Por la razón o por la fuerza

Marlon Williams: el amor es una cosa terrible

sábado, 25 de agosto de 2018 · 00:00

Por Juan Alberto Montes*

El sufrimiento no tiene sentido alguno. No te hace mejor. No te hace más fuerte. Cualquier argumento para justificarlo es un intento cobarde para disminuirlo.

Mejor, querido lector, te propongo abrazarlo y regodearte en él como si fuera una porqueriza y nosotros unos finos cerdos belloteros.

Sin embargo, todo cuchitril necesita una materia prima y su nombre es lodo. Nuestro fango metafórico es el arte y dentro de todas las disciplinas, la música es la más espiritual. Por ello es el elemento más espeso para rellenar nuestro charco de penas y poder retozar este verano de rompimientos amorosos.

Existe una amplia gama de posibilidades de música triste para acompañar las miserias del romance, pero no quiero perder esta oportunidad para recomendar el reciente álbum del neozelandés Marlon Williams, llamado Make Way for Love.

Oceanía se caracteriza por sus animales salvajes pero también por sus músicos deprimentes. Williams se ha salvado de los ataques de los primeros pero no de las influencias de los segundos, aunque cabe señalar que su sonido tiene raíces bastante norteamericanas (folk, country, blues, rock).

A la primera escucha, es imposible ignorar el elemento más importante de Williams: su voz. Su estilo vocal es heredero directo del virtuosismo de Jeff Buckley y las cantantes de soul estadounidenses de mediados de siglo 20.

Es una de las voces masculinas más brillantes de la historia reciente. Sin embargo, una tesitura angelical no sirve de nada sin canciones efectivas para lucirla. El joven de 27 años las tiene y lo ha demostrado en los dos álbumes que ha editado (el anterior, homónimo, lanzado en febrero de 2016 y el que hoy nos ocupa, publicado también en el mes del amor del año en curso).

El conjunto de canciones es consistente, hace una exhibición lírica e interpretativa conmovedora pero sólida y viril. No hay debilidad alguna en su llanto porque legitima con su tono la ruptura y la soledad.

 

El mundo es bello pero tiene un defecto

Para constatar lo anterior, basta con repasar la abridora “Come to me”, la cínica “Party boy” o la teatralidad de “Love is a terrible thing”.

Sin embargo, debo detenerme para un dato anecdótico. Una de las canciones más brillantes, “Nobody gets what they want anymore”, es cantada con su exnovia, la también interprete folk neozelandesa Aldous Hardling.

Digo que es anecdótico porque pareciera increíble que una pareja de exnovios funcione tan bien y pueda construir como dueto algo tan funcional como el sencillo de un disco de por sí brillante. Lo mejor que he logrado al visitar a una exnovia es dejar sucio su baño y recuperar mis pijamas de Bob Esponja.

El amor es posiblemente el tema más recurrente en la música popular, no obstante, la mayoría de las canciones abordan el tema con clichés autocomplacientes. Interpretan el sentimiento como un elemento positivo y constructivo, como un fin paradisíaco alegre, lo cual es una imprecisión simplista y burda.

El amor romántico es una pasión destructiva muy parecida a una enfermedad, una condición o una adicción de las feas. Trae consigo miedo, celos y desesperanza. El amor es una cosa terrible, pero no importa, porque este disco es producto de él.

 

*Es ingeniero metafísico con especialidad en superficialidades.

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