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Las depresiones en las personas mayores

La depresión es un trastorno mental común, por lo que el diseño de una praxis, basada en el afecto-placer, puede ayudar a la superación de ciertas patologías. Sin embargo, el uso de las tecnologías aplicadas a la salud sigue siendo una tarea poco desarrollada en la mayoría de los países de América Latina
jueves, 23 de noviembre de 2017 · 00:00

JOSÉ CARLOS GARCÍA RAMÍREZ*/COLABORACIÓN
Ensenada, B. C.

El diccionario de la Real Academia Española define la depresión como síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos.

La depresión como categoría epidemiológica tiene su similar histórico, llamado por los griegos órexis (volición tendencial o impulso anímico). En el siglo IV a.C., Hipócrates afirmó que ella proviene de humores corporales biliares expresados a través de la melancolía. La depresión es un problema de hígado causados por malestares de la vida diaria.

La melancolía era la encargada de producir la tristeza, deseos de morir, suspicacia acentuada, tendencia al llanto, irritabilidad y confusión. El célebre filósofo y teólogo Tomás de Aquino (1224-1274) sostuvo que la melancolía era producida por demonios e influencias astrales. El médico francés Philippe Pinel (1745-1826) fue el primero en conectar trastornos orgánicos con problemas socio-familiares. De esa manera, la depresión es una perturbación causada por el miedo, los desengaños amorosos, la pérdida de propiedades y las dificultades familiares.

En el México prehispánico, la depresión fue considerada un problema no sólo de la mente, sino principalmente del corazón. Los Códices de Badiana y Florentino, señalan que la depresión es una aflicción (Yolloteneneuiztli) generada por el temor (Teymacaxiliztli). Temor y aflicción en los humanos se deben a tres cosas: 1) decisiones incorrectas en la vida cuyas consecuencias negativas se reflejan en la vida anímica; 2) por vejez, principalmente cuando se van perdiendo funciones vitales en el quehacer cotidiano o bien, cuando las personas ancianas pierden autonomía, movilidad y roles familiares, de trabajo o comunitarios; 3) por rompimiento con las leyes naturales y desvinculación con las deidades representativas de la vida, es decir, por pérdida de la fe o por falta de respeto a la creación y a la naturaleza.

Tanto en el pasado como en el presente, la depresión en las personas puede tener una doble lectura, por un lado la interpretación biomédica (psicológica, psiquiátrica y neurológica) y por otro, la perspectiva socioantropológica.

Esa última perspectiva puede sostener que la depresión es un fenómeno ontológico que forma parte del ser humano. Es su compañera, se nace con ella y se puede desarrollar con el paso de los años. No a todas las personas afecta por igual y no solamente en la tercera edad: hay niños, jóvenes y adultos víctimas de cuadros depresivos.

DEPRESIONES Y PERSONAS MAYORES
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental frecuente, caracterizado por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.

La depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional.

Existe una falta de criterios homogéneos que permitan medir objetivamente las depresiones en ancianos, ya que la única vía confiable es mediante manifestaciones somáticas (dificultades para dormir, falta de energía, dolores localizados o inespecíficos, etcétera).

Los psicólogos y principalmente los psiquiatras han diseñado herramientas o pruebas de diagnóstico para describir los cuadros depresivos en las personas mayores. La herramienta más popular es el DMS-5 (por sus siglas en inglés significa Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), editado en el 2013 por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association).

El DMS-5 está conformado por metodologías de tipo descriptivo de diversos casos empíricos. El objetivo es empoderar la comunicación asertiva entre el personal clínico o de salud, para llevar un mejor control de las muestras y de los datos obtenidos. En esa herramienta no se ofrecen metodologías de tratamiento ni de solución de problemas.

Existe la evidencia de que en el proceso de envejecimiento se producen modificaciones en determinados neurotransmisores que generan las llamadas aminas cerebrales (compuestos bioquímicos generados en el cerebro los cuales determinan los estados emocionales: alegría o tristeza, depresión o proactividad). En el caso de la depresión, ésta es generada bioquímicamente por la deficiencia de la amina denominada “norepinefrina” la cual bloquea a la adrenalina (emotividad proactiva, positiva y productiva).

Las depresiones son trastornos. Son tres las causales de esos trastornos: físico, orgánicos y contextuales (familiares, sociales, económicos, políticos, medioambientales).

TRASTORNO FÍSICO
El trastorno físico es una categoría clínica definida como un impedimento de orden motriz y sensitivo. Entre las personas mayores, los impedimentos físicos que ocasionan los cuadros depresivos más comunes son: reumatismo, artritis, conjuntivitis, miopía, sordera, pigmentación y todo lo que tenga que ver con problemas dérmicos, fracturas de cualquier parte ósea (principalmente desviación de columna vertebral, dislocación de huesos y discos, así como también descalcificación, problemas osteoartritico y cualquier tipo de discapacidad física).

TRASTORNO ORGÁNICO

Los trastornos orgáncos se dividen en:
a) Bioquímicos. Las alteraciones bioquímicas que producen la depresión se localizan en las catecolaminas y serotonina (5 hidroxytryptamina) y tienen como efectos la acidez gástrica, hipertensión, escasa secreción salival de la glándula parótida y alteración en el metabolismo basal. Este aspecto bioquímico incide en el estado de afectivo.

b) Metabolismo de aminas biógenas. Las aminas principales, entre las que se encuentran la catecolamina y la serotonina, tienden a multiplicarse en personas maniacodepresivas y alteran principalmente el sistema nervioso.

c) Metabolismo de esteroides. A mayor periodo depresivo, mayor excreción de esteroides que dañan el sistema afectivo-evaluativo cerebral alterando el estado anímico.

d) Metabolismo de los electrolitos. Con la técnica radioisotópica se demuestra que al aumentar el periodo depresivo aumenta la presencia de sodio, que se acumula en los depósitos intracelulares provocando trastornos diversos (cardiovasculares y retención de líquidos). Estos trastornos están sujetos a la posibilidad de desarrollarse y manifestarse en cualquier edad.

TRASTORNOS CONTEXTUALES
Sin duda son los más comunes entre las personas mayores y también son los más preocupantes para los trabajadores de la salud. Los condicionamientos histórico-sociales determinan los roles que desempeñan las personas de la tercera edad (circunstancias de tipo familiar, roles socioeconómicos, procedencia étnica, situación jubilatoria, migración o cambios de residencia provocados por inseguridad geográfica y la violencia, perdidas de redes de apoyo o amistades, ausencia de espacios lúdico-recreativos, entre otros).

Actualmente existen diversas baterías o escalas que ayudan a conocer o diagnosticar las depresiones en personas mayores. Solamente enunciaré las escalas más representativas, las cuales son: SOS (Self-rating Depression Scale Zung), DACL (Depression Adjectives Checklist), HAMD (Hamilton Depression Rating Scale), MMPI (Minnesota Multiphasic Personality Inventory), GDS (Geriatric Depression Seale), HSCL (Hopkins Symton Checklist), CES-O (Center for Epidemiological Studies of Depression), SAV (Visual Analogic Scale). Para mayor información de las mismas consúltese la obra titulada “La vejez. El grito de los olvidados”, José Carlos García Ramírez.

No olvidemos que otros problemas que pueden generar las depresiones es el consumo de medicamentos alópatas. Existe un problema constante en las personas mayores que, debido a sus comorbilidades, son presas de consumo de diversos fármacos, los cuales dañan severamente diversas funciones orgánicas, además de que hacen al consumidor un adicto (polifarmacia): muchas medicinas poca solución. Comprar medicamentos similares o genéricos se convierte en obsesión que a mediano plazo genera entropías orgánicas y gastos catastróficos que ponen en riesgo la economía familiar.

EMOTIVIDAD Y TECNOLOGÍAS DE LA SALUD
Es la corporalidad la que sufre, la que experimenta en la piel, en las extremidades, en el estómago, en el pecho, en la cabeza, los estragos de la tristeza y el temor. Es una especie de “angustia pasiva” la que hace renunciar a los proyectos de vida.

Se envejece ya no para vivir, sino para morir. Se empieza a “morir” cuando la depresión leve, moderada o grave, comienza a recorrer en silencio los pasillos ocultos de la subjetividad o interioridad de la persona mayor. La melancolía aparece y genera sustancias tóxicas en el cerebro que se traducen en una especie de envenenamiento de toda la organicidad: carcome y mutila la voluntad de vivir.

Luego, se pasa a la fase de abandono, de olvido de sí mismo, a la renuncia del hacer, del pensar, del estar con otros. Finalmente, la temporalidad (pasado, presente y futuro como representaciones vitales en el ciclo de vida) se paraliza y las horas del “reloj biológico” quedan alteradas produciendo la aparición del fantasma del suicidio.

La corporalidad o mejor dicho la sensibilidad son los puntos de partida y llegada al momento de estudiar las depresiones en las personas mayores. Los filósofos Javier Zubiri (1898-1983) y Martin Heidegger (1889-1976) dijeron alguna vez que la sensibilidad es lo real y originario en el ser humano. Los afectos o la ausencia de éstos determinan el bienestar o el malestar en las personas. El comprender es siempre afectivo, emotivo.

En el mundo de la vejez, las relaciones emotivas resultan importantes. Los estímulos (afectos) positivos o negativos a los que están sujetos hombres y mujeres de edad avanzada determinan, en buena medida, sus comportamientos, sus visiones de vida, sus estados de ánimo y sus relaciones con los demás. Los llamados estilos de vida de las poblaciones longevas dependen del grado de afectividad (placer o dolor) en la que se desarrollan las relaciones interpersonales.

Ahora bien, el diseño de una praxis basada en el afecto-placer puede ayudar a la superación de ciertas patologías enfermizas que experimentan muchas personas mayores. Los estudios científicos del envejecimiento humano han explicado de manera multidisciplinaria cómo contrarrestar los estados de anomia depresiva.

Sin embargo, el uso de las tecnologías aplicadas a la salud sigue siendo una tarea poco desarrollada en la mayoría de los países de América Latina. Actualmente, se desarrollan innovaciones tecnológicas para atender las depresiones en personas mayores.

Existen sensores capaces de estimular zonas cerebrales para activar los neurotransmisores responsables de producir serotoninas y así mejorar el estado emotivo de la persona. Los sensores pueden estar articulados a redes de telecomunicación que sirva para reportar las variaciones a través de base de datos administradas por los centros de salud o incluso puedan ser monitoreadas a través de programas computacionales desde una computadora familiar.

También se podrían producir mayas con materiales de algodón para colocarse sobre la cabeza. Esas mayas tendrían fibras de cobre capaces de transferir ondas electromagnéticas estimuladoras del córtex cerebral. Los neurotransmisores estimulados serían aquellos responsables de la ubicación espacio-temporal, los que coordinan la marcha y el equilibrio, los que regulan el sueño, controlan la ansiedad y, finalmente, los que coadyuvan a la actividad y equilibrio afectivo o emotivo.

No se trata de aplicación de simples resonancias improvisadas. Sino de desarrollos tecnológicos sustentables e innovadores. Las neurociencias, las tecnologías y las ciencias multidisciplinares tienen una gran responsabilidad de generar tecnologías aplicadas al desarrollo y bienestar saludable, particularmente, de las personas mayores.

Las tecnologías deben estar al servicio de la patria, de los ciudadanos, de la gente que más lo requiera. Esa es la misión fundamental de las Instituciones de Educación Superior. De lo contrario, las irresponsabilidades científicas y educativas cobrarán factura en los próximos años.

* Profesor e investigador en ciencias del envejecimiento y políticas públicas.

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