Alcohol cósmico

domingo, 14 de enero de 2018 · 00:00

Por Marco Arturo Moreno Corral*

 

A lo largo de las fiestas decembrinas y durante los primeros días de este 2018, se han hecho muchos brindis para desear a nuestros seres queridos y amigos, lo mejor de lo mejor.

La ingesta de alcohol aumenta en estas fechas, pues esta sustancia además de hacernos entrar en calor y reconfortarnos facilita la convivencia social.

Pero, ¿por qué el título de esta nota? La respuesta se encuentra en las investigaciones que los astrónomos realizan para comprender mejor los complejos mecanismos que dan origen a la formación de las estrellas.

Un hallazgo que seguramente ha llamado la atención de quienes disfrutan las bebidas alcohólicas es el que los astrónomos han hecho referente a existencias ilimitadas de etanol en el cosmos.

El alcohol es una sustancia natural que el ser humano ha utilizado desde tiempos remotos, cuando aprendió a obtenerlo a partir de procesos de fermentación de plantas como la vid, los agaves, la caña y otras muchas variedades; o bien,  a través de la destilación que involucra la aplicación de calor para eliminar parte del agua presente en los líquidos fermentados.

La palabra alcohol proviene del árabe y significa “espíritu”. Los alquimistas la usaron para referirse a un líquido destilado. Cuando era extraído de la uva, se le llamaba espíritu del vino, lo que condujo a que de manera general las bebidas alcohólicas sean designadas como espirituosas.

Existen tres variedades de alcohol: el que se extrae de los vinos, llamado también alcohol etílico o etanol; que desde comienzos de la humanidad se ha obtenido por fermentación de azúcares presentes en gran variedad de plantas.

Es ingerible y en cantidades pequeñas produce euforia y no causa problemas a la salud. Otro es el alcohol de madera o metílico, que también es conocido como metanol. Su nombre se debe a que desde la antigüedad se obtuvo por procesos de descomposición de la madera.

Es tóxico para los humanos y su ingestión puede provocar ceguera, daños cerebrales, estado de coma o la muerte. Regularmente se usa como combustible, anticongelante y disolvente. Finalmente está el grupo de los alcoholes complejos, que se usan industrialmente tanto en aplicaciones específicas como generales: el propanol por ejemplo se utiliza como alcohol para frotar por lo que se incluye en diversos medicamentos, mientras que el butanol se utiliza como base para perfumes.

 

Con presencia en el espacio

Los astrónomos desde el siglo pasado se dieron cuenta que existen regiones del cosmos donde están presentes gigantescas nubes formadas por elementos como el hidrógeno, el oxígeno, el carbono y el nitrógeno, así como por diminutas partículas sólidas, constituidas de silicatos.

Los tamaños de estas nubes exceden muchas veces todo el volumen ocupado por el sistema solar completo.

En las partes internas de ellas es donde se dan las condiciones físicas de temperatura y densidad que permiten el lento proceso de miles de millones de años necesarios para que ocurra la formación de estrellas.

En las regiones alejadas de las zonas donde ocurre la génesis estelar, esas inmensas nubes son tan frías, que las temperaturas alcanzan los  -260º C, mientras que las densidades alcanzan unas cuantas partículas, lo que ocasiona que rara vez éstas se acerquen lo suficiente para interactuar unas con otras, sin embargo, el espacio y el tiempo involucrados son tan grandes, que llegan a hacerlo y cuando ello ocurre, pueden formar moléculas, como por ejemplo cuando interacciona un  átomo de carbono y uno de hidrógeno, pueden formar una molécula llamada metilidina, que los químicos representan con la fórmula CH, que en condiciones como las existentes en la Tierra, se destruye rápidamente por su gran reactividad, pero debido a las bajas densidades de las nubes moleculares, en ellas puede existir por tiempos largos por lo que en ese medio son frecuentes. La primera detección de esta molécula en el cosmos se hizo en 1937.

A partir de entonces y sobre todo gracias al desarrollo de los radiotelescopios, ha sido posible confirmar la presencia en el espacio interestelar de más de  un centenar de moléculas distintas, algunas verdaderamente complejas o de importancia tan grande como la molécula de agua. Entre ellas también se ha detectado la de etanol.

Este compuesto que le da sabor a nuestras bebidas, está formado por  nueve átomos: dos de carbono, seis de hidrógeno y uno de oxígeno, que según el lenguaje químico, se representa por la fórmula C2H6O. Complicado recordarla, pero no necesitamos saberla para disfrutar las variadas combinaciones que este alcohol logra en muchas mezclas altamente estimulantes.

 

Nube molecular

En efecto, en dirección de la constelación del Águila han detectado una gigantesca nube molecular cuyas dimensiones se han estimado en mil veces el volumen ocupado por el sistema solar.

En esta región del espacio detectaron en 1995 la presencia de alcohol etílico, gracias a los estudios que de esa zona realizaban con ayuda de los radiotelescopios, pues como esas nubes son tan frías, no emiten luz visible que pueda ser detectada por nuestros ojos  y/o por los telescopios convencionales, sino que la energía que radian al espacio corresponde a ondas de radio, que solamente pueden detectarse y registrarse mediante los radiotelescopios. Los cálculos mostraron que el alcohol ahí presente, es tanto que podría alcanzar para que cada habitante de la Tierra, dispusiera del equivalente de trescientas mil botellas de cerveza normales por día, ¡durante mil millones de años!

Sin embargo, hay problemas con tan interesante noticia: primeramente ese enorme depósito de alcohol cósmico se encuentra tan alejado de nosotros, que para viajar a él y disfrutar esa bebida, tendríamos que movernos a velocidades altísimas – trescientos mil kilómetros por segundo- durante miles de años. Pero además, tendríamos que viajar mucho a lo largo de esa nube molecular para lograr recolectar alcohol equivalente al contenido en una sola botella regular, pues aunque ahí hay mucho, está disperso en tan gigantesca nube. Otro problema que tendríamos para acceder a esa bebida, es que en esa región del espacio también hay otros elementos químicos y moléculas que resultan tóxicos para nosotros, como el monóxido de carbono y el amoniaco.

Nueve años después se descubrió otro enorme depósito de alcohol en otra parte diferente de nuestra galaxia, pues dicha sustancia se encuentra en una gigantesca nube molecular situada en la constelación de Sagitario, por lo que es conocida por los astrónomos como Sagitario B2. Pero hay una diferencia respecto de lo que ocurre en la nube de Aquila, pues el alcohol contenido en esta nueva región del espacio, es metanol, que como ya se dijo, es tóxico para los humanos.

Estas y otras investigaciones han mostrado que aún en condiciones físicas tan extremas como las existentes en el universo, ocurren procesos que permiten la formación de compuestos químicos complejos. Ese es el caso de los alcoholes, que se encuentran en grandes cantidades, pero fuera de nuestro alcance, así que mientras la Astronomía explora el cosmos y nos proporciona nuevas informaciones, disfrutemos un poco del alcohol etílico obtenido en la Tierra, deseándonos que este año que ahora comienza, sea pleno en logros laborales y personales. ¡Salud!

 

  *Astrofísico e investigador del Instituto de Astronomía, campus Ensenada, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

mam@astro.unam.mx

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