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Confianza y esperanza

Esta península fue fundada por hombres que dieron su vida por ella, confiando absolutamente en esta tierra y sus grupos indígenas
martes, 18 de enero de 2022 · 00:50

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

A partir de su descubrimiento en 1533, seguirían 150 años de intentos fracasados por fundar una provincia en la península de California, hoy Baja California.

Todos estos intentos fallaron debido a que perseguían fines comerciales, pero la falta de recursos naturales se impuso ante la imposibilidad de hacer sustentables estos proyectos.

La mayoría fueron llevados a cabo por empresarios, quienes buscaban hacer redituables sus proyectos a través de la explotación de las perlas en el Golfo de California.

ACERCAMIENTO CON LA POBLACIÓN
A fines del siglo XVII los misioneros jesuitas fijaron su atención en la península, pero no buscaron el negocio o la ganancia económica. Ellos buscaron a los seres humanos que vivían ahí desde un tiempo inmemorial, es decir a sus grupos indígenas.

Y no los buscaron para esclavizarlos o someterlos, como algunos historiadores lo mencionan, sino para ofrecerles mejores formas de vida con la evangelización.

Fue así que llegaron personajes como Eusebio Francisco Kino, Juan María Salvatierra, Juan de Ugarte, Francisco María Pícolo, Clemente Guillén, Fernando Consag, Wenceslao Linck, y muchos más, quienes fueron fundando esta tierra, sentando las bases de lo que hoy somos.

La razón principal de la presencia de los misioneros en la península de la Antigua California fueron los indígenas, es decir sus seres humanos.

Los misioneros jesuitas que llegaron a nuestra tierra se encontraban muy bien preparados, eran personajes con un alto nivel de estudios y de familias bien acomodadas, incluso algunos de ellos habían pertenecido a la nobleza. Y sin embargo renunciaron a sus títulos, cómodas posiciones, a su familia y a su patria para venir al desierto y dedicar sus vidas a los indios.

Aceptaron sufrir una vida de incomodidades para venir a fundar una nueva tierra en medio de los indígenas, a quienes amaban como seres humanos con todo su potencial para poder realizar grandes cosas. E iniciaron todo trayendo los valores universales del cristianismo, empezando con el del amor por el prójimo.

Su presencia aquí estaba basada en la confianza que tenían en los antiguos grupos indígenas, ellos esperaban que con el tiempo podrían hacer crecer esta tierra y hacer de ella un espacio más humano y digno para vivir.

Por eso el venirse acá dejando toda su vida anterior, por más promisoria y cómoda que pudiera haber sido, es un acto de amor y confianza por esta tierra y su gente.

FUNDADORES DE LA PENÍNSULA
Así los misioneros fundaron numerosas misiones que dieron luz a la Antigua California: Loreto, San Javier, Mulegé, Comondú, La Purísima, Los Dolores, La Paz, Santiago, San José del Cabo, San Ignacio, Todos Santos, Guadalupe, Ligui, Santa Gertrudis, San Borja, Santa María de los Ángeles. Todas ellas fueron ese cimiento de lo que hoy somos.

Por desgracia los misioneros no pudieron prever la llegada de las enfermedades epidémicas, las que fueron extinguiendo a los grupos indígenas hasta casi hacerlos desaparecer.

Aunque los misioneros buscaron aislar a los antiguos californios, no lo lograron del todo, con el resultado ya mencionado. Con la salida de los misioneros jesuitas, la Antigua California entró en decadencia y los pocos indígenas que sobrevivieron a las epidemias, fueron desplazados poco a poco de un desarrollo que originalmente los jesuitas pensaron para ellos.

Esta península fue fundada por hombres que dieron su vida por ella, confiando absolutamente en esta tierra y sus grupos indígenas y su gran potencial como seres humanos, el cual ellos esperaban que florecería.

Qué lejos estamos de cuando los fundadores de esta tierra daban todo por ella y venían a vivir aquí, dejándolo todo, sobre todo una vida mucho más fácil. Tenían fe y la voluntad de hacer crecer esta tierra.
 

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