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SUGERENCIAS

Por José Carrillo Cedillo*
sábado, 20 de octubre de 2018 · 00:00

Soy artista plástico. Tuve la fortuna de estudiar artes plásticas en la UNAM cuando las vacas eran gordas; mi juventud me ganó el cariño de varios de mis maestros que recuerdo con una ternura agradecida.

Varios de ellos han sido, hasta la fecha, mis guías. Sus enseñanzas estaban entintadas de la vieja ortodoxia europea. Mi relación con las modelos se puede calificar de excelente. 

En la escuela se vivía una total libertad y contábamos con suficientes materiales: papel, telas de todos los tamaños y colores de tierras, lo que nos obligaba a seguir las indicaciones de la clase de materiales, mediante la cual aprendíamos a hacer nuestras propias  emulsiones y barnices.

Era para mí la tierra prometida, el Tenochtitlan soñado desde niño. Hubo varias águilas y una que otra víbora. Fue una etapa de mi vida de plena felicidad. Al salir, cumplí mi ilusión de viajar a lejanos museos y tuve la fortuna de tener a centímetros de mi cara grandes obras maestras de reconocidos genios, lo cual no me envanece, al contrario, me torna humilde. 

Me he mantenido durante más de 50 años de ejercicio profesional fuera de las modas y las tentaciones del mercado, tengo mi programa de desarrollo personal y procuro seguirlo contra viento y marea. No soy ni me creo nada, soy  muy feliz viviendo plenamente mi oficio y  mi filosofía estética y  humana.

Ya pasaron 35 años desde que arribamos a este paraíso y somos ensenadenses por decisión, pues uno es de donde trabaja. Tratamos de inscribirnos en los grupos de trabajo para salvaguardar esta privilegiada zona de nuestro querido México, nuestra crítica está inscrita en el agradecimiento de habernos aceptado y con ello  participar al mejoramiento, en su caso, de nuestra ciudad. 

Con base a lo anterior es que me atrevo a felicitar a la autoridad que no permitió poner la escultura de 1968 en el nodo vial, pues es una propuesta que carece de los menores argumentos estéticos y por ello es una pieza mediocre, luego, debemos ser muy cuidadosos de no dar una mala imagen a los turistas que nos visitan y me consta porque he hablado con varios de ellos, de que no todos vienen a comer tacos de pescado.

Algunos vienen buscando el arte mexicano y no es justo que se lleven una imagen falsa pues el arte nacional es infinitamente superior a algunas lamentables muestras que se exhiben en las calles del puerto, a ciencia y paciencia de algunas personas que su “trabajo” es dar permiso, aunque no sepan ni la “o” por lo redondo de qué es el arte.

No se trata de tirar pedradas, el verdadero arte no son puntachos y porque sé soldar ya soy artista, hago lo que salga y le pongo un título.

Basta ya de aceptar que una pieza es “arte” sólo porque el autor lo dice. En muchos casos esto no es verdad y perdón, pero mucha gente se va con la finta y de buena fe lo apoyan.

 

Se requiere una honrada autocrítica

El arte se reconoce por propuestas estéticas que trasmiten, comunican sentimientos. Hay una ley inviolable, forma y contenido, si la forma no denota, no es arte, si tienes que explicarlo con palabras complementarias es un fracaso, un fraude.

El arte es un lenguaje que se aprende para hacerlo y para leerlo, y con ello disfrutarlo. El artes es cultura; es comunicación entre humanos.

Viejas civilizaciones que nos antecedieron, se reconocen por el arte que desarrollaron, dice el dicho “las obras quedan, los hombres se van…”.

Es falso que alguien pueda hacer algo tan complicado sólo por ejercer la libertad de hacerlo. Poniendo un absurdo ejemplo, es como si un paramédico operara sólo porque vio al doctor hacerlo.

Sí, es cierto, vivimos para nuestra fortuna en un país libre y todos podemos hacer casi lo que se nos pegue la gana, pero aún en el autodidactismo hay reglas básicas, si no se siguen, resultan disonancias desagradables. Dijo la genial Ikram Antaki: “si se decide montar el caballo, habrá que cabalgarlo”. Y créanme que agregar una letra al alfabeto artístico, es sumamente difícil, en muchas ocasiones se lleva una vida entera.

Lo honrado es asumir la incapacidad. He conocido compañeros que abandonaron derrotados su intento, pero para ello se requiere una honrada autocrítica y no nos educan así. El genio más grande que ha vivido en este mundo, me refiero a Miguel Ángel quien dijo al morir: “Me pesa no haber hecho lo suficiente para la salvación de mi alma y morir cuando apenas empiezo a aprender el alfabeto de mi profesión”.

Frase:

“Sí, es cierto, vivimos para nuestra fortuna en un país libre y todos podemos hacer casi lo que se nos pegue la gana, pero aún en el autodidactismo hay reglas básicas, si no se siguen, resultan disonancias desagradables. Dijo la genial Ikram Antaki: “si se decide montar el caballo, habrá que cabalgarlo”. Y créanme que agregar una letra al alfabeto artístico, es sumamente difícil, en muchas ocasiones se lleva una vida entera”.

 

 *Artista Plástico y docente con más de 50 años de trayectoria.

jcarrillocedillo@hotmail.com

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