Raíces

Misiones de las Californias XV: San José del Cabo Añuití

La misión llegó a ser un lugar exitoso. Sin embargo, años después, a causa de las rebeliones de los pericú el templo fue destruido. Durante un tiempo, funcionó como una visita de la misión de Santiago y, para 1840, fue abandonada permanentemente por la desaparición de los pericú
domingo, 28 de mayo de 2017 · 00:00
CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

El sitio de San José del Cabo fue asiento de varias rancherías pericú, quienes vivieron en todo el extremo sur peninsular durante varios miles de años. Fueron navegantes españoles los primeros europeos en conocer la costa de la región de Los Cabos. Posiblemente haya sido Hernán Cortés y sus hombres los primeros en visitar la región, en 1535, bautizando al Cabo San Lucas como "Cabo California”. De ahí, el nombre California pronto brincó a toda la península gracias a sus connotaciones míticas y fantásticas.

Fue hacia 1725 que el misionero jesuita Clemente Guillén que exploró por tierra al sur de la misión de Santiago, localizando el estero de San José a 50 kilómetros, encontrándolo propicio para una nueva fundación. Este paraje era llamando por los indios pericú Añuití. 

No fue sino hasta abril de 1730 que los padres José de Echeverría, Visitador, y Nicolás Tamaral, entraron de nuevo al estero de San José fundando la misión de San José del Cabo Añuití. La misión fue dotada por el gran benefactor de las misiones californianas, el Marqués de Villapuente. A cargo de la nueva fundación quedó el padre Tamaral, quien la inició con éxito ya que durante su primer año bautizó a 1034 pericúes.

LA REBELIÓN DE LOS PERICÚ
Hacia fines de 1733, Botón, el cacique pericú de la misión de Santiago, fue amonestado por el misionero Lorenzo Carranco, quien en ese tiempo se encontraba a cargo de la misión. Botón se negaba a dejar la poligamia, anteriormente practicada por los pericú, por lo cual el misionero lo despojó de su cargo de cacique, o capitán de los indios de la región.

El padre Carranco quiso erradicar las costumbres ancestrales de los pericú de una manera muy rápida y profunda, lo cual provocó fuertes tensiones y luego vino la rebelión. El caso de Botón fue la chispa. Botón buscó al mulato Chicorí, quien había raptado a una cristiana de la misión de Santiago, y juntos llevaron adelante la rebelión pericú, la más fuerte que se dio en la Antigua California y que abarcó todas las misiones del extremo sur, incluyendo la de San José del Cabo.

En septiembre de 1734, los rebeldes asesinaron al soldado de la misión de Todos Santos y enseguida al de la misión de La Paz. Alguien dio aviso al padre Clemente Guillén, encargado de la misión de los Dolores del Sur Chillá, quien alcanzó a ponerse a salvo.

Iniciando octubre, los pericú atacaron la misión de Santiago, asesinando al padre Carranco a flechazos y pedradas. Fue el primer mártir de la evangelización californiana. Igualmente mataron a los dos soldados que custodiaban la misión.

Para el tres de octubre los rebeldes asaltaron la misión de San José del Cabo asesinando al padre Nicolás Tamaral, quien fue el segundo mártir. Los rebeldes buscaron asesinar al padre Segismundo Taraval, misionero de Todos Santos, pero fue avisado a tiempo y alcanzó a huir.

Ese año de 1734 arribó al Cabo San Lucas el Galeón de Manila, el que anteriormente ya había sido asistido desde la cercana misión de San José del Cabo. El capitán de la nave, sin sospechar nada de la rebelión envió a trece marineros a tierra para pedir víveres y otras ayudas. Sin embargo, los rebeldes asesinaron a estos trece marinos por lo que el Galeón siguió su camino, dando aviso a las autoridades virreinales.

Ante esta rebelión los misioneros solicitaron ayuda al virrey de la Nueva España y al gobernador de Sinaloa, y aunque ésta les fue enviada con un importante contingente militar, la situación no fue controlada totalmente sino hasta 1737. 

Debido a ello en San José del Cabo se estableció un presidio militar para prevenir futuros ataques. Durante esta rebelión el templo de la misión fue destruido totalmente.

EL PADRE TAMARAL
El misionero jesuita Nicolás Tamaral, fundador de la misión de San José del Cabo nació en Sevilla, España, en 1687. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1704, en su natal Sevilla. Pasó a la Nueva España en 1712 y en 1717 fue enviado como misionero a la Antigua California, en donde permaneció durante 18 años hasta su muerte ocasionada por los rebeldes pericú. Fue un gran explorador de la parte sur peninsular y en 1720 fundó la misión de La Purísima de Cadegomó. De ahí pasó a fundar la misión de San José del Cabo, en 1730, en donde murió asesinado por los pericú en octubre de 1734. 

PROSIGUE LA MISIÓN
Debido a la tragedia de la rebelión, el templo fue totalmente destruido y durante un tiempo la misión pasó ser una visita de la misión de Santiago. Con la llegada de los misioneros franciscanos, en 1768, atendieron la misión fray Juan Morán (1768-1769) y fray Juan Antonio Rioboo (1769-1773). A partir de 1773 las misiones pasaron a manos de los dominicos. Uno de los últimos misioneros jesuitas que estuvo en esta misión fue el padre checo Ignacio Tirsch, quien elaboró unas bellas pinturas de esta misión, las que actualmente se conservan en la Biblioteca Nacional de Praga.

La misión tuvo una vida azarosa entre ataques y epidemias, especialmente en los años de 1742, 1744, 1748 y 1769. La epidemia de 1769 fue trágica ya que mató a la mayoría de los indígenas, incluyendo al padre misionero fray Juan Morán. 

De esta manera los indios pericú fue la primer etnia californiana en desaparecer debido básicamente a las epidemias. Como si esto no fuera suficiente, en 1793 hubo una fuerte inundación que destruyó totalmente la misión, y no fue reconstruida sino hasta 1799.

En 1750 se calculaba que la población indígena de esta misión consistía de cien individuos. Hacia 1762 era de 63 personas; 50 en 1769 y para 1800 alcanzó los 200. Este último incremento en la población indígena se debió al cierre de la misión de Santiago, cuyos habitantes fueron trasladados a San José del Cabo. Sin embargo a partir de tal año se agudizó la caída de la población, de tal manera que para 1840 la misión fue abandonada permanentemente por la desaparición de los pericú.

A pesar del estado de decadencia que la misión tuvo en el siglo XIX, en 1822 se logró rechazar el ataque del navío Independencia, que estaba al mando de insurgentes chilenos. Durante este ataque, el templo misional sufrió severos daños, lo que la dejó en muy mal estado. La iglesia actual fue construida en 1940, y de las construcciones anteriores ya no queda nada.

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