GATUPERIO

PAPALOTES, TROMPO, CANICAS Y MATATENA

domingo, 14 de enero de 2018 · 00:00

Por Gerardo Sánchez García*

La diputada federal Ruth Noemí Tiscareño Agoitia propuso reformar las leyes de Cultura, Derechos Culturales y Orgánica de la Administración Pública para establecer la obligatoriedad de la preservación de algunos juegos tradicionales mexicanos, que -dice la legisladora- están en decadencia y serio peligro de extinción por culpa del desarrollo de nuevas tecnologías recreativas entre los infantes y juventud.

Entre esas prácticas lúdicas en peligro de desaparición están: el trompo, las canicas, la matatena, el yoyo, la rueda de San Miguel, brincar la cuerda, las escondidas, burro castigado, la gallina ciega -y con candidez climatológica-legislativa señala Tiscareño en su posicionamiento-, “en la temporada de vientos: los papalotes”.

En su exposición de motivos Tiscareño argumenta que con el acceso a internet, computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y otros instrumentos tecnológicos utilizados para nuevas formas de recreación y diversión “la niñez y juventud tienen menos tiempo para practicar ejercicio, convivir con amigos y familia”, actividades que -dice- sí generaban los juegos tradicionales antes mencionados.

El comunicado de la diputada federal, no explica cómo se pretende posicionar nuevamente esos juegos que, están condenados irremediablemente a convertirse sólo en recuerdo grato y anecdótico entre quienes fuimos niños hace ya muchas décadas.

Decreto para preservar juegos tradicionales 

Sin embargo, en gratitud y añoranza por esas horas de sana diversión proporcionadas por dichos juegos, le proponemos a la congresista establecer el siguiente decreto:

1.- Decomisar a los niños y niñas mexicanos en todos los planteles educativos y/o parques públicos los teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras y/o cualquier otro dispositivo digital que contengan algún tipo de juego.

2.- Sustituir esos aparatos demoníacos por: bolsas de canicas (en sus diversos materiales: vidrio, metal, arcilla, madera, piedra, porcelana o las lujosas de oro o mármol) y en sus diferentes variedades: bombochas, catotas, agüitas, diablitos, tréboles, lecheras, etcétera).

A quienes no gusten de las canicas, entregarles trompos silenciosos o chilladores, huesitos de chabacano para jugar matatena y/o los egocéntricos yoyos (que pueden ser de madera o plástico, por supuesto con su respectivo cordel) y/o una pañoleta para jugar a la gallinita ciega.

3.- Sólo en temporada de vientos -acertada y lógica observación de la diputada Tiscareño-, distribuir entre los infantes mexicanos los papalotes o cometas.

Al respecto establecer un convenio con el Servicio Meteorológico Nacional para conocer con precisión dirección e intensidad del viento dominante.

Instruir en esta norma sobre la grata sensación de correr libremente y sentir en el rostro la fresca corriente eólica, mientras se trata de elevar ese ligero artefacto que nos acerca al cielo a través de un delgado hilo del cual depende la felicidad infantil de invadir y compartir -fugazmente- con las aves el dominio del espacio aéreo.

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