La Chirimía en México, un eslabón dentro del tiempo

domingo, 27 de mayo de 2018 · 00:00

Por Álvaro G. Díaz Rodríguez

Pocos instrumentos en el mundo han sobrevivido al paso del tiempo y al movimiento geográfico manteniendo sus características originales. Uno que ha guardado sus características básicas a través de los siglos es la chirimía, también conocido como Zurnay (Medio Oriente), Shawm (Inglaterra), Shanai (Pakistán), Suona (China) o Jogi Baja (Tibet), entre otros tantos nombres.

Se puede localizar tanto en Medio Oriente, como en la provincia Ibérica y comunidades indígenas mexicanas o centroamericanas.

En México fue uno de los instrumentos más importantes durante más de dos siglos en la Nueva España, además de ser uno de los pocos instrumentos que aún sobreviven de una manera casi “milagrosa” en varias comunidades indígenas, siendo en el pasado, un instrumento que representara a varias culturas y tradiciones totalmente distintas.

El estudio de la chirimía nos abre las puertas para conocer el comportamiento de los instrumentos y el porqué de su sobrevivencia a través del tiempo, asimismo, reconocer que a pesar de la transculturización que ha tenido, mantiene la misma característica de agrupación en la mayoría de las locaciones mundiales, sirviendo como un eslabón para conocer la función cultural que tiene en las comunidades donde aún se toca.

El caso de México es particular ya que continúa con vida como un instrumento que acompaña al pueblo del interior del país en sus festividades, teniendo una variedad de más de 15 tipos.

 

¿Qué es la chirimía y cuál es su función?

Es un instrumento de doble caña, antecesor del oboe, que tuvo su auge en la época Medieval y Renacentista europea. Participó en la vida musical hasta finales del siglo XVII y llegó a Europa gracias a los árabes en la conquista ibérica, quienes lo utilizaban como un instrumento de exterior para la guerra y para las festividades del pueblo; ya en occidente alcanzó la suerte de convertirse en un instrumento de interior, que acompañaría al coro en las misas y otros eventos religiosos.

 

La chirimía en la Nueva España

La chirimía llegó al Nuevo Mundo gracias a los músicos españoles que embarcaron durante la conquista, como herederos que fuimos del renacimiento europeo no nos ha de extrañar que la chirimía ocupara rápidamente un lugar privilegiado desde su llegada a la Nueva España. 

Hernán Cortés viajaba con un grupo de músicos en sus conquistas, esto lo podemos saber gracias al escrito de Bernal Díaz del Castillo, donde nos narra que el conquistador en su viaje a Honduras (1524 a 1525), llevaba “cinco tocadores de chirimía, sacabuches y dulçainas y un volteador y otro que jugaba de manos y hacía títeres”. Desgraciadamente en este viaje que dura más de lo planeado, al terminarse las provisiones tuvieron que comerse a algunos músicos: “los sesos del sacabuche Montesinos, los intestinos y sesos de Bernardo Caldera”, dice el texto. Pero para la suerte de nuestro tema y tal vez por el virtuosismo característico de los instrumentistas de doble caña, el único sobreviviente de los cinco músicos, contratados especialmente en Sevilla para el servicio de Cortés, fue el tocador de chirimía Bartolomé de Medrano, quien después de este viaje regresa a trabajar a la Catedral de Toledo en 1544.

Más que la anécdota sanguinaria lo anterior nos puede indicar que Cortés viajaba con un grupo de músicos para su deleite personal y es posible que en su viaje inicial a México ya los llevara.

En los primeros años del México ya conquistado, llegaron muchos instrumentistas ibéricos a la capital de la Nueva España, deseosos de hacer fortuna en esta nueva tierra prometida, como fue imposible alojarlos y permitirles trabajar en un sólo lugar, se les tuvo que ordenar separarse y pasar a poblaciones indígenas, y que enseñaran a los nativos la manera de ejecutar la chirimía y otros instrumentos europeos. A partir de este momento los indígenas comenzarán a conocer la variedad de instrumentos musicales europeos. Lourdes Turrent en su libro La conquista musical de México, menciona que para los indígenas, el lenguaje sonoro y las ceremonias eran símbolos de que sus dioses estaban aún cerca de ellos. El proceso de conquista espiritual se realizó por medio de este método sonoro, método atractivo en el cual los frailes no sólo cantaban, sino que también se hacían acompañar por verdaderas orquestas que incluían chirimías, flautas y toda una variedad de colorido instrumental.

Para comprender el nuevo sistema musical, poder construir instrumentos e incluso componer, fue rápidamente incorporado por los nativos. La educación musical a los indígenas, además de enseñarles el canto dentro de sus materias, contemplaba la chirimía, esto se encuentra citado en un acta de 1574 del Colegio de Infantes del Coro de la Catedral de México, una de las primeras escuelas de música que se fundaron en México. La Catedral de la Ciudad de México tenía la responsabilidad de encargarse del cultivo de las formas más elevadas del arte. Ante el elevado sentimiento artístico de los indígenas, el cuerpo capitular optó por ordenar y prestar apoyo para preservar este instrumento rudimentarios del siglo XVI.

En uno de los acuerdos del cabildo se señala que al ser nombrado cantor de la Catedral, Vicente Luna se le obligó a "dar lecciones a los indios de chirimía tres veces a la semana".

Pero los problemas comenzaron a llegar por el exceso de aceptación de la música en los indígenas y en los Concilios provinciales (1555, 1565, 1585), por lo que muchos nativos tuvieron que escapar de la cruel cacería de instrumentistas.

Dinosaurio con vida  

En el mundo quedan muy pocos lugares para el estudio de la chirimía. Éstos son Medio Oriente, México, Perú, Honduras, Asía, y algunas regiones de España e Italia; es un campo que poco se ha estudiado y difundido.

México puede ser un laboratorio para el estudio de éste y otros instrumentos por sus características de permanencia, uso y diversidad, dejando de ser piezas de museo y ayudando a formar un análisis del impacto sociológico que éste tiene en su gente.

En México existen algunas grabaciones de estos grupos de chirimías, elaboradas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y por el Instituto Nacional Indigenista, pero para la importancia que tuvo este instrumento durante el periodo de la colonia y considerando la importancia que aún pudiera tener, es muy poca la información que se tiene de este dinosaurio aún con vida.

Fragmento de investigación realizada en el 2001 y publicada en la revista El Dorado, de Buenos Aires, Argentina.

*Director de orquesta, musicólogo y maestro e investigador de la UABC.

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