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Misiones de las Californias XI: Nuestra Señora de Guadalupe Huasinapí

En sus primeros años, esta misión fue muy exitosa. Aunque en sus inicios tuvo una buena población y llegaron a bautizar más de dos mil niños cochimí, ésta fue descendiendo debido a las epidemias. En 1795 fue abandonada, todo esto quedó en ruinas y hoy es muy poco lo que se aprecia de esta estructura
domingo, 30 de abril de 2017 · 00:00
 Ensenada, B. C.

Se trata de la segunda misión californiana dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe. Recordemos que la primera fue la de Nuestra Señora de Guadalupe de Californias, establecida en la bahía de La Paz en abril de 1683 por el padre Eusebio Francisco Kino. Sin embargo esta misión sólo funcionó cuatro meses y fue abandonada en ese mismo año. También hay que mencionar que hubo una tercera misión dedicada a la Guadalupana, por los dominicos, la de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte, fundada en 1834, cerca de la actual ciudad de Ensenada.
La segunda misión californiana dedicada a la Virgen de Guadalupe fue establecida en plena sierra de La Giganta, el 12 de diciembre de 1720, en un paraje que los indios cochimí llamaban Huasinapí. El significado de esta palabra se perdió, ya que no quedó registro de él. Su fundador fue el padre Everardo Helen. Este pataje se encontraba a 47 kilómetros al oeste de la misión de Santa Rosalía de Mulegé y fue explorado por vez primera por los misioneros Juan de Ugarte y Sebastián Sistiaga, en septiembre de 1719.
El descubrimiento de este sitio se debió a que el padre Ugarte estaba buscando árboles maderables para construir un barco que diera servicio en el aprovisionamiento de las misiones desde Sonora y Sinaloa, así como en las exploraciones costeras que fueran necesarias. 
Ahí se encontró un bosque de árboles llamados por los indios "güeribó”. Se trata de una de las especies de álamos nativos y endémicos de la península, cuyo nombre científico es Populus brandegeei. 
Con este hallazgo el padre Ugarte logró que se construyera en la costa del golfo, cerca de la misión de Mulegé el barco "El Triunfo de la Cruz”, el primer barco construido en las Californias, el que operó con todo éxito durante muchísimos años.
Una vez construido el barco, se procedió a la fundación, la que financió el máximo protector de las misiones californianas, el Marqués de Villapuente.
El fundador, el padre Helen, era originario de Alemania, en donde había nacido en 1679. Estuvo como misionero en Guadalupe hasta 1735, en que por su mala salud se trasladó a la Ciudad de México. Posteriormente se le envió a los colegios jesuitas del Espíritu Santo, en Puebla, y al de Tepotzotlán, en el hoy Estado de México. Murió en 1757.

MISIÓN EXITOSA
En sus primeros años esta misión fue muy exitosa y el padre Helen pudo bautizar más de dos mil niños cochimí. El padre clavijero nos dice que en su amplio territorio llegó a trabajar con 32 rancherías cochimí. Para atenderlos mejor preparó un catecismo en esta lengua. 
Al retiro del padre Helen, atendió esta misión el misionero croata Fernando Consag, quien posteriormente fundaría la misión de Santa Gertrudis La Magna, la primera del hoy Estado de Baja California y del municipio de Ensenada. En 1736 se encargó de la misión el padre José Gasteiger y posteriormente Benno Ducrue, quien permaneció en ella hasta la expulsión de los jesuitas en 1768.
A la salida de los jesuitas, los franciscanos enviaron a fray Juan Sancho de la Torre, fray Andrés Villaumbrales y fray Manuel Lago, quienes estuvieron entre 1768 y 1773. Después la estuvo atendiendo el misionero dominico fray Rafael Arviña, quien la atendió hasta 1795, en que la misión fue cancelada. Esta misión tuvo las visitas de La Concepción, San Pedro y San Pablo, San Miguel, Santa María y San José de Gracia.
Aunque en sus inicios la misión tuvo una buena población, ésta fue descendiendo debido a las epidemias. Así, en 1754 contaba con 530 pobladores, 521 en 1762, 520 en 1768, 140 en 1771, 105 en 1782 y 74 en 1795, año en que fue abandonada, trasladándose su población a la misión de La Purísima Concepción de Cadegomó. 
La misión tuvo un templo de piedra, pero en 1744 debido a la fuerza de un huracán, la edificación colapsó y causó la muerte cien indígenas.
Otro problema que tuvo esta misión fue el de su baja productividad agrícola, al no tener tierras suficientes para el cultivo, lo que ocasionó que tuviera una gran dependencia de los suministros enviados desde la misión de Loreto.
Aparte de su templo, en esta misión se construyó algo de infraestructura agrícola, como corrales, acequias, terrazas, huertas. Desde que la misión fue abandonada todo esto quedó en ruinas y hoy es muy poco lo que se aprecia. 

CONSERVACIÓN DE LAS TRADICIONES
Durante muchos años esta fue la misión más norteña de la Antigua California, hasta que en 1728 se estableció la de San Ignacio, unos cien kilómetros arriba. El paraje donde estuvo la misión se encuentra hoy olvidado y de no fácil acceso, en la parte norte de la sierra de La Giganta. 
Se encuentran varios ranchos dispersos, donde sus habitantes actuales viven de una manera sencilla, en cierto modo parecida a la que se tenía en el tiempo misional, ya que los rancheros aún conservan muchas de las tradiciones heredadas de ese tiempo. 
Entre las cosas que conservan los rancheros se encuentra la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe, la cual conservan en una sencilla capilla en uno de los ranchos de la región.
Conviene recordar que fue en la Sierra de la Giganta donde se dio la primer expansión misional en la península. Debido a su importancia y población indígena, en esta sierra fueron establecidas varias misiones, la primera de ellas fue la de San Francisco Javier Viggé-Biaundó (1699) y le siguieron la de San José de Comondú (1708), la Purísima Concepción (1720), Nuestra Señora de Guadalupe (1720) y Nuestra Señora de los Dolores Apaté (1721). La sierra era habitada en su parte sur por indios guaycura, y su porción norte por cochimí.
Evangelizar y civilizar en ella siempre fue difícil para los misioneros, pero finalmente lo lograron, estableciendo pueblos, abriendo caminos, estableciendo la agricultura y la ganadería. 
Aún en la actualidad subsisten muchos ranchos que se originaron en esa época, en donde aún se conservan viejas tradiciones gracias al aislamiento que sigue imperando en la mayor parte de esta sierra. 
Muchos de los rancheros que siguen viviendo ahí son descendientes de los antiguos soldados misionales, quienes se quedaron a vivir y trabajar los ranchos de las misiones, cuando estas fueron abandonadas debido al descenso de la población indígena. Gracias a ellos la península no se despobló y siguió siendo parte de México.
Fue hace algunos años que visité el sitio donde estuvo la misión de Nuestra Señora de Guadalupe Huasinapí. Una vieja y poco transitada terracería me llevó al sitio, en donde pude apreciar los pocos vestigios que de ella quedan, en medio de una serranía desértica, rodeada de cactáceas y piedras desnudas. Ahí acampé, queriendo escuchar el eco de los indios cochimí y las palabras del padre Helen cuando les predicaba para convertirlos en cristianos y ofrecerles un estilo de vida que él consideraba mejor.
Me dormí frente a la fogata, cuya luz danzaba a manera de fantasma y reflejaba su pálida luz entre las piedras y la vegetación que me rodeaba. Me preguntaba ¿Cómo serían esos tiempos, cuando apenas se estaba fundando la California?

El padre Ugarte logró que se construyera en la costa del golfo, cerca de la misión de Mulegé el barco "El Triunfo de la Cruz”, el primer barco construido en las Californias, el que operó con todo éxito durante muchísimos años.


Entre las cosas que conservan los rancheros se encuentra la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe, la cual conservan en una sencilla capilla en uno de los ranchos de la región.


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