Raíces

A 483 años del descubrimiento de Baja California

Uno de los grandes esfuerzos de Hernán Cortés fue la exploración del océano Pacífico. Entre los resultados destaca el descubrimiento de la península de Baja California y su deseo de colonizarla
domingo, 8 de enero de 2017 · 00:00
Carlos Lazcano Sahagún/Colaboración
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Hernán Cortés, el conquistador de los aztecas y fundador de México, tiene varios aspectos de su vida muy poco conocidos y por demás interesantes. Uno de ellos fue su gran esfuerzo por explorar el océano Pacífico, al que dedicó veinte años, mucho más que a la conquista azteca. Entre los resultados de sus registros por el Pacífico destaca el descubrimiento de la península de California, hoy Baja California, y de su intento, el primero de muchos, por colonizar dicha tierra.

Fue en 1529, en España, que Cortés firma con la Corona una serie de capitulaciones por medio de las cuales se le autoriza para explorar y poblar las islas y tierra firme de la Mar del Sur, nombre con el que se conocía al Pacífico en aquel entonces. A su regreso a México, Cortés habilita sus astilleros en Tehuantepec, así como puertos en Acapulco y Manzanillo, iniciando la construcción de los barcos que le servirán en sus registros de la parte norte del Pacífico mexicano. 

Las navegaciones que estuvo enviando Cortés despertaron la ambición de mucha gente, ya que gracias a su prestigio muchos suponían que andarían atrás de tierras ricas en tesoros. Uno de los mitos que más se manejó en ese tiempo fue el de las amazonas, las que se suponía vivían en una isla llena de oro. Este mito fue ampliamente alimentado por la popular novela de caballería "Las Sergas de Esplandián”, la que hablaba de la isla llamada California habitada por las amazonas. Se trataba de una novela de fines del siglo XV, la que fue todo un "best-seller” durante todo el siglo XVI.

Además de los mitos, Cortés buscaba afanosamente un paso marítimo, como el de Magallanes, que uniría por el norte al Pacífico con el Atlántico, el cual supuestamente facilitaría el acceso a la tierra de la especiería, el que había sido el objetivo inicial de Cristobal Colón.

En 1532 envió su primera navegación con dos navíos, al frente de su primo Diego Hurtado de Mendoza, la que recorrió la costa hasta el norte del actual Sinaloa. Esta expedición fue un desastre y murieron casi todos sus participantes, incluyendo a su capitán.

Cortés no se desanimó y, al año siguiente, envió una nueva expedición, igualmente con dos navíos. Para dirigirla puso al frente de ella a otro de sus primos, Diego Becerra. El piloto principal de esta navegación fue Fortún Jiménez. 

Desde antes de partir, la ambición de Jiménez se había desatado, y le dijo a los participantes de la expedición que él sabía cómo llegar a las islas con tesoros. Esta navegación partió de Tehuantepec a fines de octubre de 1533. Desde la primera noche una tormenta separó a las dos naves, las cuales ya no volvieron a reunirse.

Después de la tormenta, Diego Becerra siguió la costa de Nueva España hacia el noroeste. Cuando se encontraban frente a Zacatula, en los límites entre Guerrero y Michoacán, Fortún Jiménez, ya en acuerdo con la mayoría de los tripulantes, se amotinó, asesinando a Becerra y a muchos otros. Los pocos que no apoyaron el motín y que no fueron asesinados se les abandonó en las costas de Colima, donde fueron auxiliados.

Fortún y sus gentes, ya en plan de prófugos, decidieron seguir navegando en busca de las islas con tesoros, y fue así como, después de navegar varias semanas, avistaron una tierra que creyeron isla. Se trataba de la actual península de Baja California. 

Es probable que Fortún llegara a la altura de la región de Los Cabos, y de ahí continuara navegando hacia el norte, en busca de un sitio adecuado para desembarcar. Este sitio se presentó cuando llegaron a la bahía de La Paz, entonces habitada por los indios guaycura. 

El descubrimiento habría ocurrido entre los últimos días de diciembre de 1533 y los primeros de enero de 1534. Es de este modo, hace ya 483 años, que nuestra península fue descubierta gracias a las navegaciones enviadas por Cortés, y desde entonces forma parte de México.

ENCUENTRO DESAFORTUNADO
El primer encuentro de españoles con indios californios no fue afortunado para los europeos. Al desembarcar Fortún y sus gentes buscaron aprovisionarse de agua, teniendo acceso al manantial principal que existía en la bahía de La Paz. Esto disgustó profundamente a los guaycuras. Entre los indios peninsulares, acostumbrados a vivir en un medio natural difícil, el apoderamiento de uno de los recursos más valiosos para la subsistencia, como lo era el agua, fue motivo de enfrentamientos.

Así los españoles fueron atacados violentamente por los indios, muriendo la gran mayoría de ellos, incluyendo a Fortún Jiménez. Únicamente se salvaron de morir los pocos tripulantes que se encontraban en el barco, quienes a duras penas regresaron a las costas de la Nueva España, dando noticia del descubrimiento.

Cortés no se desanimó ante este nuevo fracaso y decidió efectuar una nueva expedición, la cual dirigió personalmente. Preparó tres naves y reunió en Chametla, Sinaloa, punto de partida, a más de 700 personas. Como la gente que reunió no cupo en las naves, formó dos grupos. Hacia mediados de abril de 1535 partió con el primer grupo, llegando a la bahía de La Paz el tres de mayo, por lo que la bautizó como "Puerto y Bahía de Santa Cruz”.

En cuanto Cortés desembarcó, un grupo de 60 guaycuras se aproximó y pintó una raya en la arena, advirtiéndole con señas que si pasaba de ella habría hostilidades. Desde luego, Cortés cruzó la raya por lo cual los guaycuras hostilizaron constantemente a los españoles. Cortés tomó posesión de la tierra en nombre del rey de España y dio principio a una pequeña población, el antecedente más antiguo del actual ciudad de La Paz.

Casi inmediatamente al llegar, Cortés envió sus tres naves de regreso a Chametla, en busca del segundo grupo. Cortés cometió un grave error de cálculo, el cual costó muchas vidas. Por la prisa que tenía de ir por este grupo no bajaron las provisiones. Por un lado, Cortés pensó que encontraría grupos sedentarios, al estilo de los de la Nueva España, con los cuales podría intercambiar productos, y por otro creyó que las tres naves regresarían pronto, sin contratiempo alguno, tal como él había hecho la travesía del golfo. Pero erró en ambos cálculos.

Por un lado, los indios de la antigua California eran nómadas, que no practicaban ningún tipo de agricultura ni acumulaban ningún tipo de producto, vivían al día. Además, los guaycuras decidieron hostililizar constantemente a Cortés y su gente, negándose a tener cualquier trato con ellos. Les hicieron una especie de guerra de guerrillas, de tal forma que el español que se descuidaba lo mataban.

Por otro lado, las tres naves de Cortés, aunque llegaron bien a Chametla, cuando quisieron regresar fueron dispersas por fuertes tormentas, e incluso encallaron en distintos puntos. Después de varios intentos, sólo una de las naves pudo volver a Santa Cruz, y era la menor, por lo tanto no traía ningún tipo de bastimento. 

Para cuando volvió ya habían pasado varios meses, y el hambre hacía estragos entre la gente de Cortés. En esos meses, los españoles no pudieron salir de la bahía, y se encontraban en una especie de cerco, ya que los guaycuras no les daban reposo.

Cortés tomó la nave que regresó y con ello salió en busca de las otras dos. Finalmente las encontró encalladas y en muy mal estado, con los bastimentos echados a perder y la gente que se había ido. Con muchos esfuerzos reunió gentes y reparó las embarcaciones, compró nuevos bastimentos y regresó a la Bahía de Santa Cruz. Al llegar, varios españoles habían muerto debido a que comieron con exceso y sus estómagos estaban muy debilitados por el hambre.

Finalmente, ya con bastimentos, Cortés logró dominar la situación. Así, emprendió una serie de expediciones por tierra explorando la parte sur del actual estado de Baja California Sur. Llegó al Cabo San Lucas y por el norte reconoció hasta la bahía Magdalena. 

De estas entradas se elaboró el mapa más antiguo que se conoce de Baja California. En él aparece sólo parte del sur de la península, lo explorado por Cortés, e incluye la bahía de La Paz, la Isla Espíritu Santo y el Cabo San Lucas. En este mapa la tierra aparece abierta hacia el norte, en realidad los españoles no pudieron determinar si era isla o península.

NI AMAZONAS NI TESOROS
Pronto fue evidente para Cortés y su gente que en la tierra que estaban explorando, fuera isla o tierra firme, no había nada de lo que esperaban. Ni amazonas ni tesoros, solo una tierra miserable, "la más perversa del mundo” dijeron algunos de los soldados. 

La decepción empezó a cundir. Para Cortés representó un rotundo fracaso. Y aunque sus gentes empezaron a pedirle que se volvieran a la Nueva España, Cortés se negaba debido al fracaso que le representaba. Mucho dinero había invertido, al igual que sus capitanes y soldados. Todo lo perdieron. Algunos de sus capitanes quedaron en la ruina.
Un año estuvo Cortés en California. Para su regreso tuvo una salida airosa. Tanto su esposa, doña Juana de Zúñiga, como el recién llegado primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, enviaron un barco por él suplicándole que volviera y "dejara de porfiar con la fortuna”. Santa Cruz fue totalmente abandonada hacia mediados de 1536.

A pesar de todos estos fracasos Cortés no se rindió ante California. Para 1539, envió a Francisco de Ulloa al mando de tres naves para proseguir las exploraciones de dicha tierra. La motivación fue la búsqueda de las Siete Ciudades, mito que había revivido Álvar Núñez Cabeza de Vaca, después de su prodigiosa caminata de casi diez años. 

La navegación de Ulloa finalmente descubrió que la California era península, y no isla como se especulaba. Exploró todo el Golfo de California, incluyendo la costa de Sonora, le dio la vuelta al Cabo San Lucas, exploró la costa Pacífica hasta el paralelo 30. Toda una hazaña para aquella época.

Ciertamente Cortés buscaba algo más que tesoros. Ulloa no descubrió ninguno y, aún así, Cortés planeó enviar una nueva navegación de cinco naves, a cuyo frente pensaba poner a su hijo Luis. No llegó a realizar este proyecto debido a sus enfrentamientos con el virrey, quien le obstaculizó sus planes, al grado que Cortés fue a España ante el rey a quejarse. De allá ya no volvieron más que sus huesos y muchísimo tiempo después.

Gracias estas navegaciones cortesianas, la península californiana se hizo mexicana, además de que ayudaron a dar un mejor perfil cartográfico del océano Pacífico, y por lo tanto sus contribuciones  la cartografía mundial fueron muy significativas.

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