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Ensenada en la primera mitad del siglo XIX

Antes de su fundación como ciudad, Ensenada de Todos Santos fue un rancho ganadero; uno de tantos de origen misional repartidos por el territorio, cuyos habitantes, como Antonio Meléndrez, ayudaron a defender la península de Baja California de los flibusteros estadounidenses y a consolidarla como futuro Estado de la República Mexicana
miércoles, 19 de junio de 2019 · 00:00

CARLOS LAZCANO/EL VIGÍA
carloslascano@ehotmail.com | Ensenada, B. C.

El rancho de la Ensenada de Todos Santos

Cronología
1804. El 2 de marzo, don José Manuel Ruiz solicitó al gobernador José Joaquín de Arrillaga, la concesión del paraje de la Ensenada de Todos Santos, con objeto de establecer un rancho ganadero para ayudarse en el mantenimiento de su familia.

1805. El 15 de julio, el sargento Estanislao Salgado dio la posesión a don José Manuel Ruiz del paraje de la Ensenada de Todos Santos. De esta forma la bahía tuvo su primer dueño formal bajo las reglas de la Corona española. El predio concesionado a Ruiz constaba de dos sitios de ganado mayor, lo que actualmente serían 3 mil 510 hectáreas. Hay que considerar que hasta ese tiempo la bahía era ocupada por temporadas por los indígenas kumiai, sus habitantes milenarios, los cuales poco a poco fueron siendo desplazados.

1824. José Manuel Ruiz traspasa a su yerno Francisco Javier Gastélum la posesión del paraje de la Ensenada de Todos Santos. Gastélum se fue a vivir con su familia al predio, y construyó la primer casa que hubo en Ensenada, la que se localizaba en la actual esquina de las calles Tercera y Gastélum, donde se encontraba en antiguo mercado público. Gastélum y su familia fueron los primeros habitantes permanentes de Ensenada.

LOS RANCHOS
La Ensenada de Todos Santos, otorgado a Ruiz, fue el primero de una serie de ranchos, la mayoría de origen misional, que fueron siendo concesionados, a lo largo del siglo XIX, a los antiguos soldados misionales a manera de pago por sus muchos años de servicio, ya que a estos soldados casi nunca se les cubrió un salario.

1848. Don Manuel Clemente Rojo llega a Baja California. Don Manuel fue uno de los personajes más importantes en la península durante la segunda mitad del siglo XIX. De origen peruano, encalló su embarcación en la playa del Socorro, cercana al Rosario, cuando se dirigía a la Alta California para participar de la fiebre del oro. Desde sus primeros días en la región, empezó a interesarse por su historia y personajes. Más adelante tendría una participación importante en la política regional, tanto en el sur como en el norte.

SANTO TOMÁS, SEDE DEL PARTIDO NORTE
Cuando México perdió la injusta guerra que le provocara los Estados Unidos (1846-1848), fue despojado de más de la mitad de su territorio. A consecuencia de este trauma, en 1848 el presidente de la república José Joaquín de Herrera decretó el establecimiento de colonias militares a lo largo de la nueva frontera del norte, con el fin de prevenir de futuros ataques. Así en 1849, el jefe político de la península Rafael Espinosa nombró al capitán Manuel Castro comandante de la colonia que se establecería en el norte bajacaliforniano.

1850. En marzo el capitán Manuel Castro establece la colonia militar en El Rosario. Contaba con 25 soldados y 34 indígenas. A los pocos meses, en noviembre, la colonia es cambiada a la ex misión de Santo Tomás, debido a problemas de abastecimiento de agua. Así, durante varios años, Santo Tomás fungió como sede del Partido Norte de la Baja California.

1851-1853. Para substituir a Manuel Castro es nombrado con el carácter de subjefe político provisional de La Frontera Francisco del Castillo Negrete. En octubre llega a Santo Tomás, pero lo desconoce la gente de Manuel Castro. Finalmente, en mayo de 1852, Castro y sus gentes son sometidos, siendo restituido como subjefe político Francisco del Castillo Negrete. En enero de 1853 es derogado por el nuevo presidente de la República, general Antonio López de Santa Anna, el decreto de que establecía las colonias militares.

ANTONIO MELÉNDREZ Y LA REPÚBLICA DE BAJA CALIFORNIA

Entre 1848 y 1853 México perdió más de la mitad de su territorio (Texas, Alta California, Nuevo México, La Mesilla) a manos de los Estados Unidos. Sin embargo hubo sectores en dicho país que no quedaron satisfechos y buscaron la manera de apropiarse de mayores superficies.

Fue así que surgieron desde los Estados Unidos varios grupos de filibusteros que buscaban arrebatar a nuestro país nuevos territorios. Entre éstos destacó el filibustero William Walker, quien entre 1853 y 1854, invadió desde San Francisco, California la península de Baja California, con el fin de convertirla en república independiente, y posteriormente anexionarla a los Estados Unidos.

1853. El 16 de octubre de octubre el abogado estadounidense William Walker, al mando de 45 filibusteros invadió por mar la península de Baja California, apoderándose del puerto de La Paz, el 3 de noviembre. Ocupó la Casa de Gobierno y declaró formalmente establecida la república libre, independiente y soberana de Sonora y Baja California, para lo cual izó una bandera roja y blanca con dos estrellas, las que simbolizaban a los dos territorios. Sus mismos filibusteros lo eligieron presidente. Walker se apoderó del jefe político. A los pocos días, ante la amenaza de que serían atacados, Walker y sus hombres se van al norte peninsular llevándose prisionero al jefe político.

El 29 de noviembre desembarcó en la Ensenada de Todos Santos, que en ese entonces solo la habitaba Don Pedro Gastélum y su familia. Walker se apoderó de la casa de Francisco Javier Gastélum y estableció en ella su cuartel general, al que denominó Fuerte McKibbin. Al estar muy cerca de California, Estados Unidos, estuvo promoviendo su proyecto filibustero y así se le fueron uniendo más hombres, hasta reunir, a principios de 1854 una fuerza de 600 filibusteros, así como dos pequeñas piezas de artillería.

El subjefe político Francisco del Castillo Negrete presentó poca resistencia a Walker y desalentado por la falta de armas y hombres, huyó a San Diego, California. Fue cuando surgió la presencia del ranchero Antonio Meléndrez, quien con solo 40 hombres decidió hostilizar sin descanso a los filibusteros.

1854. En el fuerte McKibbin, Walker volvió a declarar la República de Sonora y Baja California. Ante la poca acción que veían los filibusteros, y la falta de un botín, empezó a haber deserciones entre las filas de Walker, y así decidió moverse de Ensenada e ir hacia Sonora, en donde supuestamente encontrarían oro.

El 17 de febrero llegaron a San Vicente y obligaron a sus pocos habitantes a firmar un documento en donde supuestamente se adherían a la nueva república. El 20 de marzo continuaron hacia Sonora. En todos estos movimientos fueron constantemente hostigados por Meléndrez y su gente.

En el Paso de San Matías, ubicado entre las sierras de San Pedro Mártir y Juárez, con el apoyo de 300 indígenas, Antonio Meléndrez sorprendió a Walker, ocasionándole muchas bajas y deserciones. Finalmente, cerca de donde hoy está Tijuana, Walker logró cruzar a Estados Unidos, escapando así de la fuerte persecución a la que lo sometieron Meléndrez y sus hombres. Este fue el fin de la efímera República de Sonora y Baja California.

De esta manera la península de Baja California se salvó, una vez más, de caer en las manos de Estados Unidos. Este fue un intento muy serio, que fracasó gracias al ánimo y la voluntad de Antonio Meléndrez y sus hombres.

Meléndrez debería tener un mayor reconocimiento como uno de los patriotas más importantes de Baja California.

 

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