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Invitar el obispo a desarrollar el talento para hacer el bien
KARLA PADILLA/EL VIGÍA
kpadilla@elvigia.net | Ensenada, B. C.
Las personas han sido dotadas con dones y talentos que el Señor ha depositado en ellas para realizar acciones de bien a sus hermanos, sin embargo, es necesario desarrollarlos y hacerlos crecer para aumentar los recursos con los que se dispone, compartió el obispo Rafael Valdez Torres.
Durante su mensaje dominical, transmitido a través de las redes sociales de la Diócesis de Ensenada, recordó la parábola de los talentos, en la que un jefe confía a sus empleados cinco, tres y un talento (o millón de pesos).
Mientras los primeros negociaron con ese dinero y lo multiplicaron al doble, el tercer trabajador se conformó con enterrarlo en lugar de hacer algo que le hiciera generar ganancias, por lo que es conocido como un empleado flojo y sin creatividad.
“En la vida no podemos ser como el empleado malo y perezoso; somos esos servidores en los que confía el Señor y nos ha encomendado la vida, a los hermanos, la buena administración de las cosas materiales, a unos las comunidades, la familia, los hijos, etc., ¿estamos multiplicando los dones y carismas que Dios nos ha regalado o que nos ha confiado?”, expuso.
Valdez Torres indicó que Dios brinda esos talentos para el camino de la vida y ser felices, aunque no los otorga igual a todos, pues lo hace de acuerdo a las capacidades que tiene cada persona.
“Examinemos si no estamos descuidando producir bien y bondad a los hermanos, tal vez por nuestros cálculos de conveniencia y por el menor esfuerzo posible estemos escondiendo servicios que podríamos realizar”, señaló.
En ese sentido, recomendó cambiar actitudes, ser creativos, generosos y emprender iniciativas de servicio como ha señalado el Papa Francisco, quien asegura que el cristiano es una persona que arriesga y tiene la valentía para llevar el bien.
“El servidor que recibió un millón se limitó a conservarlo y protegerlo, lo escondió y se negó la oportunidad de arriesgarse a hacerlo producir, miedo y pereza, no hizo el mal, pero dejó de hacer el bien, no se atrevió a hacer algo bueno con sus recursos, como nos sucede frecuentemente, pudiendo hacer el bien, decidimos no hacer nada por miedo a equivocarnos, por miedo a que nos critiquen o rechacen o miedo a salir del espacio de confort”, lamentó.
Miedos y acciones
El jerarca de la Iglesia católica en Ensenada compartió que el miedo paraliza, porque el ser humano se siente más seguro si tiene todo bajo control, si es él quien construye, programa y planifica su vida de acuerdo a sus esquemas, seguridades y gustos.
“Y esto nos sucede también con Dios, con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto, nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos”, concluyó.
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