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Un sitio mítico cochimí Las Pintas, a unos 50 kilómetros al sur de El Rosario, despliega en sus muros obras de petrograbado y arte rupestre, elaborados por los antiguos habitantes de la zona
miércoles, 14 de abril de 2021 · 01:08

Carlos Lazcano/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Las Pintas es uno de los sitios de arte rupestre más interesantes del norte de Baja California. Se localiza a unos 50 kilómetros al sur de El Rosario, cerca de la antigua misión franciscana de San Fernando Velicatá.

Aunque consta en buena parte de petrograbado, también incluye algo de pintura rupestre. El estilo artístico de este sitio es abstracto por completo, lleno de figuras emblemáticas y simbólicas, entre las que destacan los diseños que representan las tablas utilizadas por los curanderos y hechiceros de los antiguos californios. Estas tablas eran utilizadas para llamar a espíritus en ceremonias de curaciones o de otra índole, son descritas por los misioneros, pero también existen algunas que han llegado hasta nuestros días.

La mayoría de los petrograbados se encuentran expuestos en rocas calizas de origen marino, las que están llenas de fósiles de moluscos, como caracoles y fragmentos de arrecifes. La edad de estas rocas es del cretácico, de hace unos 80 millones de años, cuando no lejos de aquí, por el rumbo de El Rosario había una costa en donde vivían varias especies de dinosaurios.

Los autores de este arte rupestre fueron los antiguos cochimí, quienes llegaron a extenderse desde El Rosario hasta Loreto, siendo el grupo originario que mayor territorio ocupó en la península. Hay que recordar que el primer intento de poner una misión en Baja California fue precisamente entre los grupos cochimí del sur, en San Bruno, cerca de Loreto, por parte del padre Eusebio Francisco Kino, allá por el año de 1683, intento que fracasó y la misión solo duró hasta principios de 1685.

En lo que es nuestro estado los cochimí empezaron a ser evangelizados por el padre Fernando Consag desde el año de 1737, cuando da los primeros pasos para establecer la misión de Santa Gertrudis, la que originalmente recibió el nombre de Nuestra Señora de los Dolores del Norte. Consag mantuvo contacto incluso con los cochimí de Bahía de los Ángeles, e incluso de San Luis Gonzaga.

La región donde está ubicado el sitio de Las Pintas llegó a depender de la misión de San Fernando Velicatá, por lo que fueron los misioneros franciscanos quienes iniciaron la evangelización entre ellos. Fray Junípero Serra fundó San Fernando Velicatá en mayo de 1769, y dejó encargado de la misión a fray Miguel de la Campa, quien tuvo los primeros contactos evangelizadores.

Flora y fauna espectacular
En Las Pintas no todo son representaciones abstractas, también elementos de la flora y la fauna bien representados, así como algunos antropomorfos. De hecho la razón por lo que este sitio fue ocupado por los cochimí durante un tiempo inmemorial fue porque contaba con los elementos naturales que permitían a estos indígenas sustentarse sin muchos problemas.

En el sitio corre un arroyo que suele llevar agua casi todo el año, además de una serie de cuevas y abrigos de piedra, lo que permitió que los antiguos cochimí habitaran este sitio y plasmaran en él algunos elementos de su cultura a través del arte rupestre.

Desde luego, no solo hay evidencia de ellos a través del arte rupestre, también se encuentran otros vestigios: desde restos de fogatas, campamentos, conchas y piedras, las cuales hablan de las formas de vida que ellos tenían hace muchísimos años. Y respecto a la edad de este arte rupestre, no existe aún ningún estudio que lo haya determinado. Solo sabemos que son prehispánicas, pero nada más.

La región que rodea a Las Pintas es hermosa, llena de cirios, cardones, pitayas, yucas, choyas, jojobas, biznagas, agaves y muchas otras plantas características de esta parte. Sus cerros calcáreos destacan, sobre todo porque se encuentran rodeados de afloramientos de rocas volcánicas y areniscas. La caliza es una roca que no abunda en Baja California, y destaca por su color grisáceo claro, y sobre todo por su abundancia de fósiles.

Como ya dijimos esta roca es de origen marino y se originó en esta parte gracias gracias a que durante el cretácico hubo aquí mares lo suficientemente cálidos y con poca profundidad para poder desarrollar extensos arrecifes. Los vestigios de este antiguo mar son las rocas que hoy vemos y que hace miles de años los cochimí utilizaron como lienzos de piedra para plasmar en ellos, a través de sus pinturas y grabados, todos sus temores y esperanzas, todo lo que les daba sustento y los ayudaba a seguir viviendo en este medio tan hostil.

Bajo el mismo cielo
Como siempre lo hago cuando encuentro un sitio que me gusta, varias veces he regresado y acampado aquí. Por la noche, al encender la fogata evoco las miles de veces que lo hicieron los cochimí, de hecho repito ese mismo ritual de encender la fogata, el que representaba parte de esa vida. La fogata siempre representa el calor que da vida, que alimenta, que protege del frío, que ayuda. Lo mismo ocurre con las estrellas. Al estar por la noche, frente a ellas, observándolas, viendo a la Vía Láctea, viéndolas como discurren por el firmamento, viéndolas igual que las veían los cochimí hace miles de años. Si aún hoy ese cielo lleno de estrellas evoca y estremece, muchas veces me he preguntado qué tanto estremecería a los antiguos, qué tanto los dejaría pensando.

Combinar sitios maravillosos y naturales como este, con la noche, ciertamente es algo que vale la pena. No solo es la fogata y el Universo con sus estrellas. También es la fauna, ya que muchos animales se dejan ver más bien de noche: así nos tocó alimentar a la rata canguro y escuchar a los coyotes aullar a lo lejos, sentir el vuelo de los murciélagos en su caza nocturna en busca de insectos.

Estar en sitios como Las Pintas ciertamente es un privilegio. Y lo es porque el sitio aun permanece como lo dejaran los antiguos cochimí. Es decir, la mano del hombre moderno prácticamente no lo ha tocado. Esa es una razón por la que no siempre doy la información de cómo llegar a sitios como este, ya que se encuentran expuestos al saqueo y al vandalismo, sobre todo de los “busca-tesoros”, ya que suelen actuar como verdaderos depredadores, destruyendo todo lo que encuentran con tal de encontrar un supuesto “tesoro”. Y el tesoro ahí está, son las pinturas, son el sitio bien conservado, es la naturaleza en todo su esplendor, pero no todo mundo lo ve así. Las Pintas se ha conservado más o menos intacto precisamente porque no hemos divulgado como llegar a él. Y es una lástima ya que vale la pena que más gente lo conozca, pero lo primordial es no ponerlo en riesgo.

Yo por eso, desde ya hace muchos años, aplico las reglas de los que amamos a la naturaleza: a) no matar nada, más que el tiempo; b) no dejar nada, más que las huellas de los pies, y c) no tomar nada, más que fotografías. De hecho procuro dejar los sitios tal como los encontré, es decir, que no se note mi huella, que los siguientes visitantes no se den cuenta de que ahí estuve. Aún más, si alguna vez llego a encontrar basura, me la traigo y procuro dejar el sitio tal como me hubiera gustado encontrarlo, sin basura, sin rastros de ningún tipo, más que de los antiguos. Ojalá que todas las personas respetáramos así nuestras herencias naturales, históricas y culturales.
 

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