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Hasta luego, querida Raquel

Además de una historiadora destacada, la doctora Padilla Ramos fue muy sensible a numerosas luchas sociales de Sonora; una de ellas fue la de la tribu yaqui; además, fue una de las personas más solidarias con los padres de los niños muertos en la Guardería ABC. Igualmente enarboló luchas feministas y en contra de numerosos políticos corruptos
sábado, 9 de noviembre de 2019 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Con profunda tristeza, nos enteramos de la trágica muerte de la doctora Raquel Padilla Ramos, una de las historiadoras mexicanas más destacadas. El pasado mes de agosto participó en el VI Festival de la Antigua California, con una excelente ponencia sobre la conquista de los yaquis por parte del gobierno mexicano.

Como historiadora sonorense, Raquel tuvo como uno de sus más importantes temas de estudio el devenir de la tribu yaqui, aspecto sobre el cual escribió varios libros. Pero no solo tuvo a los yaquis como tema de estudio, se comprometió con ellos en sus luchas, llegando a destacar como una de las más férreas defensoras de sus derechos. Los políticos le tenían miedo.

LUCHAS SOCIALES
Pero no solo peleó por los yaquis, Raquel fue muy sensible a numerosas de las luchas sociales de Sonora, siendo una de las personas más solidarias para con los padres de los niños muertos en la Guardería ABC. Igualmente enarboló luchas feministas y en contra de numerosos políticos corruptos.

Como historiadora destacó mucho. Raquel era nativa de Hermosillo, donde nació en 1967. Estudió antropología (licenciatura y maestría) en la Universidad Autónoma de Yucatán. Posteriormente realizó un doctorado en etnología en la Universidad de Hamburgo. Fue profesora e investigadora en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (unidad Sonora). También era miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.

Entre sus libros más destacados tenemos, “Los partes fragmentados: narrativas de la guerra y la deportación yaquis”, publicado por el INAH en el 2018, y; “Los irredentos parias: los yaquis, Madero y Pino Suarez en las elecciones de Yucatán, 1911”, publicado por el INAH en el 2011.

PERSONA EXCEPCIONAL
Conocí a Raquel hace algunos años gracias a mi amiga Beatriz Aldaco. En ese tiempo, estaba haciendo un libro sobre el padre Kino y contacté a Raquel para consultarle algunos aspectos sobre el trabajo de Kino en Sonora. Fue cuando iniciamos una muy buena amistad, ya que coincidíamos en muchas cosas. Uno de los aspectos que mucho me sorprendió cuando la conocí fue el hecho de que se defendiera por las críticas que varios intelectuales le hacían por manifestar y practicar el catolicismo. En los medios intelectuales suelen predominar las posturas ateas, las que en muchas ocasiones son intolerantes ante quienes practican una religión, y Raquel pregonaba sin cortapisas su fe católica y su derecho a practicarla.

Después me di cuenta de cómo defendía a varios yaquis que habían sido encarcelados por defender su territorio y su cultura ante proyectos depredadores avalados por el gobierno. Donde mayormente percibí su humanismo fue la manera en que se solidarizó con los padres de los niños muertos en la guardería ABC, así como de otros casos de abusos contra mujeres y personas desvalidas. Mi admiración por ella creció grandemente, y para mí fue ejemplo y motivación.

AMOR A LA FAMILIA
También pude ver el gran amor que Raquel tenía su familia, especialmente a sus tres hijos, dos mujeres y un varón. Recuerdo como me manifestó su orgullo cuando su hija mayor se graduó como historiadora, hace escasamente un par de meses.

Siempre me impresionó su generosidad, su entrega a esas causas que ella consideraba de justicia. Todo su trabajo y compromisos eran por amor, y se daba a los demás solidariamente. Todo esto me pareció de una existencia luminosa, y así era su vida. Sencillez.

La vi por última vez hace un mes, en el Foro de las Misiones del Noroeste de México, donde ella era una de las organizadoras. Me atendió con todo tipo de consideraciones y pude ver el gran respeto y aprecio que tenían por ella sus compañeros de trabajo en el INAH y en el Instituto Sonorense de Cultura.

MUERTE TRÁGICA
Su muerte fue trágica y profundamente injusta: fue asesinada por quien se supone era su pareja. El homicidio es un acto de las mayores injusticias, ya que aunque se castigue al agresor, la víctima jamás volverá a la vida, y ningún acto de desagravio llenará el vacío que dejó, especialmente entre sus familiares y amigos más cercanos. ¿Por qué tiene que morir así gente tan valiosa? Gente que le hace tanta falta a México; gente que con su ejemplo de vida nos hacen ver que vale la pena vivir y luchar por ideales, por principios y valores.

Difícilmente olvidaré a Raquel, todo lo que vi en ella se quedó grabado entre mis valores fundamentales, su ejemplo es una especie de guía, un compromiso de actuar con ese sentido de justicia y solidariadad, con esa honradez y generosidad, esa transparencia que la caracterizaba.

Doy gracias por tu vida, querida Raquel, gracias por el privilegio de haberte conocido, por todo lo que nos dejas con tu ejemplo de vida, por el amor compartido. Seguiré por esa senda que permitió conocernos, seguiré amando todo aquello que nos hizo amigos.

Vaya desde aquí mi más sentido pésame a su familia, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, a los yaquis, a Sonora. Todos hemos perdido un ser humano valioso y maravilloso, que como un cometa brillante, iluminó parte importante de nuestras vidas.
 

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