Gatuperio

Las luciérnagas y doña Rosa

domingo, 23 de julio de 2017 · 00:00
Por Gerardo Sánchez García*

 

Luciérnagas

La oscuridad del bosque se ilumina con diminutos y amorosos faros, ritual cíclico y erótico que depende de un destello cuya duración e intensidad determinará el éxito para encontrar la pareja deseada.

Alquimistas miniaturas, las luciérnagas utilizan la sustancia llamada luciferina para generar una fugaz luz fría que invita a la procreación, luminosidad que maravilla al observador humano.

Chispazos efímeros para el hombre, fenómeno físico-químico, biológico y natural, que se convierte en espectáculo que sorprende y fascina cuando cientos, miles -tal vez millones- de ellos se encienden y apagan suavemente en la sierra de Nanacamilpa en Tlaxcala.

En la penumbra, las Macrolampis paliaciosi -nombre científico de ese tipo de luciérnagas- como minúsculas estrellas centellean entre los árboles y los arbustos, algunas fijas, otras errantes en un cortejo milenario entre machos y hembras.

La luminiscencia de esos pequeños escarabajos hace olvidar el frío, la lluvia, el cansancio, alumbra -como si fueran grandes reflectores-, el alma y ánimo del espectador. Quien acude por primera vez al santuario de las luciérnagas se asombra y enmudece.

Lucecitas pequeñitas. noctilucas -define el diccionario: las que brillan de noche- que en su multitud, se vuelven resplandecientes, deslumbrantes.

Doña Rosa
Al inicio del sendero, rumbo al avistamiento de las luciérnagas, uno de los guardabosques pide a Benjamín, guía del grupo, que se haga cargo de dos ancianas.

"Quiénes venían con ellas las dejaron y otros excursionistas no quieren que los acompañen”, explica.

El joven guía, nativo de Nanacamilpa, acepta la petición, mientras en la comitiva se oyen murmullos de desaprobación, nadie sin embargo, se atreve a protestar.

Pregunta el nombre de las mujeres y ordena que el grupo se divida en dos filas encabezadas por doña Rosa y doña Josefina, respectivamente.

De 82 años, doña Rosa avanza lento, lleva un banquito desmontable de aluminio que despliega con rapidez y utiliza en las constantes paradas que hace Benjamín para informar y hablar sobre el bosque, su flora, su fauna, las tradiciones, leyendas y la biología de las luciérnagas.

A lo largo de la caminata de más de dos horas, la octagenaria no se sienta, literalmente se desploma en su banco en cada oportunidad, más no se detiene.

Apoyada por otros de los caminantes avanza sobre los charcos, venciendo la oscuridad, el cansancio, la lluvia y pisoteando los prejuicios y temores de quienes consideran incorrecto que esté ahí.

Al termino del recorrido se hace un círculo para concluir la excursión con una reflexión, desde su banquito doña Rosita agradece haberla integrado al grupo.

"Gracias a ustedes -dice con conmovedor tono- pude observar esa maravilla de Dios y la naturaleza”.

"Alquimistas miniaturas, las luciérnagas utilizan la sustancia llamada luciferina para generar una fugaz luz fría que invita a la procreación, luminosidad que maravilla al observador humano”.

"Al termino del recorrido se hace un círculo para concluir la excursión con una reflexión, desde su banquito doña Rosita agradece haberla integrado al grupo.

´Gracias a ustedes -dice con conmovedor tono- pude observar esa maravilla de Dios y la naturaleza´”.

*Periodista con más de 30 años de trayectoria.

...

Comentarios