“Baja California Sur es el lugar donde aprendí a volar”: Alberto Ruy Sánchez

El escritor y actual director General de la revista Artes de México, documenta los sentimientos y obsesiones de las personas y los deja plasmados en reveladoras novelas, ensayos y poemas; aunque cuando él escribe, no piensa en un género literario 
domingo, 5 de noviembre de 2017 · 00:00

Por Estefania Ibañez 

La literatura de Alberto Ruy Sánchez invita al lector a reflexionar, pero también a dejar fluir todo tipo de sentimientos y permitir orear las pasiones. 


Es un escritor que disfruta de documentar historias agudas y amorosas a través de testimonios de mujeres y varones que han vivido algunos laberintos en sus vidas. 


Los textos que ofrece son seductores; llevan al lector por la imaginación, hacia un campo de fantasías y pasiones, que tienen un grado de verdad.


Su más reciente novela, “Los sueños de la serpiente” está compuesta por dos fragmentos, pero sin perder el objetivo central, de mostrar un collage de emociones. 


Ruy Sánchez, nacido en Ciudad de México habló en su visita a la Baja California de su más reciente obra literaria, en la cual el reptil de cuerpo alargado tiene un simbolismo determinante. También expresó su opinión sobre las nuevas tecnologías y compartió un grato recuerdo de él, su hermano y su padre, Joaquín Ruy Sánchez. 

Los sueños de la serpiente 
El también director General de la revista Artes de México relató que todo lo que escribe está documentado en entrevistas que ha realizado en el transcurso de los años. 


El libro “Los sueño de la serpiente” es una construcción de estas charlas, desarrolladas a presas de México, especialmente de Santa Martha Acatitla y algunas más de Francia. 


Uno de los sueños más recurrentes de los presos, varones y mujeres, son las serpientes, dijo Ruy Sánchez, quien está consiente de que este animal puede provocar cierta parálisis en las personas, pero sobre todo incertidumbre. 


“Hago literatura documental. Documento los hechos, sentimientos, pasiones, obsesiones y sueños. Hice entrevistas a prisioneras y prisioneros, sus sueños recurrentes son las serpientes. En esos sueños la serpiente los hipnotiza y se vuelven prisioneros de la serpiente.


De esas entrevistas que sirvieron como fuente de inspiración para escribir el ejemplar, Ruy mencionó que algunas de las mujeres prisioneras sufrieron la traición de sus esposos o novios que influyeron para que ellas paguen una condena entre las rejas. 


“Me pareció que merecía la pena hacer un homenaje a ellas. Ellas me animaron a hacer el personaje del libro, que es Silvia, una mujer que fue amante por dos años de un hombre que quería acercarse al político León Trostki para matarlo”, explicó. 


Uno de las creaciones artísticas que aparece en las primeras páginas del libro, contó el escritor, fue el resultado de un taller en el que algunas mujeres presas participaron y exhibieron sus emociones. Los sentimientos de una mujer en especial destacan en la imagen todo lo que lleva dentro, es decir, su dolor, considerada una pasión profunda, en palabras del escritor. 


El personaje secundario de esta pieza literaria tiene aspectos de Ruy Sánchez. Es un lector que empezó a descifrar a lo largo de los años todos los indicios en libros y testimonios y que poco a poco se adentró al mundo de historias para armar el collage y de esa forma averigua al autor de dichos fragmentos, quien es un personaje sexagenario que perdió la memoria y sus días los pasa en un hospital psiquiátrico. 


Las tecnologías 
Alberto Ruy se considera uno de los precursores en escribir por medio de las computadoras. Gracias a su trabajo y estudio, hace algunas décadas consiguió una para continuar en el mundo literario, por medio de la tecnología.


Todo lo que tiene que ver con esta técnica le interesa mucho. Le agrada adquirir conocimiento de la cibernética, sin menospreciar los aspectos íntegros del arte de escribir en papel. 


“Me interesan los fenómenos de cuaderno y la escritura aparentemente normal, pero que muestra mucho”, compartió. 


Ruy Sánchez, egresado de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, mencionó que las lecturas digitales y las que se realizan con el libro en mano, no compiten, son dos experiencias distintas que pueden abarcar diferentes públicos o necesidades. 


“Lo que sucede con el libro digital es que tiene un problema de navegación, está basado en el contenido y no tiene páginas. El libro lo puedes hojear y puedes ver partes más ilustradas por otras. 
“El libro es una experiencia de otro tipo, más intensa para todos los sentidos. El contenido es el mismo, en ambos. No compiten son experiencias distintas que para algunas cosas cada uno es mejor”, detalló. 


En su repertorio virtual, Ruy tiene diferentes libros, especialmente uno de Oliver Sacks, autor que influyó en su libro Sueños de la serpiente. 

Ruy y Baja California Sur
En su época de niñez, el ganador del premio Poestate 2015 vivió en Villa Constitución, en Baja California Sur. Fue una estancia interesante; los traslados dependían de los movimientos que hacía su padre. 


A la edad de cinco vivió muchas experiencias en el restaurante que sus padres coordinaban. A pesar de que fueron momentos especiales, Ruy Sánchez los olvidó. Sin embargo, en un viaje que realizó al Desierto Sahara, en África, pudo recobrar esos instantes. 


“Llegué a un lugar donde no había llovido en 12 años. Cuando llegamos aquí, llegamos con la cola del ciclón y todo el desierto de Villa Constitución se llenó de flores, pero cuando salió el Sol se quemaron. 
“Esta experiencia, primero de ver las flores en el desierto y después quemándose, era una sensación que me angustiaba y recordé la frase de mi papá: ‘no te preocupes, mueren pero están dejando semillas’. Entonces empecé a recordar muchas cosas”, destacó Ruy. 


En aquella misma etapa, las avionetas que fumigaban tenían alas con una estructura de madera y tela, explicó Ruy, y era impresionante ver cómo a las alas se las llevaba el viento con ligereza.


“Mi papá nos preguntaba para quitarnos el miedo a mi hermano de tres años y a mí ‘¿Quieren volar?’. Entonces, nos tomaba con el ´abrazo de bombero´, nos agarraba uno de cada lado y nos levantaba; nosotros sentíamos que volábamos, por eso Baja California Sur es el lugar donde aprendí a volar”, detalló. 

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