En deuda con Ensenada

domingo, 17 de diciembre de 2017 · 00:00

Enhoc Santoyo Cid*

esantoyo@elvigia.net

Desde hace varias décadas los ensenadenses presumen contar con la mayor cantidad de científicos del país en relación a su número de habitantes; y también destacan que este puerto cumple con todas las condiciones para convertirse en la “Atenas de Baja California”, además de autodenominarse como la capital de vino mexicano y ser la sede del 75 por ciento de los eventos turísticos y gastronómicos de la entidad.

Sin embargo, el hecho de que Ensenada concentre un capital humano de alto nivel académico, esto no se ha reflejado en las políticas públicas que implementan los tres órdenes de gobierno en nuestro municipio, y tampoco se observan hábitos sociales y expresiones culturales que nos distingan de manera favorable de otras ciudades.

Lo que en realidad ha ocurrido es todo lo contrario, porque Ensenada retrocede en la mayoría de los indicadores, el cultural incluido.

¿En el ámbito cultural tenemos un evento anual que sea un referente al menos a nivel estatal?, ¿acaso usted recuerda algún festival de teatro universitario?, ¿cuántas galerías montan exposiciones frecuentes de pintura, esculturas y fotografía?

Mentes brillantes

Si la mayoría de los residentes del municipio y no sólo los que radican en la mancha urbana tuvieran la oportunidad de recibir una educación con base en las artes y valores estéticos estarían resueltos los problemas y rezagos más graves que nos aquejan.

Jactarse de ser una región con vocación turística, donde se produce el 90 por ciento de los vinos de mesa asociada a platillos gourmet, está lejos de ser una actividad económica que se traduzca en mejores ciudadanos, porque hasta el momento es un excelente negocio que disfruta una minoría, pero que corre el riesgo de estancarse por el desorden urbano y la falta de agua en el Valle de Guadalupe.

¿Y al respecto que hacen las mentes más brillantes de Ensenada? En este país son unos cuantos quienes tienen la oportunidad y privilegio de escalar los más elevados peldaños académicos, y aquí vive un grupo de ellos, pero no reconocen su deuda social, sino que se concentran en sus proyectos personales.

Por lo anterior no debería extrañarnos que este municipio ocupe el último lugar en participación de sus electores en las urnas.

El tobogán de Baja California

No obstante, si existiera la voluntad de invertir en la formación artística, cultural y científica de los niños y jóvenes, en el corto plazo tendríamos mejores ciudadanos, quienes voluntariamente se involucrarían en diversas tareas comunitarias, desde promover el reciclaje de la basura, la reforestación, el cuidado del agua y la limpieza de las playas.

Aunque la infraestructura física en materia cultural es reducida y encapsulada en la zona turística de este puerto (Plaza Cívica, Riviera-Pacífico, Caracol, Cearte, Jardín Ventana al Mar y dos pequeños teatros), nada impide ampliar las horas de educación artística y educación física en el Sistema Educativo Estatal, para fomentar la enseñanza tonal y el ejercicio.

Se necesita entonces que los más instruidos, aquellos que en el discurso y en las paredes exhiben sus blasones académicos -y que en la mayoría de los casos fueron pagados con los impuestos del resto de los mexicanos-, comiencen a pagar su deuda social y contribuyan a que el estado de cosas cambie para mejorar.

No es posible que Ensenada siga en el tobogán y los más capaces permanezcan como simples espectadores… Y ojo, para cambiar las cosas no es necesario estar en el poder.

*Periodista con 33 años de trayectoria.

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