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La página negra de la historia

El Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado por Antonio López de Santa Anna hace 173 años, resultó en la pérdida de más de 2 millones de km2, a cambio de un pago por 15 mdd de EU por daños al territorio mexicano durante la guerra
sábado, 27 de febrero de 2021 · 03:37

Carlos Lazcano/COLAORACIÓN
clazcano@elvigia.net | Ensenada, B. C.

Durante un proceso de casi 300 años, México se fue formando, empezando en 1519 con la llegada de Hernán Cortés, quien sentó las bases que desembocaron en nuestro país. En esos casi tres siglos fue surgiendo el mestizaje, tanto cultural como racial que nos caracteriza, y se fueron dando esos valores que hoy nos conforman y definen. Una de las herencias que nos dejó España al formarnos, fue un vasto territorio mucho más extenso que el actual.

En 1821, cuando México nació como país independiente, contaba con una superficie de casi 5 millones de kilómetros cuadrados. Tal extensión incluía buena parte de lo que hoy son los Estados Unidos: California, Nuevo México, Arizona, Colorado, Utah, Nevada, parte de Oklahoma, Texas y Wyoming, de hecho colindaba con Oregon. Por el sur comprendía casi toda Centroamérica y tenía frontera con Panamá, que en ese tiempo era parte de Colombia.

En nuestros días contamos con un poco menos de 2 millones de kilómetros cuadrados. A lo largo de la historia hemos perdido más de la mitad del territorio con que nacimos como nación, debido parcialmente a la voracidad territorial de nuestros vecinos del norte, que en buena parte se expandieron a costa de nuestro país, aprovechando nuestras debilidades como nación y como pueblo. Pero sin lugar a dudas la principal responsabilidad por esa pérdida recae en los mexicanos de ese tiempo, por no haber sabido integrar un territorio y una herencia tan vasta. Como lo mencionaba, formar a México le llevó a los españoles casi 3 siglos y nosotros despilfarramos esa herencia dejando que en unos pocos años los estadounidenses nos quitaran más de la mitad de nuestra superficie original.

Hace 173 años fue cuando sufrimos la más grande pérdida de territorio, cuando fue firmado por nuestro gobierno y el de los Estados Unidos el tratado de Guadalupe Hidalgo, un dos de febrero del año de 1848, poniendo así fin a la guerra de intervención estadounidense, la que perdió nuestro país, gobernado entonces por Antonio López de Santa Anna. En este tratado se estableció que México cedería más de la mitad de su territorio. Como compensación, los Estados Unidos pagarían 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano durante la guerra. Por esa cantidad nuestro gobierno cedió más de 2 millones de kilómetros cuadrados, exactamente 2 millones 378 mil 539 kilómetros cuadrados.

Las negociaciones del tratado fueron largas y complicadas. El mayor éxito de los representantes mexicanos fue conservar la Baja California y unirla a través de un puente de tierra a Sonora, ya que la península era ambicionado por los estadounidenses desde tiempo atrás. El tratado fue firmado en la villa de Guadalupe Hidalgo, entonces muy cercana a la ciudad de México, el día 2 de febrero de 1848. El contenido del tratado le es notificado al presidente estadounidense el día 19, que lo envió al Congreso, donde es aprobado el 10 de marzo. Paralelamente, De la Peña y Peña logra reunir al Congreso mexicano en Querétaro. Don Luis de la Rosa presentó ante él una amplísima “Exposición”, documento que por su realismo y patriotismo, convenció a la mayoría de los diputados a favor del tratado de paz, aún a pesar de quienes pretendían continuar la guerra. El Tratado fue ratificado y canjeado por ambas partes ese mismo año. El 30 el mayo de 1848 queda establecida la paz entre las dos naciones.

Cultura de despilfarro
El Tratado de Guadalupe Hidalgo consta de 24 artículos, más varios transitorios, y en ellos se defienen las condiciones en como será tratada y definida la nueva frontera entre los dos países, así como se tratará a los mexicanos que vivían en la zona que perdimos, y como serán los pagos de indemnización a nuestro país.

Es impresionante constatar cómo, mientras los estadounidenses nos mutilaban la patria, los grupos políticos seguían pelénadose por el poder, cada quien buscando su propio beneficio, y sobre todo quedarse con el poder. Poco importaba que la nación se estuviera deshaciendo. Cualquier parecido con la realidad actual, me imagino que es pura coincidencia.

Una de las lecciones que nos deja esta historia (y que no hemos aprendido) es como los mexicanos seguimos despilfarrando nuestros recursos, seguimos siendo irresponsables ante los recursos de nuestra nación, ejemplos hay muchos: el petróleo, los bosques y nuestras áreas naturales, el mar, los ríos, nuestro patrimonio histórico y arqueológico, y tantas cosas más. Todos estos recursos, bien administrados deberían generar riquezas para México, pero en realidad solo las ha generado para unos cuantos, y cada vez más para extranjeros, y si seguimos así pronto se acabarán y podríamos caer en una situación parecida a la que ha caído Haití, o varios países africanos, en que explotaron irresponsablemente sus recursos (u otros los derrocharon por ellos), y ahora ya no tienen manera de recuperarse. Son países sin futuro, que dependen de la caridad internacional y por lo tanto son dependientes.

Sin embargo, el derroche más grande que estamos haciendo y que dejamos se pierda de una manera irresponsable es el humano. En nuestro país no se invierte en la gente, su recurso más importante. Con esto me refiero a que no se invierte en educación, en desarrollo científico o tecnológico. No se invierte en mejorar la tan ineficiente educación con que hoy contamos. Por eso muchos mexicanos se van a otros países en donde sí se les brindan mejores oportunidades y donde sí se invierte en la gente.

En nuestro país se prefiere tirar el dinero en los partidos políticos, en el INE, en sostener una costosísima burocracia improductiva, en alimentar la corrupción, en mentir, en imagen de los políticos y funcionarios, y en tantas cosas que no nos sirven para nada. Por eso seguiremos teniendo generaciones perdidas.

Y con esas generaciones perdidas cada vez perdemos más nuestro país. Ciertamente es un tanto absurdo celebrar el “bicentenario” ya que en estos días nuestra país es cuando más depende de lo que le indiquen los Estados Unidos. Nuestro políticos nos han ido vendiendo a tal grado que en nuestro país no se mueve ni una hoja de un árbol sin la voluntad de nuestros vecinos.

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