La lucha del escritor: El libro vacío de Josefina Vicens

sábado, 15 de septiembre de 2018 · 00:00

Por Lesli Mejía Chávez*

“¿Cómo harán los que escriben? ¿Cómo lograrán que sus palabras los obedezcan? Las mías van por donde quieren, por donde pueden. Cuando ya las veo escritas, cuando con una vergüenza golosa las releo, me dan pena. Siento que van desprendiéndose de mí y cayendo en mi cuaderno”.

            Quizá ningún otro párrafo de esta novela refleja su esencia tan bien como el anterior. Las preguntas retóricas como esas abundan; las reflexiones respecto al arte de escribir y el desasosiego que éste inevitablemente produce, también.

            El libro vacío cuenta la historia de José García –cuyo nombre es una irónica alusión al de la autora misma–. Él es un hombre aparentemente ordinario: trabaja en una oficina, con un empleo que detesta; tiene una esposa y dos hijos, a quien ama incondicionalmente; lidia con problemas económicos, personificando así las dificultades de la clase media mexicana del siglo pasado, y se siente oprimido por su rutina banal, deseoso de algo que la desestabilice y la renueve.

            Pero José no es tan ordinario como aparenta. Él tiene un único escape, un preciado intento de seguir adelante día a día y de no perderse a sí mismo: todas las noches, antes de dormir, escribe. Tiene varias ideas y quiere plasmarlas en una novela, pero le es muy difícil: sus palabras, dice, caen “sin forma, sin premeditada colocación”.

            Este bloqueo creativo es lo que impulsa la trama. José lo analiza, deconstruye, cuestiona y acepta en una mezcla de frustración, congoja, incertidumbre y pasión artística.

Creadores y creaciones al mismo tiempo      

Anudadas a sus nostálgicos recuerdos y a intrínsecos retratos de las personas a su alrededor, las cavilaciones respecto a la creación literaria que expresa José logran tocar un punto profundo y sensible en los adentros de quienes somos –o al menos nos consideramos como– escritores y artistas. Su relación ambivalente pero vehemente con su escritura incita una identificación arrebatadora o, como mínimo, una empatía sincera, pues presenciamos la autocrítica y el fracaso de José una y otra vez, sin misericordia, sin eufemismos, basada en aquella exigencia brutal que sólo un artista sabe dirigir a sí mismo.

“El artista es un ser distinto, vulnerable, asombrado, trémulo, herido de nacimiento y por vida, difícilmente incorporable a la realidad diaria. Claro existe el que de esa realidad extrae sus mejores elementos. Pero el notarla tanto como para poder manejarla y convertirla en obra de arte, es la mejor demostración de que no ha podido incorporarse a ella...”

            Publicada en 1958 y galardonada con el premio Xavier Villaurrutia, El libro vacío es una obra autoreflexiva y existencialista, llena de una piedad “secreta... inflexible y rigurosa”, como opinó Octavio Paz. Vicens plantea ideas que parecen surgir de sus propias entrañas; o más bien, como José surge de ella, las ideas de él son también las suyas, pues ambos son creadores y creaciones al mismo tiempo... y eso, ¿no lo somos todos?

*Estudiante de Literatura Inglesa y escritora.

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