#Palabra

Una Tierra sin Luna

Por Marco Arturo Moreno Corral*
sábado, 6 de octubre de 2018 · 00:00

En una reunión a la que me invitaron hace tiempo, como plática de sobremesa surgió el tema de cómo sería la Tierra si la Luna no existiera. Las ideas fueron surgiendo y se dijo que la poesía no sería lo que es, pues los poetas no habrían tenido la inspiración que nuestro satélite les brindó para gran cantidad de sus creaciones.

Lo mismo se dijo de la música, pues sin el tema de la Luna no existirían muchas bellas melodías, tanto clásicas como populares. Igualmente pasaría con diversos géneros literarios como la ficción científica, no tendríamos obras como el Somnium escrita por Kepler, la Historia cómica de los Estados e Imperios de la Luna de Cyrano de Bergerac y De la Tierra a la Luna de Julio Verne, por citar solamente algunas.

Tampoco existirían los hombres lobo, los vampiros y otras criaturas nocturnas que según sus creadores, tienen conexión directa con la presencia de la Luna. Sin ella, no habría  múltiples relatos mitológicos que a lo largo de la prehistoria e historia, han creado grupos humanos dispersos por todo el planeta, algunos de los cuales nos han llegado a través de leyendas muy bellas.

En terrenos más prácticos, la Luna ha servido para que los humanos llegáramos al concepto de tiempo que surgió de la observación de los cambios aparentes que su superficie presenta a lo largo de 28 días durante las diferentes fases del ciclo lunar.

Por la repetitividad de éste, aprendió a medir el paso del tiempo y hace milenios, creó los primeros calendarios, que aún muchos grupos humanos siguen utilizando.

¿Pero, desde el punto de vista de la ciencia es posible que la Luna no existiera? La respuesta a esta pregunta la ha dado la Astronomía a través del estudio de las características que presenta nuestro satélite natural.

Aunque en el pasado han existido diferentes teorías que intentaron explicar su existencia, actualmente se acepta que la Luna tuvo un origen fortuito, por lo que en efecto podría no haber existido.

La teoría generalmente aceptada ahora es la del gran impacto, que tiene como principal fundamento lo que sabemos sobre las rocas más antiguas existentes en la Tierra y lo que aprendimos de las que la exploración espacial trajo de la superficie lunar.

El esquema general es el siguiente. Hace 4 mil 500 millones de años, un planeta formado al mismo tiempo que la Tierra y situado a una distancia similar al Sol, de tamaño aproximado fue el que tiene el planeta Marte, chocó con la Tierra cuando ésta tenía poco de haberse formado.

El impacto no fue frontal, sino oblicuo y con velocidad relativamente baja, sin embargo, la violencia del impacto lanzó al espacio cercano a nuestro planeta enormes cantidades de roca líquida, mientras que los elementos de mayor peso del cuerpo que impactó, se hundieron yendo hacia el centro de la joven Tierra que no fue destruida por aquel suceso, sino que sufrió cambios importantes pues los restos de aquel astro se mezclaron y condensaron,  contribuyendo a formar la corteza sólida de la superficie terrestre.

El material eyectado por el choque formó un disco de escombros en torno a la Tierra y en un tiempo astronómicamente muy corto, del orden de 100 años, se fusionó para formar la Luna, que originalmente estuvo mucho más cerca de nuestro planeta de lo que ahora se encuentra. La masa lunar comenzó a ejercer acción gravitacional sobre la Tierra, ayudando a  estabilizarla. Su eje de giro se inclinó hasta un ángulo de 23.5 grados, lo que ha tenido una consecuencia enorme, ya que esa inclinación permite las variaciones de la luz incidente del Sol, que son el origen de las estaciones, que a su vez estabilizan el clima terrestre, creando condiciones propicias para la vida.

Unos 700 millones de años después del choque, la Tierra se enfrió suficientemente para formar una superficie rocosa, mientras que el vapor de agua se condensó y formó los océanos, que la Luna comenzó a mover con el flujo y reflujo ocasionado por su acción gravitatoria, creando las mareas, lo que propició la oxigenación de los mares, que fue donde se inició la vida hace unos 3 mil 800 millones de años.

El cambio de la química básica de la Tierra inducido por aquella gigantesca colisión, permitió la existencia del llamado “caldo de la vida”, constituido por elementos químicos como el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono, en el que se ha sugerido que ocurrió la formación de las primeras moléculas orgánicas a partir de esos elementos y de la acción de la intensa radiación solar.

La existencia del campo magnético que envuelve a toda la Tierra es producto de la rotación de su núcleo, formado principalmente por fierro y níquel; materiales pesados que migraron hacia el centro de nuestro planeta por acción de la fuerza de gravedad, fenómeno que pudo ser acelerado por la colisión que formó a la Luna.

En todo caso, la existencia misma de este campo magnético ha sido de importancia en el larguísimo proceso que llevó al surgimiento y evolución de la vida en la Tierra. Sin el escudo formado por ese campo, los flujos de partículas atómicas cargadas eléctricamente que forman el viento solar y la radiación altamente energética proveniente del Sol, habrían penetrado la atmósfera de nuestro planeta llegando hasta su superficie, impidiendo el desarrollo de organismos vivos, pues ambas resultan muy nocivas para la existencia de la vida.

 

La Luna y sus capacidades

La Astronomía nos ha enseñado que por sus masas y por la distancia que las separa, en realidad la Tierra y la Luna forman un sistema donde cada una influye sobre la otra a través de la fuerza gravitacional atractiva. Entre más cerca estén 2 cuerpos, mayor será esa fuerza que los atrae entre sí. Aplicando estos conocimientos es posible establecer que en el pasado la Tierra giraba sobre su propio eje más rápido. Cuando la Luna se formó, se hallaba a solamente unos 20 mil kilómetros y su presencia comenzó a frenar la rotación terrestre, que en aquellas remotas épocas, la hacía girar sobre su eje en únicamente unas 5 horas. ¡Casi 5 veces más rápido que ahora! Pero la acción entre ambos astros la fue frenando, pues las mareas causadas por la Luna actúan con una balata en un freno de automóvil. La fricción ocasionada por el movimiento de los océanos contra el lecho marino, frena el movimiento de giro de la Tierra, lo que al paso de los eones, ha hecho que un giro completo sea de veinticuatro horas, que ahora es la duración del día. Por su parte, este proceso de frenado causa que la Luna se vaya alejando de la Tierra, Actualmente se separa de ella 3.8 centímetros por año, que puede parecer muy poco, pero dentro de miles de millones de años, hará que perdamos definitivamente a la Luna.

La existencia de la Luna nos brinda uno de los mayores espectáculos de la naturaleza; los eclipses. Aunque el radio de la Luna es 400 veces menor que el del Sol, se encuentra 400 veces más cercana de la Tierra que éste, lo que ocasiona que vistos desde la superficie de nuestro planeta, ambos presenten un tamaño angular prácticamente igual. Esta circunstancia es la que ocasiona que podamos disfrutar los eclipses, pues ello hace que vemos que la Luna tapa completamente al Sol, produciendo el maravilloso espectáculo de convertir el día en noche por algunos minutos, lo que resulta verdaderamente impresionante. Sin Luna nada de esto ocurriría, así que la pregunta que nos hicimos en aquella ocasión, obedeció a más que simple curiosidad, pues de alguna manera reflejaba mucho de lo que somos y sabemos.

 

*Instituto de Astronomía, Campus Ensenada, Universidad Nacional Autónoma de México.

mam@astro.unam.mx

 

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