Por la razón o por la fuerza

Porter: los mexicas eran mejores que los mexicanos

Por Juan Alberto Montes*
sábado, 8 de diciembre de 2018 · 00:00

El rock es la música del país hegemónico y el hecho de que existan bandas que toquen ese género en Latinoamérica representa el éxito de lo que en la teoría crítica se denomina “imperialismo cultural” y García Canclini llama “culturas híbridas”.

A pesar de que la rebeldía es su premisa original, hacer rock en Latinoamérica, de insurrección nunca tuvo nada, más bien, significa subordinación de una juventud imitadora de tendencias directrices.

De hecho, hay un antecedente en el que Luis Echeverría prohibió tocar rock en la década del 70 para evitar, por un lado, las movilizaciones juveniles, y por otro, la influencia cultural estadounidense.

Esto hubiera tenido algo de mérito si hubiese impedido la formación de El Tri, pero la realidad es que sólo significó la arbitrariedad política menos grave de su régimen de mierda.

El término de “autenticidad” en el rock latinoamericano en general y mexicano en particular, es un tema escabroso, pues pareciera ser algo ontológicamente insostenible.

Es verdad que la historia del rock de este país es mayormente una secuencia de grupos de imitadores de gringos e ingleses que data desde la década del 60.

También hay que decir que hay bandas mexicanas que, incluso copiando, han sacado verdaderas obras maestras incuestionables, sobre todo de 1988 a la fecha.

La conquista de la autenticidad

En este contexto, Porter es un caso llamativo desde diversas ópticas y por diferentes razones.

Su formación actual, con apenas un álbum (Moctezuma, del 2015) y su reciente EP Las Batallas del Tiempo (2018), se ha consolidado como una de las pocas bandas que suenan auténticamente “mexicanas”.

Con esto me refiero a que producen música que difícilmente podrían haberse creado fuera de México (por los elementos de culturas pre-hispánicas de esta zona que nutren su sonido y letras), algo que sólo lograron con ese nivel de sofisticación Caifanes y La Barranca.

(Algunos dirán que también Café Tacuba pero, seamos honestos, esa banda no es más que un Radiohead para los fans de Alex Lora).

Por otro lado, hay que recordar que Porter surgió en la generación post-Strokes de los dos miles, dentro de la efervescencia de grupos indie que brotaron como moho en México y desaparecieron con igual facilidad.

A diferencia de sus contemporáneos, no sólo siguieron vigentes, sino que se reinventaron de forma impensada, inesperada y sorprendente cuando apareció Moctezuma hace tres años.

100 % real

La autenticidad implica evitar simular ser lo que no se es. Permite capitalizar las cualidades naturales de cada uno y eso es precisamente lo que ha conseguido Porter desde la salida de su cantante original Juan Son, en 2013.

Su reemplazo, David Velazco, implicó quitarle a Porter todo lo molesto y llevar lo positivo que tenían a un nivel superior, no sólo en cuestión de habilidades musicales y vocales, sino también interpretativas y líricas.

A Juan Son lo extrañarán por nostalgia únicamente aquellos que eran adolescentes cuando salió Porter.

El único defecto de Batallas del Tiempo es que sólo tiene cuatro canciones: “¿Qué es el amor?”, “Pájaros”, “Bandera” e “Himno eterno” y por ello, quedan ganas de escuchar más de su exuberante momento creativo.

La producción de texturas semi-electrónicas que ya habían propuesto de forma brillante en Moctezuma se consolida en este EP, pero con el añadido de una mayor cohesión como compositores en colectivo.

Punto y aparte es la capacidad de Velazco como letrista. Es un cabrón poeta. Tengo desde 2015 preguntándome de dónde chingados lo sacaron.

Al actual Porter le queda chico su propio nombre porque está adherido al pasado. Deberían llamarse “La Mejor Banda Mexicana de la Actualidad”.

*Ingeniero metafísico con especialidad en superficialidades.
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Instagram: no_funeral_

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