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Lluvia de instantes

La pieza de la artista ensenadense Sughey M.G. genera un ambiente donde el tiempo es reflexión que transgrede su convencionalidad
lunes, 17 de diciembre de 2018 · 00:00

Rael Salvador/COLABORACIÓN
raelart@hotmail.com | Ensenada, B. C.

En un flujo de racionalidad constante, la intención del artista -reflejos del pensamiento, fogueos de la fantasía, destilaciones de identidad, capturas de la imaginación- da paso al dominio técnico, donde el acto creativo, al alinear la perseverancia con la conciencia perceptiva, termina por consolidar la pieza de arte.

Trances que consagran el inconsciente en desdoblamiento y, en la síntesis de la experiencia -dinámica de la integración creativa-, permiten la exploración de símbolos y significados, a través de un juego lúcido que conforma el jardín de las apariencias -el vasto cielo de las iconografías-, que no es sino el amplio espectro de la singular manifestación del arte.

¿Cuál es la sorpresa ante nuestro ser? ¿Dónde el sublime o grotesco arrastre de los sentidos? ¿En qué recinto desemboca la belleza o lo terrible? ¿En el de la experiencia suprema o la manifestación de náusea? El objeto y la sensación, fractal de una danza que acepta o rehace, que retrae o desecha sus acercamientos al espectador...

Espíritu lúdico
En una síntesis metodológica, el concepto de Tiempo logra sintetizarse en una nueva propuesta: “Lluvia de instantes”, Arte instalación de Sughey Martínez González (M.G.). A partir de un espíritu lúdico, presencia platónica más allá de cualquier acomodo a las formas -trátese de reflejos, destellos o sombras-, la filosofía de las imágenes se vuelve recursiva y materializa su propia sentencia: “El tiempo es la imagen móvil de la eternidad”.

El tiempo de Sughey M.G. encuentra su manifestación en lo intemporal: el arte, que es refracción constructiva de actividades metafísicas, filosóficas o psicológicas que el Ser incorpora para detectar la identidad entre lo sustancial y lo vacuo, lo pasajero y lo infinito, lo trascendente y lo exiguo; es decir, el cuerpo de la creación interfiriendo en el alma de la naturaleza: equivalencias que se revelan, manifestaciones que se plasman, poéticas que resuelven su analogía en la visibilidad.

“Mi práctica artística, que conceptualiza eventos sugerentes de la naturaleza misma -refiere la joven creadora, estudiante de la Facultad de Artes-, incluye la subjetividad expresiva de la vida en su transformación, priorizando los instantes que en ella sobresalen: el tiempo, a decir de Aristóteles, la medida del cambio, donde se afirma el apogeo de lo contemporáneo y su sobrevuelo poético, observado como aceleración y arrastre de lo humano; en él, se percibe la volatilidad del entorno, esa especie de obsolescencia programada de las cosas, las ideas y las palabras, lluvia de impresiones sensitivas que se imponen a la visión en un horizonte cambiante, temporalmente específico: la temporalidad y su reflejo psicológico”.

Suma conceptual
La artista nos explica que “Lluvia de instantes” -que se exhibe actualmente en la muestra RE(F)ACCIÓN (Facultad de Artes, UABC), en la sala de Bodega “Refaccionaria” Santo Tomás-, es una instalación programada como “una suma conceptual en la atmósfera del tiempo”, coreografía de tic-tac, desgranándose de un escenario inverso -un enigmático tapiz de relojes se eleva sobre nuestras cabezas y el tiempo se ofrece en una extraña sensación de caída-, cinética discursiva, metáfora de llovizna y conflicto: “ambiente donde el tiempo es reflexión que transgrede su convencionalidad, interrogación consecuente y, de se ser observado de manera mística, paisaje y pasaje atemporal”.

Al tener motivantes ancestrales, de corte oriental, el tejido del tiempo, el telar de intervalos, este nubarrón de santiamén -atinadamente titulado “Lluvia de instantes” (200 x 200 cm)-, irrumpe con su interlineado de elementos: 36 relojes en concierto, que al unirse manifiestan un ambiente contestatario, de intensidad emotiva –aderezado con el colorido de luces que exaltan lo sensorial arrastrándonos a las experiencia estética–, para ofrecer su discurso metafórico, premisa de un estado gravitacional en ciernes.

Sughey M.G. refiere las líneas directrices de su proyecto: «Existe en mi propuesta artística, como una constante significativa, la recontextualización que provoca la movilización de lo incluyente y lo participativo, en consonancia con lo reflexivo y lo pensante. Esta instalación se descubre como una pieza de invitación, en una sala de arte -metáfora de manecillas, circularidad de periodos, vigencia de lapsos-, donde el sujeto recompondrá la incidencia del tiempo como experiencia emocional: “Viendo pasar los momentos/ que componen un día monótono”, canta Pink Floyd en Time, del emblemático The Dark Side in the Moon-: “Desperdicias y consumes las horas/ de un modo indecoroso/ vagando de aquí para allá/ por alguna parte de la ciudad,/ a la espera de que alguien o algo/ te muestre el camino…” Ese “algo” está aquí, bajo la lluvia del tiempo».

36 relojes en concierto, que al unirse manifiestan un ambiente contestatario, de intensidad emotiva.

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