NACIONAL
Los “sitios de exterminio” en México no son novedad
Aunque en recientes fechas se dio a conocer el hallazgo en Jalisco del cementerio y centro de reclutamiento utilizado por el crimen organizado, en los últimos 15 años se ha multiplicado la ubicación de estos lugaresAgencia Reforma
Ciudad de México
El reciente hallazgo en Teuchitlán, Jalisco, de un rancho con restos óseos y más de 700 objetos personales que fue utilizado por el crimen organizado como centro de reclutamiento y también “de exterminio” —en palabras del colectivo de búsqueda de desaparecidos que lo encontró— ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad que no es nueva en México aunque los gobiernos intenten evadirla.
Las autoridades localizaron en septiembre el rancho, ubicado en territorios del Cártel de Jalisco Nueva Generación, pero inexplicablemente la investigación no avanzó. Tampoco esto es nuevo.
En los últimos 15 años se ha multiplicado la localización de lugares como estos donde distintos cárteles desaparecen a sus víctimas y en algunos también dejaron muestras de reclutamientos forzosos. Son fincas, barrancos, zonas lacustres o construcciones donde se han enterrado, quemado o disuelto a personas bajo el presupuesto de que si no hay cuerpo, no hay delito. En México hay más de 52 mil personas sin identificar en morgues y cementerios y miles de restos calcinados que sólo pueden cuantificarse por kilos.
Al igual que la cifra de desaparecidos no deja de crecer desde 2006 —ahora oficialmente hay más 120 mil—, tampoco se ha detenido el hallazgo de estos lugares, generalmente gracias al trabajo de colectivos de familiares.
Estos son algunos de los hallazgos de mayor impacto de las últimas dos décadas.
“El Pozolero” (Baja California)
En 2009, la confesión ante las autoridades de un hombre estremeció a México. Santiago Meza —hoy todavía encarcelado— dijo que su trabajo entre 1996 y 2009 fue deshacer en “sosa cáustica” entre 150 y 300 cuerpos en fincas del Cártel de Tijuana. Los arrojaba en contenedores metálicos sin verles la cara. Luego, enterraba los restos o los tiraba a arroyos o drenajes.
Las fosas de San Fernando (Tamaulipas)
México no estaba habituado a encontrar grandes enterramientos clandestinos. A partir de 2011, eso cambió con el hallazgo de medio centenar de fosas con casi 200 cuerpos en San Fernando, la misma localidad del noreste del país donde, un año antes, habían sido asesinados 72 migrantes en un rancho.
En esos enterramientos, atribuidos a los Zetas, también se encontraron rastros de cómo algunos jóvenes eran obligados a luchar entre ellos con mazos y si sobrevivían los incorporaban a las filas del cártel.
Cárcel de Piedras Negras (Coahuila)
Ubicada junto a la frontera con Texas, en el estado de Coahuila, la cárcel de Piedras Negras fue un centro de operaciones y ejecuciones del cartel de Los Zetas al menos entre 2010 y 2011.
No sólo modificaban vehículos o uniformes tácticos, sino que 20 cocineros tenían la tarea de disolver en tanques de 200 litros de diésel los cadáveres de sus víctimas.
La Bartolina (Tamaulipas)
Quien ha visitado el lugar conocido como “La Bartolina” —que significa calabozo—, en el extremo noreste de la frontera entre México y Estados Unidos, no lo olvida.
En 2022, las autoridades habían recuperado más de 500 kilos de restos óseos de ese lugar y los trabajos aún continúan. En todo Tamaulipas se han localizado, al menos, 15 lugares que los servicios periciales estatales consideraron “sitios de exterminio”. Y los hallazgos no cesan.
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