una de las "marchas de la muerte”. Era uno de los peores inviernos de los últimos años y tuvieron que marchar en la nieve y el hielo. A los prisioneros que caían, los guardias de las SS les disparaban en la cabeza. Marcharon por tres días seguidos.

Llegaron al campo de Ravensbruck. Ahí, Dina fue asignada a una fábrica de aviones para pintar números en los tableros de estos.

El 5 de mayo de 1945 fueron liberadas. Dina y su madre regresaron a vivir a un departamento en Praga del hermano de su mamá.

Ahí estuvieron por un año y, debido a los rumores de que los comunistas iban a tomar el poder en Checoslovaquia, decidieron irse a París, donde Dina entró a estudiar arte.

Vio un anuncio en el periódico de la Warner Brothers, que solicitaba un animador. Al llegar la entrevistó Art Babbitt y Dina se convirtió en su asistente.

Lo que resulta verdaderamente asombroso e increíble era que Art era uno de los animadores de la película "Blanca Nieves y los siete enanos”. 

Otra vez el cosmos se había alineado para que las circunstancias coincidieran y el destino de Dina le llegara inevitablemente guiado por fuerzas desconocidas.

Luego de seis meses, contrajeron matrimonio y se mudaron a la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos. Ahí tuvieron a sus hijas Michele y Karin.

Después de 11 años de matrimonio, Dina entró a trabajar como animadora a varias compañías. En estas empresas ilustró personajes como el "Pato Lucas”, el "Coyote” que perseguía al "Correcaminos”, "Speedy González” y al "Cap’n Crunch”.

Dina y Art duraron casados 14 años y se divorciaron debido a las infidelidades de Art. Pero el destino a veces juega bromas de una manera inexplicable. La persona con quien Art le era infiel resultó ser la bailarina que los estudios de Disney contrataron para ser la modelo de "Blanca Nieves” para la película.

Anne Marie Dina Gottliebova fue una mujer valiente, artista sensible, luchadora incansable que no se detuvo ante nada ni ante nadie por salvar su vida y la de su madre.

La película Blanca Nieves y los siete enanos marcaría para siempre su existencia, persiguiéndola de una manera misteriosa y fascinante.

Dina falleció el 29 de julio de 2009 a la edad de 86 años. Blanca Nieves y los siete enanos lloraron por su cómplice y compañera secreta, con quien compartieron uno de los capítulos más trágicos en la historia de la humanidad.

*El autor es productor y documentalista.

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