PALABRA

Mediadores de salas de lectura

Por Miriam Carballo Verdugo*
sábado, 24 de noviembre de 2018 · 00:00

¿Habías escuchado hablar de los mediadores de salas de lectura? Para explicarlo diré antes que una sala de lectura es un espacio en el que vecinos, amigos, compañeros de escuela, jubilados, personas en prisión y población emigrante  se reúnen para compartir relatos, experiencias, memorias, puntos de vista y anhelos.

Ésta se desarrolla en canchas deportivas, en un salón comunitario, un comedor de empresa, la sala de una casa, un camellón, un parque público o en sala de espera.

La persona que trabaja esos espacios, que lee, anima a la lectura y a la reflexión,  es el mediador de sala de lectura, un héroe o heroína anónimo (a) que  este contexto requiere; en la realización de actividades literarias, contribuye al incremento de lectores.

Mediador y lectores se reúnen periódicamente para hablar de su libro favorito, recomendarlo, escribir y expresar ideas. Dijo al respecto Julia Celeste Pérez: “Usamos la literatura como punto de partida, lo importante es lo que sucede después; el diálogo, la charla, la confianza, todo lo que nos hace crear lazos, estrechar vínculos, todo lo que nos acerca como comunidad”.

Los mediadores acompañan a los lectores en sus procesos; dialogan sobre la palabra escrita contenida en los libros, y la palabra oral, que se expresa en voz de los participantes. Ellos destinan sus horarios personales para compartir el goce de la lectura y dotar de tiempo y espacio fijos, para acceder a los libros, intercambiar o discutir sobre algún tema y construir acuerdos.

Mediadores profesionales

La mediadora, Lucila Jiménez, expresó:  “Los mediadores de lectura de México, ejercen este trabajo de manera voluntaria, por el puro amor al libro, al prójimo y a la vida”.

Este otoño, concluimos el diplomado para la Profesionalización de Mediadores de Lectura, del PNSL organizado por el  ICBC.

Agradezco lo compartido a María Elena Jiménez,  Gloria Jacobi, María Ileana Hernández, Miriam Méndez, Julia Celeste Pérez, Martina Rojas, Hermelinda Ángulo, Ángel Balbuena, Liliana Álvarez, Nicolette Ibarra, Jazmin Lozada.

A Julio César Torres, Dzoara Rubio, Blanca Antuna, Victor Alzina, Rene Castillo, Circe Cota, Felicia Olachea, Rosa Razo (coordinadora del diplomado), a  Paty Blake, responsable de Fomento a la lectura, y a mis entrañables maestros, Lorena Rodríguez, Omar Bravo, Celeste Martínez y Mario Ramos.

Finalizo con una frase de Julia Celeste:

“Yo que fui hojas volando dispersas, anuncio que después de aprender y reflexionar sobre la lectura, los lazos y vínculos que crea, ahora siento que soy ave, que observa el entorno desde diferentes perspectivas, que lee a otros a partir de su comportamiento y forma de vida, que después de volar y observar interviene y aprende.

Antes era hojas y ahora ave pero en ambos casos me mueve el mismo viento, la literatura”.

 

Frase:

“Una sala de lectura es un espacio en el que vecinos, amigos, compañeros de escuela, jubilados, personas en prisión y población emigrante  se reúnen para compartir relatos, experiencias, memorias, puntos de vista y anhelos”.

 

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