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Burroughs, Kerouac y Ginsberg: Los Beats en México

Por Lesli Mejía Chávez*
sábado, 13 de octubre de 2018 · 15:30

La generación Beat es un movimiento literario que surgió en Estados Unidos a mediados del siglo XX. Puede dividirse en 2 olas: la primera originada en Nueva York y encabezada por los escritores William S. Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg; la segunda desarrollada en San Francisco e impulsada por Philip Lamantia y Lawrence Ferlinguetti.

            Varias obras de la primera ola de los Beats, así como sus estilos de vida, se centraron en una oposición a la opresión capitalista estadounidense. Para ellos, su nación era conservadora, represiva y sofocante, sobre todo para las minorías, por lo cual terminaban por escapar de ella, hacia México.

            El primer Beat que huyó a México fue Burroughs, en 1949. Para él, la Ciudad de México fue un paraíso, pues la droga era barata, las autoridades permisivas y la escena nocturna intrigante. Tal fue su impresión que México y sus símbolos se volvieron elementales en algunas de sus novelas, tales como Queer, Yonqui y El almuerzo desnudo. En esta última destaca un personaje llamado Lupita que está basado en Lola “la chata”, una narcotraficante que, en los 50, lideró el mundo de las drogas en México.

            Sin embargo, la perspectiva de Burroughs en el país era más bien despectiva. Aunque al principio le maravilló la libertad y el prestigio del que gozó ahí, pronto su opinión denotó una arrogancia cuasicolonialista: “México … es un país oriental que refleja 2 mil años de enfermedad y pobreza y degradación y estupidez y esclavitud y brutalidad y terrorismo psíquico y físico”.

            Jack Kerouac visitó a Burroughs varias veces durante esta época y desarrolló una perspectiva menos peyorativa, pero igualmente idealizada de México y, particularmente, de su capital. Vivió en un cuarto de azotea en la colonia Roma y ahí escribió obras como el poemario Mexico City Blues y Tristessa, una novela sobre su amorío con una prostituta mexicana.

           

Símbolo detonante del sentido artístico 

De ascendencia francocanadiense, Kerouac veía México como uno de los 3 elementos de la herencia norteamericana que constituía su identidad. No obstante, al igual que Burroughs, nunca se sumergió en la cultura mexicana en sí: no hablaba español, ni se relacionaba con otros escritores mexicanos. Por ende, México era para él una masa muda y sin rostro, en la cual podía proyectar sus fantasías libremente.

            A diferencia de Burroughs y Kerouac, quienes eran sus amigos y mentores, Ginsberg tuvo una visión más antropológica y modesta de México. No se quedó sólo en la capital, sino que viajó bastante, principalmente a Chiapas; incluso acampó sobre las pirámides de Chichen Itzá. Además, hablaba un español coloquial y sus poemas aludían a la herencia prehispánica. En “Siesta en Xbalba”, escribe: “Hay un dios / muriéndose en América ... una imagen interna / y anterior / de divinidad / que me llama a salir / de peregrinación”.

            Es indudable que México fue esencial para la formación de Burroughs, Kerouac y Ginsberg. Quizá lo veían de una manera ofensivamente simplista –sólo como una tierra de drogas, libertinaje o misticismo antiguo–, pero también fue un símbolo detonante para su crecimiento artístico y personal. Entonces, algo es seguro: sin México, estos tres importantes escritores, y por ende la generación Beat en sí, no hubieran destacado de la misma forma.

 

*Estudiante de Literatura Inglesa y escritora.

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