Gatuperio

Ajuste de cuentas

Por Gerardo Sánchez García*
sábado, 8 de diciembre de 2018 · 00:00

El hombre -en su concepto filosófico y no de género-, en las diversas culturas ha elaborado instrumentos y calendarios para medir el transcurrir de su vida y sus acontecimientos.

Ha desarrollado para ello uno de los conceptos más fáciles de entender y el más difícil de explicar: el tiempo.

¿Qué es el tiempo?, si no me lo preguntan lo sé; si me lo preguntan no lo sé, dicen que dijo San Agustín uno de los máximos pensadores del cristianismo y quién de acuerdo a tal respuesta no sólo debió haber sido un hombre sabio, también sincero y humilde.

Existe una ciencia especializada en medir el tiempo de los seres vivos: la Cronobiología, la cual registra, analiza y trata de explicar los fenómenos o ciclos -los ritmos o relojes biológicos- de quienes nacen, crecen, se reproducen -no todos- y -tan, tan-, mueren.

Tan largo preámbulo de este gatuperiador es simplemente para llegar a las tradicionales e irremediables reflexiones en torno al fin de año.

Llega diciembre e inician las revisiones personales, familiares, sociales de lo hecho, de lo no realizado, de lo que debió haberse efectuado, de los aciertos, de los errores. De los sueños fracasados, de los éxitos alcanzados, de la promesas rotas, de las esperanzas rejuvenecidas o ya avejentadas a causa de su manoseo procaz y postergamiento constante.

Generalmente no se hace un balance de la vida propia -o de las ajenas- a mitad de año. Tales reflexiones -según algunas hipótesis- se producen en el invierno porque influyen factores físico-biológicos, bajas temperaturas, reducción de la luz solar, mayor producción de noradrenalina, ácido gamma y serotonina.

Entre evaluaciones y algunas reflexiones

Existen también factores sociales que propician esas evaluaciones y reflexiones. Se hace una lista de los amigos, familiares o enemigos, fallecidos en el año y de los que -afortunada o desafortunadamente- no están en ese listado.

Hay un ajuste de cuentas, revisión de fallas, errores, se planean nuevas metas, se reponen y re-construyen sueños y objetivos.

En los próximos días en repetidas ocasiones escucharemos y expresaremos -por cortesía, con hipocresía o sincero afecto-: Feliz Año Nuevo.

Desde esta columna, con honestidad republicana y sinceridad arrabalera, este gatuperiador les desea a sus lectoras y lectores que han sido cómplices-coparticipes-secuaces de este espacio e ideas, que a cada quien le vaya como se lo merece y si es posible, un poquito mejor. Un fuerte, cálido y cordial abrazo.

“Desde esta columna, con honestidad republicana y sinceridad arrabalera, este gatuperiador les desea a sus lectoras y lectores que han sido cómplices-coparticipes-secuaces de este espacio e ideas, que a cada quien le vaya como se lo merece y si es posible, un poquito mejor. Un fuerte, cálido y cordial abrazo”.

*Periodista.

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