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La primera Navidad en la Antigua California

La tradición navideña ya es vieja en Baja California, y no le falta mucho para cumplir los 500 años; es una tradición hermosa, parte de las identidades mexicanas y también bajacalifornianas
jueves, 19 de diciembre de 2019 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Aunque no existe ningún testimonio escrito, sabemos que la primera Navidad que se celebró en la península de Baja California, fue la de diciembre de 1535, hace 484 años, en la hoy Bahía de la Paz (Baja California Sur), durante el intento de Hernán Cortés, el fundador de México, por establecer una colonia en la Antigua California.

Cortés venía acompañado de más de trescientas personas, entre ellas tres sacerdotes franciscanos. Ya desde aquellos tiempos, la celebración de la Navidad era un evento importante; por eso, aunque no existe relación que señale dicha celebración, sabemos, con toda seguridad, que se llevó a cabo, ya que Cortés era un personaje católico muy devoto, además de que los franciscanos que lo acompañaban no dejarían pasar una fecha como esa.

El registro más antiguo de la celebración de la Navidad en Baja California data de diciembre de 1539, durante la navegación de Francisco de Ulloa, enviada por Hernán Cortés para completar la exploración de las costas peninsulares.

Esta primera Navidad californiana se llevó a cabo en alta mar, en las naves que comandaba Ulloa, en las que también venían tres franciscanos, quienes dirigieron la celebración.

DIARIOS DE ULLOA Y KINO
Nos dice en su diario Francisco Preciado, uno de los navegantes de Ulloa:

“Comenzamos el día de Navidad a navegar poco a poco con ciertos vientecillos de tierra y comenzamos entre noche y día hasta siete u ocho leguas que nos parece haber hecho poco, rogándome siempre a Dios que nos confirmase aquella gracia y alabando su santa Navidad, y todos los días de aquella pascua nos dijeron misa los frailes en la Capitana y nos predicó el padre fray Raymundo que nos dio no pequeña consolación con animarnos al servicio de Dios”.

El diario no da los suficientes datos para saber si esto ocurrió en la costa de Baja California o Baja California Sur, sabemos que fue en la parte media peninsular, ya que al día siguiente avistaron la Isla de Cedros.

Posteriormente no tenemos registro de otra celebración navideña sino hasta el año de 1683, en la misión de San Bruno, en Baja California Sur, durante el intento que hicieron el almirante don Isidro de Atondo y Antillón y el célebre misionero Eusebio Francisco Kino.

Sobre esta Navidad, Kino nos dice en su diario:
“24-dic-1683 …antes y después de misa repartimos pinole y maíz y otras cosillas a los naturales. A la tarde y casi toda la noche hubo fiesta y música, y luces y danzas en la iglesia; y un poco después de media noche tres misas.

25-dic-1683 … día de pascua de Navidad hubo otras tres misas este día, y el otro siguiente vinieron a vernos más de 50 indios nuevos, muchas mujeres con sus chiquillos, y unos venían desde lejos … todo con mucha viveza de su buen natural y mucha docilidad”.

NAVIDAD EN SANTA GERTRUDIS
En lo que hoy es el Estado de Baja California, la primera Navidad que se celebró, sin ningún tipo de dudas, fue la ocurrida en diciembre de 1751 en la misión de Santa Gertrudis, la primer misión establecida en dicho Estado, entre los indios cochimí.

En dicha fecha, el titular de la misión era el jesuita Jorge Retz. Para esta celebración el padre Retz convocó a todos los indios de las rancherías pertenecientes a la jurisdicción de su misión. Mató varias reses para alimentarlos, preparó frutos secos y otros alimentos, además de que organizó procesiones, días de oración, y posiblemente, no sabemos, alguna pastorela y un nacimiento.

Igualmente, es posible que haya formado un pequeño coro con música navideña del siglo XVIII, quizá algunos villancicos ya que eran sumamente populares en esa época, especialmente los de Sebastián Durón (1660-1716).

Aprovechando esos días navideños, el padre Retz realizó varios bautizos previos a la celebración, el día 23 de diciembre. Así tenemos que bautizó solemnemente a la niña Ana María Maché Kalai, hija de Segismundo Maché y Teresa María Kalai, cuyo padrino fue don Hilario Alarcón, soldado de la misión. Los apellidos de estos indígenas son todos de origen cochimí.

A pesar de que el padre Retz apenas tenía unos pocos meses al frente de esta misión, se esforzó lo mejor que pudo para celebrar con toda dignidad el nacimiento de Jesús, cuya filosofía y enseñanzas era la razón de la presencia misionera en la región.

¿Cuál habría sido el sentir de los indios cochimí ante una celebración tan importante como ésta? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que esta celebración fue parte de los inicios de la cultura occidental en nuestra tierra, y es una tradición que continúa hasta nuestros días y esperamos que nunca se pierda.

Posteriormente, a medida que la cadena de misiones avanzaba hacia el norte la Navidad de fue celebrando en todos los puntos de nuestro hoy Estado y alcanzó hasta la Alta California, en donde los misioneros franciscanos establecieron 21 misiones.

Incluso, en los ranchos del siglo XIX, cuando las misiones se acabaron, se siguió celebrando la Navidad, hasta que surgieron las ciudades.

TRADICIÓN AÑEJA
Como vemos, la tradición navideña ya es vieja en Baja California, no le falta mucho para cumplir los 500 años. Es una tradición hermosa, parte de las identidades mexicanas y también bajacalifornianas. El proceso misional es parte de la construcción de nuestro país, especialmente del noroeste y de Baja California.

Amar nuestras tradiciones es parte del amor a nuestra tierra. Esas tradiciones encierran una serie de valores que surgen del cristianismo católico que mucho enriqueció a nuestro país.

De hecho, muchas de nuestras leyes e instituciones siguen teniendo sus bases en los valores humanos y sociales que se desprendieron del cristianismo.

Tradiciones como la Navidad, los Reyes Magos, la Semana Santa, la celebración de la Virgen de Guadalupe, las numerosas fiestas patronales, entre muchas otras, son esencia de nuestra identidad; sin ellas nos desdibujaríamos.

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