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Cuando Ensenada se llamaba San Mateo

En 1542, Rodríguez Cabrillo bautizó la gran ensenada con dicho nombre, debido a que desembarcaron los días en que se celebraba la festividad de este santo. Pero en 1602, Sebastián Vizcaíno entro al puerto con la encomienda de cartografiar a detalle toda la costa del Pacifico de la península de California. Por alguna razón, no respetó la anterior toponimia peninsular y el puerto de San Mateo pasó a llamarse Ensenada de Todos Santos
sábado, 4 de agosto de 2018 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

El 17 de septiembre del año de 1542, el navegante español Juan Rodríguez Cabrillo llegó a una bahía a la que le puso el nombre de Puerto de San Mateo. Se iniciaba así la historia escrita de la actual Ensenada de Todos Santos, en donde se encuentra la ciudad de Ensenada, Baja California.

En ese tiempo, vivían en la ensenada numerosos grupos indígenas kumiai, del tronco yumano, quienes descendían de los primeros grupos humanos que penetraron a la península de Baja California, hace cuando menos 10 mil años. A los kumiai que vivían por temporadas en la ensenada, se les conocía en los alrededores como los “Pa tai”, es decir, los “hombres altos” o los “hombres grandes”, no por su altura, sino porque eran muy emprendedores.

Cuando Rodríguez Cabrillo llegó a San Mateo no encontró a ningún indígena. En su lugar vio una bahía hermosa, llena de encinos, álamos y alisos, con dos arroyos en los que corría una buena cantidad de agua, y gran cantidad de berrendos que corrían en grandes manadas en los llanos cercanos al mar.

Sus hombres bajaron de las naves y acamparon en la amplísima playa que se extendía por toda la gran ensenada. Ahí permanecieron varios días, descansando de la larga navegación que habían iniciado en junio de ese año desde el puerto de Navidad, en Jalisco. También aprovecharon para cargar leña y agua, así como cazar y conseguir algo de comida fresca.

LAS SIETE CIUDADES
Rodríguez Cabrillo hubiera querido encontrar indígenas, ya que el objetivo más importante de su navegación era la de indagar sobre la posible existencia de las míticas Siete Ciudades.

Recordemos que cuando Alvar Núñez Cabeza de Vaca, se entrevistó con Don Antonio de Mendoza, el primer de la Nueva España, en 1536, y le platicó de su periplo en que cruzó Norteamérica desde el Atlántico hasta el Pacifico, entre 1528 y 1536, escuchó algunas noticias que asoció con las legendarias ciudades de Cíbola y Quivira, parte de las Siete Ciudades. Esto despertó la ambición del virrey de encontrar dichas ciudades y conquistarlas, por lo que organizó varias expediciones en su búsqueda; la de Rodríguez Cabrillo entre ellas.

El mito de las Siete Ciudades es de origen medieval y dice que cuando los moros conquistaron la península Ibérica, en el siglo VIII, primero se apoderaron del reino de Portugal, en el cual había siete obispos. Estos obispos decidieron huir junto con toda su grey, antes que caer en manos de los musulmanes. Así que se embarcaron y navegaron hacia el oeste, hasta llegar a la Antilia, es decir, la isla de las Siete Ciudades.

Cuando Cristóbal Colón descubrió América, hubo quienes creyeron había llegado a la Antilia de las Siete Ciudades, por eso a esas primeras islas se les llamó “Antillas”. De esta manera el mito de las Siete Ciudades fue trasladado a América. Posteriormente hubo otros exploradores y conquistadores que buscaron las Siete Ciudades ya en la parte continental del Nuevo Mundo.

La razón por la que Rodríguez no encontró a los kumiai, fue porque se encontraban al interior de la tierra buscando los frutos que da el verano. Los grupos yumanos son seminomadas, y los kumiai se movían entre una gran extensión del norte de Baja California, que iba desde el Pacífico hasta las márgenes del río Colorado, en el hoy Valle de Mexicali. Así, deambulaban en busca de comida, según la estación, entre la costa, la sierra y el desierto.

BAUTIZO DE LA ENSENADA
Rodríguez Cabrillo bautizó esa gran ensenada con el nombre de San Mateo, debido a que desembarcaron en ella los días en que se celebraba la festividad de este santo, la que se lleva a cabo entre el 16 y el 21 de septiembre. Como sabemos, San Mateo fue uno de los doce apóstoles escogidos directamente por Jesucristo, y se le atribuye uno de los Evangelios. Antes de ser discípulo de Jesús, el nombre de San Mateo era el de Leví, y era un publicano y recaudador de impuestos. Después de la resurrección de Jesús, San Mateo predicó en Judea durante 15 años y escribió su Evangelio alrededor del año 80. Posteriormente marchó a evangelizar Etiopía, en donde fue martirizado.

Ya desde un poco antes de desembarcar en San Mateo, Rodríguez empezó a notar el cambio de ánimo de la tierra y dándose cuenta de que ya se encontraban a la altura de la desembocadura del río Colorado, registrada en 1539 por Francisco de Ulloa, calculó que la península de California terminaba precisamente en San Mateo, y después de ahí la región ya era otra. Le había tocado a él completar el descubrimiento de California, iniciado por la navegación Becerra-Jimenez (1533), y continuado por las de Cortés (1535-1536) y Ulloa (1539-1540).

Después de estar una semana en San Mateo, Rodríguez continuó navegando hacia el norte, siguiendo la costa del Pacífico, al que él nombraba como Mar del Sur, su nombre original otorgado por Vasco Núñez de Balboa, el descubridor de este gran océano.

Después de la península de California, que como vimos terminaba en San Mateo, Rodríguez Cabrillo siguió explorando hacia el norte, siguiendo la costa norte de la Mar del Sur, hasta entonces desconocida, registrándola hasta el paralelo 41 o 42, sin encontrar ningún indicio de las Siete Ciudades.

Fue a partir de esta navegación que la hoy Ensenada de Todos Santos empezó a aparecer en los mapas del mundo. En 1570 ya se ve nuestra bahía en el primer Atlas moderno, el Theatrum Orbis Terrarum, de Abraham Ortelius. Y de ahí se le aprecia con su nombre de San Mateo en muchos otros mapas, hasta entrado el siglo XVII.

EL FIN DE SAN MATEO
El 2 de noviembre de 1602, otro navegante español, Sebastián Vizcaíno, entro al puerto de San Mateo. Vizcaíno tenía la encomienda de cartografiar a detalle toda la costa del Pacifico de la península de California, y además la costa norte de la Mar del Sur, más o menos hasta donde alcanzara Juan Rodríguez Cabrillo.

Vizcaíno, por alguna razón que desconocemos, no respetó la anterior toponimia peninsular, ni la de Rodríguez, por lo que modificó los nombres hasta entonces registrados. Así, El Puerto de San Mateo pasó a llamarse Ensenada de Todos Santos, su nombre actual.

Otro de los resultados de esta navegación es que el nombre de California, que hasta entonces era exclusivo de la península, se extendió hasta el paralelo 42, ya los cartógrafos equivocadamente creyeron que la península era una gran isla que se extendía desde el Cabo San Lucas hasta el paralelo 42.

Fue a partir de 1622 que la Ensenada de Todos Santos empezó a aparecer en los mapas del mundo, no como parte de una península, sino de una isla.

En los años en que nuestra bahía tuvo el nombre de San Mateo, entre 1542 y 1602, es decir 60 años, hubo muy pocos navegantes que desembarcaron en ella. Desde 1565, el Galeón de Manila pasó frente a la bahía cada año durante su recorrido de Manila a Acapulco.

En todos esos años los kumiais vivieron tranquilos, siguiendo sus tradiciones milenarias, aún faltarían más de 200 años para que nuestra Ensenada fuera incorporada a la dinámica de la Nueva España, al ser fundada la Nueva California en 1769. Y es a partir de entonces que se inician los cambios profundos para los kumiai y para los demás grupos yumanos del norte de la península.

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