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Homenaje al ingenio y la fe

Un recuento histórico y arquitectónico de la Catedral de Nuestra Señora de París
martes, 16 de abril de 2019 · 00:00

Ma. Eugenia Bonifaz/Colaboración
Ensenada, B. C.

Muchos de ustedes han visitado la hermosa catedral de Notre Dame en París, o la conocen por referencia.

Aunque no creo poder hacerle justicia, intentaré abordarla en lo esencial y daré mi apreciación acerca de su existencia por haber tenido contacto directo, haberla recorrido en teoría con la guía magistral de la historiadora, Dra. Elsa Maldonado, y, porque además del inmenso valor arquitectónico, histórico y artístico que posee, tiene un valor especial para mí a través de la obra de Víctor Hugo y haberla visitado por primera vez con mis padres.

Declinaba el siglo XII cuando Mauricio de Sully, obispo de París, proclamó la visión de una catedral que debería erigirse en el sitio que ocupara la iglesia románica anterior, dedicada a San Esteban, ubicada en la Isla de la Cité en el corazón de París que, a su vez, se había construido sobre un antiguo templo dedicado a Júpiter.

Lo románico, estilo austero, de proporciones sólidas y espacios oscuros, daría lugar al gótico: un vuelo de la imaginación que concebiría estructuras monumentales, aligeradas por vanos cubiertos por vitrales policromados que dan paso a la luz a semejanza de piedras preciosas ofrecidas al cielo, cual resplandor solar símbolo de la luz divina.

En 1163 el Papa Alejandro III colocó la piedra fundamental, pero Sully murió en 1196 antes de verla terminada. Según unos, en 1285 estaba concluida; otros, aseguran que en 1345, en este orden: coro 1182; nave 1208; frente y torres 1225-50; capillas 1235-1250; transepto 1250-1267: capillas alternas 1235, 1330.

A través de su construcción las diferentes etapas se armonizaron perfectamente y desde un principio fungió como templo cuando se terminaron el coro y el ábside. Ahí convocó a la Tercera Cruzada, Hervelio en 1185. Siglos más tarde sufrió serios daños causados por los hugonotes en 1548; en ella se celebraron las bodas del delfín Francisco y María Estuardo en 1558; las de Enrique de Navarra y Margarita de Valois en 1572.

Durante el reinado de Luis XIV (1638-1715), en un afán de reformarla y modernizarla, se rompieron los vitrales, destruyeron tumbas y un nuevo altar se construyó, más elevado que el anterior. Esto último fue un acierto, pero aunque parezca increíble, después de quince años de reconstrucción, la pintaron de blanco en el interior. En 1793 los revolucionarios derribaron la galería de los reyes hebreos de la fachada oriental, robaron el tesoro, la usaron de bodega. Sin más criterio que endiosar a la soberbia que los embargaba, la dedicaron al culto de La Razón y, tal vez temerosos de haber ido muy lejos, también a un Ser supremo.

Napoleón se coronó ahí en 1804; Víctor Hugo publicó su famosa novela Nuestra Señora de París en 1831. ¿Quién que la haya leído no recuerda con ternura a Quasimodo enamorado de Esmeralda, ocultando su retorcido rostro entre las gárgolas? A pesar del gran interés que esta obra despertó entre los historiadores y un gran arquitecto, Eugenie Emanuel Viollet-le-Duc, que abogó por preservar y restaurarla, librándola de la pintura, fue incendiada en 1871 durante la revolución de la Comuna. Ya restaurada, en 1909 se beatificó en ella a Juana de Arco. Por desgracia, en un aciago día, 11 de febrero de 1931, Ma. Antonieta Rivas Mercado se suicidó ahí de un balazo. Esto último, por supuesto, ha sido borrado de todo registro de la catedral, pero confío plenamente en que haya comprensión y consuelo en el cielo para un ser desesperado.

En sus siglos de vida la catedral ha sido testigo de gran parte de la historia de su país en todos sus niveles y compañera íntima de las almas que a ella han llegado en busca de refugio físico y espiritual.

DETALLES ARQUITECTÓNICOS
Pero volvamos a sus inicios y empecemos por su planta, sueño de Sully o de un maestro masón incógnito y de muchos otros que los siguieron por ese camino de piedra y cálculo, de luz y macizo, de imaginación convertida en realidad.

El gran rectángulo de Notre Dame, que mide 130 m a lo largo y 48 de ancho, de forma basilical con cinco naves y curvatura que constituye el ábside, está orientado como era prescrito desde tiempos inmemorables que se orientaran los templos: con la cabecera hacia la salida del sol, cuyo significado era el nacimiento de la luz divina. La altura de su bóveda alcanza 35 metros.

En total la abrazan 36 contrafuertes, siendo los del ábside los que le dan mayor belleza en la parte posterior. A cualquier hora impresionan, pero más, de noche, al ver el juego de luces que los destacan, especialmente los que se contemplan reforzando el cimborrio.

Del transepto al ábside hay seis pilares en la nave central, seis en la colateral y en el ábside existen diecisiete pilares para solucionar el radio que se abre. Toda ella es de cantera traída de depósitos no lejanos al sitio. La bóveda es formidable con su innovación de nervaduras triangulares y sutiles arcos transversales convirtiéndola en sexpartita. El ábside ostenta ocho nervaduras. Sólo de imaginarse la labor y el peligro que debe haber sido el completarlos, nace un sentimiento de asombro y respeto, sobre todo, si consideramos que no se poseían entonces los elementos mecánicos con que hoy cuenta la arquitectura. Por encima del alfiz de arcos de tres vanos, se encuentran los vitrales. El lado sur y el lado norte difieren de manera que sería largo enumerar; sólo con detallada observación se pueden apreciar.

El doble deambulatorio colocado al este, contiene vitrales estupendos. El coro es bellísimo, labrado en madera policromada con escenas de la vida de Cristo.

El exterior es tan rico que por cuestión de espacio no puedo describirlo plenamente. Son tres los portales frontales: el del centro muestra a Cristo en majestad sobre el Juicio Final; en los derrames apóstoles en esculturas exentas, y en los zoclos, vicios y virtudes en alto relieve.

En el tímpano norte vemos la Dormición y Coronación de la Virgen en lo alto. En el sur, a la Virgen con el niño en el trono.

La preciosa aguja que remata el cimborrio fue agregada en 1845 por el arquitecto Viollet-le-Duc, así como la Sacristía, y numerosas gárgolas y estatuas de los apóstoles que descienden por el techo. Se dice que una de estas últimas lleva su rostro que dejó como firma.

FE Y ESPERANZA
Recorrer el espacioso templo, acariciar con la vista sus muros, palpar su evolución, adentrarse en detalles, es un camino que exige mucha atención, pues tiene cientos. A medida que se avanza van comprendiéndose mejor los trazos, su porqué, y el pensamiento asciende como sus columnas, pilares y nervaduras hasta percatarse de la grandiosidad que se contempla.

El sueño de Mauricio de Sully se siguió lo más fielmente posible a través del tiempo. La mano del hombre guiada por su fe, ambición, orgullo, talento y tenacidad ha sido capaz de construir monumentos magníficos en su afán de materializar un credo que lo acercara, escalando alturas, a lo excelso, a la luz, a Dios. En su dicotomía conocedora del bien y el mal, no vaciló en tener presentes a los diablos petrificándolos en gárgolas horrendas… y ahí están conviviendo, como en el mundo real, con todo lo santo y divino e irremplazables obras de arte.

Sin embargo, Víctor Hugo también soñó e hizo al mundo recapacitar al presentarnos al hombre gárgola, pero de limpio corazón: recordándonos que la bondad no radica necesariamente en la belleza, como aludiera Platón e insistieran los neoplatónicos.

A pesar de esa excepción, reconocemos que el poder de la armonía, sea en un rostro o en las líneas de un templo, subyuga. Una nave gótica hace que la vista inevitablemente se dirija a lo alto, a la luz maravillosa de sus vitrales que los traspone en un día claro y que el corazón dé, sencillamente, las gracias.

No podemos dejar de mencionar que en una capilla axial a lado izquierdo se encuentra nuestra muy visitada Virgen de Guadalupe, en efecto, es la imagen que tiene a sus pies más veladoras. Todos los 12 de diciembre se dice Misa de tres sacerdotes con numerosa concurrencia de muchos compatriotas que ahí coinciden por diversas razones, y no han faltado los mariachis que le llevan las mañanitas y la celebran a lo grande en el corazón de París, dentro, y fuera de la catedral.

Notre Dame no es solamente un gran edificio gótico, es un homenaje a la fe y también a la perseverancia de los hombres. De volver a París, la contemplaría con nuevos ojos, como si fuera la primera vez…

Así escribí hace quince años. Desgraciadamente, un aciago 15 de abril de 2019, Notre Dame ardió y el corazón arde también con dolor del que renace la esperanza, pues Notre Dame resurgirá, no importa cuánto tiempo tome, resurgirá más fuerte y gloriosa que nunca. Así lo deseamos todos los que de lejos o de cerca, de día o de noche, en algún momento en ella hemos orado o la hayamos contemplado. Francia y el mundo entero responderá, no la dejará sucumbir.


Símbolo de fe y cultura
NOMBRE: Notre Dame de París, que significa Nuestra Señora de París.

CONSTRUCCIÓN: El edificio se yergue en la Île de la Cité, una pequeña isla en el río Sena, en París. Se comenzó a construir en 1163, y sus dos enormes torres fueron concluidas alrededor de 1245, pero la catedral no fue terminada sino hasta principios del siglo XIV. Su aguja central fue añadida en el siglo XIX.

MEDIDAS Y DISEÑO: El interior de la catedral mide 130 x 48 metros (427 x 157 pies). La estructura principal mide 64 metros (211 pies) de altura. Los tres afamados rosetones se remontan al siglo XIII.

REVOLUCIÓN FRANCESA: Tras la Revolución Francesa, la catedral fue declarada “Templo de la razón” como parte de un movimiento anticlerical. Todas las campanas originales fueron destruidas, salvo una, de nombre Emmanuel y 13 toneladas de peso.

RESTAURACIÓN: En 2013 la catedral celebró sus 850 años con una restauración del órgano. Cada uno de los casi 8, 000 tubos, algunos de los cuales se remontan al siglo XVIII, fue limpiado individualmente. Nueve campanas gigantescas reemplazaron a las del siglo XIX.

VISITANTES: Aproximadamente 30, 000 personas diarias visitan la catedral.

FUENTES: Enciclopedia Electrónica Columbia, 6ta Edición, 2019; Encyclopedia Britannica; The Associated Press; http://www.notredamedeparis.fr/en/la-cathedrale/
 

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