PALABRA

La importancia de la cultura científica en la comunicación social

Rolando Ísita Tornell*
sábado, 15 de diciembre de 2018 · 00:00

Asistí a la presentación de tres proyectos de comunicación sobre ciencia, tecnología e innovación, en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM. Los tres incluían una presentación en video y una página Web interactiva.

El conocimiento sobre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, con conocimiento quiero decir “saber hacer” con ellas y no sólo saber usarlas. En la actualidad, todos los chicos son muy hábiles usando la infinidad de aplicaciones informáticas de sus teléfonos, tabletas y laptops, pero pocos saben desarrollar aplicaciones en programación informática.

La visión de la narrativa del video (o cine) de estos chicos estudiantes de arte y diseño me pareció madura. Parte de atrapar al espectador en nuestros productos audiovisuales, llamar la atención desde el principio y no perderla, es el conocimiento de la estructura narrativa, el ritmo, el lenguaje audiovisual (secuencias, encuadres, movimientos, duración de las escenas, audio, voz, fondo musical).

Sin embargo, sus formatos elegidos fueron tradicionales, sin innovación y, a veces, equívocos; por ejemplo: tener a los conductores o narradores demasiado tiempo a cuadro, o entrevistas conservadoras de una persona preguntándole a la otra u otras, a cuadro.

A mi juicio, eso es radiodifusión televisada y no televisión. Por otra parte, un cuestionario quita espontaneidad tanto al que pregunta como al que responde, el que pregunta no es quien hace la pregunta y al entrevistado lo encierras en su propia respuesta; además los ves a ellos a cuadro todo el tiempo, sin imágenes que ilustren lo que hablan. Eso es radiodifusión, no audiovisual.

En cuanto a la parte de ciencia, de la cultura científica, la curricula de la carrera debería contemplar materias sobre qué es la divulgación de la ciencia; las buenas intenciones de estos chicos aspirantes a comunicadores sociales de la ciencia pueden ir al traste, o reforzar la pseudociencia y mala ciencia que difunden los medios tradicionales.

Uno de los tres proyectos estudiantiles, en el aspecto científico no presentó “flancos débiles”, el propio formato escogido, “documental”, no daba lugar a errores conceptuales o equivocaciones, se trataba de la descripción de la licenciatura de Nanociencias en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología, campus Ensenada, de la UNAM.

Tal vez faltó resaltar (y no sólo describir) que es una licenciatura de vanguardia en los rumbos que está tomando la investigación científica, multidisciplinaria, sin fronteras entre una disciplina y otra. Y es en este punto donde resalta la necesidad de una cultura científica en la formación de los comunicadores y se enlaza mi atención sobre el tema de los tres proyectos.

Si carezco del acervo cultural sobre la ciencia, no puedo discernir, descubrir las luces (high lights), “la nota” dirían los periodistas, del hecho, del objeto, institución o personas que voy a procesar en un discurso informativo o de comunicación mediática.

El ser humano sólo es una especie más

En el documental: los chicos de la licenciatura estudian juntas a la física clásica, cuántica, de partículas, relatividad; química, biología, ciencias médicas, computación. Asimismo, no es suficiente con decir que las nanociencias estudian la materia a nivel de mil millones de veces más pequeña que un metro; es, además, que las propiedades de la materia a ese nivel son distintas a las que conocemos en el mundo de nuestro tamaño ¡esas son “las notas”!

Otro proyecto pretendía ser de astronomía y lo que presentó fue exploración espacial, que se parecen, pero no son lo mismo. Exploramos el espacio que la astronomía ya observó, descubrió, caracterizó, midió, conoció su naturaleza, estructura, movimiento y que dio a conocer hace mucho tiempo, desde 1609 con Galileo. Por otra parte, describen la proeza del Apolo 11, que fue impulsado por un cohete Saturno, ideado por el alemán nazi Von Braun, ¡y en la imagen vemos un Challenger! Asimismo, describen el gran avance de la astronomía maya ¡y en la imagen vemos un calendario azteca!

Finalmente, el tercer proyecto tuvo como objetivo conocer el mundo animal. El proyecto audiovisual bien podría funcionar como publicidad turística para un parque temático de animalitos, pero no como divulgación de la ciencia; es decir, presentar a la audiencia cómo la ciencia ve, estudia, observa el mundo animal.

Una cultura científica nos obliga a tener la perspectiva de que nosotros somos una especie más, ni mejor ni peor que las otras. Que el mundo animal, como el vegetal, se rigen por las reglas de la evolución y sobrevivencia de las especies como poblaciones, no como individuos o especímenes.

En el momento en que uso un lenguaje infantil, como si los tigres, elefantes, monos fueran nuestros “amiguitos” ya lleva implícito el mensaje de la superioridad del hombre (los que hacemos el video), y yo presentador, narrador, si me disfrazo de explorador o cazador, sigo reiterando un mensaje de superioridad.

La divulgación de la ciencia no puede, no debe hacer eso: ni infantilizar a las demás especies, ni antropomorfizar su conducta, es decir, creer que las conductas de los animales son en referencia a las conductas humanas y no como la especie misma.

Por ejemplo: el tiburón blanco no es un “asesino”; un polluelo que al romper su cascarón inmediatamente rompe el de junto y se lo come, no es “fraticidio”; ni el lobo es “feroz”; así son, son sus patrones y estrategias de sobrevivencia. Asimismo, él átomo, la célula, los planetas, las galaxias no son nuestros “amiguitos”.

Esos lenguajes y tratamientos mediáticos no ayudan en nada para que la audiencia, la sociedad, adquieran conocimientos y conciencia del trato respetuoso a la naturaleza y otras especies en beneficio de nuestra especie misma. Por lo demás, un aplauso a los docentes y estudiantes de Arte y Diseño que ven la oportunidad de ser profesionales de la comunicación pública de la ciencia.

“La divulgación de la ciencia no puede, no debe hacer eso: ni infantilizar a las demás especies, ni antropomorfizar su conducta, es decir, creer que las conductas de los animales son en referencia a las conductas humanas y no como la especie misma”.

*Divulgador y periodista científico.

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