Cuento

Mi primer beso (Segunda de dos partes)

domingo, 23 de julio de 2017 · 00:00

Por Mike Sule*

El viernes llegó, rogaba que estuviera nublado, pero el sol quedó estampado en el firmamento desde muy temprano sin tener intenciones de dormir pronto. Las horas en la escuela pasaban desapercibidas y en un parpadeo ya estábamos en la fiesta.

Mis compañeros de clase corrían por los jardines del balneario, unos se aventaban a la alberca y yo permanecía quieto sentado en una banca, viendo hacia la piscina en donde Andrea estaba de pie con otras niñas risa tras risa.

Y en medio de ese sonreír intenso, su mirada se estrelló en la mía provocando que sus sonrisas ya no fueran producto de los comentarios de sus amigas. La mirada seguía a pesar de la distancia que había y recordé el consejo del abuelo, sapiente de que las oportunidades no llegan a diario, y cuando se tiene una hay que aprovecharla.

Así que me levanté de la banca sin importarme nada, caminé hacia el frente con la mirada siempre en Andrea. En esa travesía de la banca a la alberca, me quité la camiseta dejándola caer al suelo, todos los niños me miraron con tono de burla, soltando risas que se resbalaban de mí a cada paso que daba. Andrea dejó de hablar con sus amigas, su sonrisa se fue esfumando cada vez que yo avanzaba hacia ella.

Al estar de frente nos vimos con la misma fuerza de esa mirada a distancia, y su rostro enrojeció. Una sonrisa iluminó su rostro y sin dudarlo me abalancé hacia ella robándole un pequeño beso en la boca. Todos se sobresaltaron, el silencio recayó en el lugar, los labios de Andrea se sellaron, su mirada era tan dura que ya me esperaba un rechazo.

De repente, una gran sonrisa en ella brotó con fuerza, al tiempo que tomó mi mano para lanzarnos juntos a la piscina de un chapuzón, que los demás siguieron para estar todos dentro del agua, olvidando las burlas que se fueron con el vaivén del viento que soplaba ligeramente en esa tarde de calor.

La mamá de José me dejó en casa de mis abuelos, pues ahí estaba mi madre. Me percaté de los carros de mis tíos estacionados frente a la casa y me pregunté ¿qué estarán festejando?

Corrí hacia la casa ansioso de contarle a mi abuelo que su consejo funcionó...Que di mi primer beso gracias a él.

Al entrar vi platos repletos con comida china en la mesa y a mis tíos maquillados de seriedad. Qué ironías tiene la vida, el día que di mi primer beso, mi abuelo le dio su último beso a mi abuela. Mi madre con lágrimas abrazando sus mejillas, cobijaba a mi abuela que vestía de luto su mirar, observando la fotografía de su amado, quien ya no iba a regresar.

Los años pasaron y un homenaje de la asociación de escritores a mi abuelo por los 20 años de su adiós, me hizo volver a sentir al viejo. Acordándome de mi niñez, de sus consejos y esas tardes de fútbol. Así que tomé la palabra para expresar mi sentir hacia mi abuelo:

-Si te dijera que todo ha cambiado, que el tiempo pasa dejando los recuerdos a un lado. Que somos potencia mundial en fútbol y hace mucho no nos meten gol. Si te dijera que en México se acabó la corrupción, o que el América es campeón... Que le grito a mi madre, que soy grosero con mi padre. Si te dijera que consumo droga y nunca usé birrete y toga, pues no fui a la universidad, es más, ningún nieto lo hizo en realidad. Si te dijera que ese viernes se nos olvida, que te perdiste de una buena comida china el día de tu partida... ¿Si te dijera todo eso, vuelves? porque si es así, entonces lo digo, no importa que sea mentira, lo que sea con tal de tenerte en vida. –

Los aplausos armonizaron el termino de mis palabras, interrumpiéndolos para continuar con la misma, evidenciando un error que mi madre y mi abuela siempre habían dicho.

Una cosa más. Mi abuelo fue un hombre que nunca se equivocaba, eso decían, pero yo sé en lo único que se equivocó...Fui yo el que se quedó sin aliento… Ese viernes en la piscina. Muchas gracias. -

Renacieron los aplausos inundando el auditorio y entre tanto barullo, vi la quietud de esa sonrisa a lado de mi madre, la sonrisa de mi Andrea.

*Escritor.

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