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Migración: Calvario sin fin

lunes, 25 de noviembre de 2019 · 00:00

Agencia Reforma
Ciudad de México

En diciembre de 1931, dos trabajadores mexicanos en Estados Unidos solicitaron en la oficina de migración de Ciudad Juárez un certificado que acreditara su condición de repatriados para ser eximidos de tasas aduanales por el ingreso de sus pertenencias.

Esperanza López, una empleada de esta oficina, entregó un ejemplar del certificado cuando eran necesarias tres copias para completar el trámite. Los migrantes regresaron a la oficina para reclamar los tantos faltantes, no tenían costo, pero la empleada les exigió un peso por cada copia.

López aceptó después que pidió el soborno “porque es una costumbre establecida hace tiempo y porque ve que los demás empleados hacen cosa igual”, dijo un funcionario en el interrogatorio de un encargado de investigar la corrupción en la oficina.

“Esto no lo hacen con todas la personas sino únicamente con la gente que ven que traen dinero”, dijo otro empleado, aclarando que, además, el cobro era mínimo comparado con las cantidades exigidas por gestores que ofrecían sus servicios a los repatriados afuera de la oficina. Esperanza López fue despedida, pero no sus compañeros a fin de evitar futuros problemas.

Este pasaje está incluido en el capítulo Los Negocios de la Migración del libro Los Otros, una investigación de Pablo Yankelevich sobre las normas y prácticas migratorias y de naturalización en el México de la primera mitad del Siglo XX.

“El problema de la corrupción en la gestión de la migración es muy muy viejo”, dice Yankelevich en entrevista en su cubículo del Colegio de México.

El profesor del Centro de Estudios Históricos del Colmex revisó documentos del propio departamento migratorio encargado en ese entonces de gestionar la política migratoria que revela los niveles de corrupción en la agencia hace 100 años.

“En todos los niveles, desde los más bajos, una secretaria que pide una propina de un peso para poder llenar el formato, --si no pagas un peso no hay formato-- hasta los niveles más altos que ya tienen que ver con tráfico”, explica Yankelevich.

“El ingreso de orientales, por ejemplo. Migración china que está prohibida, sigue ingresando y ¿cómo siguen ingresando?, a través de cuotas de corrupción”.

La tentación de lo prohibido
Una parte del libro, señala el especialista en temas migratorios y de asilo, tiene que ver con lo que pasa entre lo que la ley prohíbe y lo que la “realidad” permite, y la distancia entre lo que la ley prohíbe y lo que sucede en la realidad está mediada por un espacio de arbitrariedad y corrupción en donde la prohibición alimenta negocios en dos sentidos: se paga para poder cumplir con la ley o se paga para violentar la ley.

“El libro muestra la poca profesionalidad en la política migratoria, gente con muy escasa formación, con muy escasos recursos para echar a andar el control migratorio, reproducimos los tabuladores salariales de esta gente, comparados con los tabuladores salariales de los agentes migratorios norteamericanos, están de uno y otro lado de la frontera.

“Hay determinados momentos donde el agente, por ejemplo, no recibe su uniforme, él tiene que comprar su uniforme, no recibe su caballo, él tiene que comprar su caballo, él tiene que comprar la gasolina para el auto, él no tiene viáticos para hacer control migratorio sobre los trenes y ¿de dónde salen estos recursos? de la corrupción”.

En alguna medida estos problemas de corrupción fueron generados por una una política de migración y naturalización restrictiva, definida por la colindancia de México con Estados Unidos, el mercado de trabajo más grande del mundo.

“Hay un problema en la definición de la política migratoria que tiene que ver con mercados de trabajo y esos mercados de trabajo tienen que ver con Estados Unidos y tienen que ver con una cuestión mucho más grave que es que cuando Estados Unidos entra en crisis le devuelve a México centenares de miles de mexicanos, la crisis de 1930 devolvió cerca de 400 mil mexicanos a México en dos años.

“Si no hay empleo para los mexicanos que se van y no hay empleo para los mexicanos que regresan compulsivamente de Estados Unidos no va a haber empleo para los extranjeros en México. La política migratoria en México tiene que ver con restricciones del mercado de trabajo mexicano, la protección del mercado de trabajo: tiene prioridad el mexicano sobre el extranjero”.

Selección racista
Pero las políticas migratorias en la primera mitad del siglo pasado no solo respondían a lógicas de mercado. El investigador descubrió vectores raciales en la prohibición con el argumento de que no era deseable que ciertas razas o nacionalidades se mezclaran con la población mexicana.

“Hay nacionalidades de orígenes étnicos prohibidos de ingresar a México, al punto de que las prohibiciones son secretas”, dice Yankelevich.

“Por la vía de circulares secretas se prohíbe el ingreso de chinos, africanos, judíos de Europa del este, libaneses; son circulares confidenciales que van prohibiendo orígenes étnicos en el entendido de que no es deseable su mezcla con la población nacional”.

En Los Otros, Yankelevich cita, por ejemplo, la circular confidencial número 157, emitida por la Secretaría de Gobernación en abril de 1934. “Prohibió el ingreso al país de ‘individuos de raza negra africana o australiana, amarilla, mongólica, indoeuropea oriental, de los pueblos del Indostán, de la isla de Ceilán, los individuos de raza aceitunada o malaya’. Además, ratificaba y ampliaba la indeseabilidad de nacionalidades ya estipuladas en otra circular, la número 250, de octubre de 1933, relativa a polacos, armenios, checoslovacos, rusos, sirios, libaneses e israelitas, agregando ahora nuevos grupos: palestinos, árabes, turcos, búlgaros, húngaros, persas, yugoeslavos, griegos, albaneses, argelinos, egipcios y marroquíes.

“Un apartado especial --escribe el especialista-- fue dedicado a los judíos, inmigración ‘que más que cualquier otra, por sus características psicológicas y morales resulta indeseable’”.

Política restrictiva
La paradoja de México; afirma Pablo Yankelevich, es que a pesar de las políticas migratorias restrictivas, en algunos momentos claramente prohibicionistas, siempre hubo una rendija en esa política migratoria que era la persecución política como razón de la migración.

Una de las leyes migratorias más restrictivas que conoció México es la ley de 1936, aprobada durante el Gobierno de Lázaro Cárdenas. Era muy difícil entrar a México legalmente, se prohibía ciertas profesiones, se prohibía ciertas actividades, residencias en ciertos lugares, pero todas esas prohibiciones desaparecían si la persona extranjera era perseguido político. “La excepción era la persecución política”.

Durante el Gobierno de Cárdenas se produce el exilio republicano español. Entran 25 mil republicanos perseguidos por Franco, pero no entran como migrantes, entran como perseguidos políticos, dice Yankelevich.

Se piensa que la puerta abierta a la persecución política es la puerta abierta a la migración y no es así, hasta el día de hoy, subraya.

Hoy, frente a los acuerdos con Estados Unidos y al freno de la migración irregular, mucha gente está apelando a la figura de refugio para quedarse en México.

El problema hoy, dice el historiador, es mucho más complicado porque estamos en presencia de flujos migratorios que no necesariamente tienen un origen exclusivamente económico.

“A diferencia de otros momentos de la historia mexicana donde claramente se podía perfilar a perseguidos políticos, en este momento, esos flujos migratorios toman el nombre de grupos mixtos porque es gente que se está yendo de sus países por razones complejas y combinadas: por pobreza, por falta de oportunidades, pero también por violencia, por violencia no necesariamente política, violencia del orden común, mafias, maras, bandas, ¿cómo discriminar al migrante económico del perseguido?

“México enfrenta hoy un problema enorme, para empezar porque tiene que contener una migración que no quiere vivir en este país, que sólo quiere atravesarlo, pero va a llegar un momento en el que no va a poder avanzar más. ¿Cómo México resuelve este problema que no ha generado?”.

Solución complicada
La solución a este problema es muy complicada, dice el experto, porque obliga a acuerdos regionales en donde uno de los actores centrales tiene que ser el Gobierno norteamericano.

“No es sólo un problema de contención, es un problema también de buscar formas o modelos de cooperación internacional que permitan atender los problemas de origen en las naciones de origen para que la gente deje de migrar. Pero eso es un problema enorme.

“México vive un problema muy serio en todos los sentidos, de violencia, de pobreza extrema, de tal manera que lo que México puede hacer por América Central es muy loable, pero creo que es muy corto, hace falta claramente el interés y la voluntad, a mi juicio, del Gobierno estadounidense para desarrollar una política integral de migración”.

¿Parece que no la tiene...?
“Es sólo contener, rechazar y se acabó, y México está como el jamón del sandwich; es muy grave.

“Aunque México lo quiera resolver no tiene posibilidades de resolverlo. Podrá abrir un poco las puertas, podrá invertir un poco en América Central, invitar al empresariado mexicano a realizar proyectos de desarrollo, pero el principal actor de esto es Estados Unidos, la gente se quiere ir a Estados Unidos.

¿Qué hace Estados Unidos para ayudar a contener esto, para que la gente deje de migrar? ¿Qué responsabilidad tiene los Estados Unidos en esto? Según leo en los periódicos, en el Gobierno del Presidente Trump parece que la única posibilidad es contener al precio que sea, pero eso no es solucionar el problema, eso es parchar, bajar la fiebre, pero no curar”.
 

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