La gente ya no mira al cielo

Ana Gabriela Rezc                                 
Agencia Reforma

Con esto no quiero hacerme el chistoso.
Yo no propongo nada. Quizá sería el candidato presidencial más malo entre los peores candidatos presidenciales de la historia. Pero con esto, en serio, no quiero hacerme el chistoso. Ya habrá gente muy capaz que se ocupe de la crisis política, de la crisis económica, de la crisis ética o la insuficiencia jurídica. Yo por mi parte, me ocuparé de otras cosas. Más chiquitas. Como de los puercoespines, de las rayas en el piso demasiado juntas, de los últimos osos polares vivos y del cielo, por ejemplo.
La gente ya no mira el cielo. En serio. Es espantoso ir caminando por la calle y darse cuenta de que las personas han dejado de mirar el cielo. Y esta no es ninguna fruslería. Y sí, utilicé la palabra fruslería, porque, de verdad, ésta no es para nada una fruslería cualquiera.

Atribuyo esta desgracia a la preocupante reproducción -en masa y con violencia- de edificios en obra negra con anuncios que dicen, por ejemplo: “Aquí se construye la torre de departamentos El Diamante” o “Condominios en preventa” o “Nuevo edificio residencial. Trato directo”. 

Y es peor cuando estos avisos de venta o preventa van acompañados de frases horrorosas que indican lo tremendamente bien que lo vas a pasar viviendo ahí y ponen imágenes de perros lanudos y de niños rubios sonriendo como si tuvieran una parálisis facial grave.

El cielo se ha perdido entre sonrisas inverosímiles de niños rubios y edificios colosales que anegan el cielo de colores opacos. 

Ahora la gente prefiere caminar viendo el piso o su teléfono, saben que arriba ya no hay nada, si acaso el nombre de una marca famosa o la cartelera del cine. Ahora las alturas se han convertido en una marea de tonos metálicos y letras inconvenientemente luminosas. Queda poco del azul del cielo y del vuelo de los pájaros y demás cursilerías concernientes al caso.
 

 * Alumno de séptimo cuatrimestre de Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana, elegido por su universidad como su mejor estudiante del 2017.