GATUPERIO

DONACONCHAS

sábado, 25 de agosto de 2018 · 00:00

Por Gerardo Sánchez García*

El concubinato entre un churro y una concha -ya sea de las tradicionales de chocolate, vainilla, bicolor, tricolor o la multicolor o arcoíris-, el amasiato -con tintes lésbicos- entre una dona y una conchita o la conjunción de esta última con una mantecada ha generado un interesante debate nutricional, cultural y fiscal en México.

Frutos de esos amoríos y combinaciones han surgido -entre las más de 2 mil variedades ya existentes de pan dulce mexicano-: las manteconchas, las donaconchas y los churroconchas.

El nacimiento de esos nuevos híbridos de la repostería nacional encendió polémicas ante el anuncio del Servicio de Administración Tributaria (SAT) de que esos productos deberán gravarse con un 8 por ciento adicional correspondiente al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) al rebasar las 275 calorías por cada 100 gramos.

Lo primero que sorprende es el desconocimiento de la mayoría de los consumidores -ya sea de pan o de cualquier otro alimento- que exista una relación directamente proporcional entre las calorías y los impuestos.

Más calorías, mayor carga fiscal pareciera ser el razonamiento hacendario, lo cual plantea que en el supuesto de consumir una donaconcha-doncha, la llaman algunos-, no sólo debe cargarse con el sentimiento de culpa por elevar el consumo calórico sino también el riesgo de incurrir en una evasión hacendaria o convertirse en cómplice de un panadero fiscalmente ilícito. (¿Y qué ocurre si la manteconcha fue elaborada con endulzante artificial?, ¿es tributariamente inocente?).

 

Pecado fiscal

Otros de los temas que han surgido en estas reflexiones son en cuanto al origen de las conchas y la afirmación -sin pruebas científicas- de que es el pan dulce favorito de los mexicanos.

Referente a su origen en México -existe en Japón un pan semejante- se especula que puede ser francés y que surgió en el siglo XVII.

Su nombre es por el parecido a una concha marina y conozcamos su descripción detallada deliciosamente en el sitio Directo al Paladar México: “...se componen de dos partes. La primera es un bollo dulce de pan y la segunda está formada por una pasta de azúcar que funciona como cobertura. La masa contiene ingredientes como harina de trigo, agua o leche, azúcar, mantequilla o manteca, huevos, levadura y sal. La cubierta se compone de harina, azúcar y manteca”.

Generalmente se consumen rellenándolas con nata, mantequilla y/o remojada dulcemente en chocolate caliente y espumoso. Hay partes o paladares en México que también las mezclan con frijoles negros de la olla en una singular combinación dulce-salado.

Sin embargo, retomemos el punto central de este artículo.

En la próxima visita a la panadería, además de un nutriólogo, ¿deberá consultarse a un asesor fiscal para saber si -por ejemplo-, una Oreja de crocante hojaldre, un esponjado Bigote relleno de cremoso chocolate, un Beso unido en sus dos partes por pegajosa -¿algún símil con el amor?- cajeta o un Churro relleno de mermelada rebasan las 275 calorías en sus 100 gramos?

La gula, ha dejado de ser no sólo un pecado capital y nutricional, también implicará el riesgo de incurrir en un delito fiscal en México.

*Periodista.

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