No hay catástrofes, hay catastrofistas

El papel de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y el lugar que otorgan a la ciencia como “fuente de información” no es más que el reflejo parcial, una “muestra”, de la sociedad en la que están inmersos
sábado, 29 de septiembre de 2018 · 00:00

Por Rolando Ísita Tornell*

Harán 2 décadas que un colega me comentó el tema de su doctorado en ciencias de la información en la Complutense de Madrid, ¿Catástrofes o Catastrofistas? Ambos estábamos inmersos en la comunicación social de la ciencia. Carlos Lozano quería develar si la preocupación social, mundial, por los fenómenos relacionados con la naturaleza era real o inducida; por mi lado, me ocupaba de desentrañar qué se quería decir con “la ciencia es parte de la cultura”.

El papel de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y el lugar que otorgan a la ciencia como “fuente de información” no es más que el reflejo parcial, una “muestra”, de la sociedad en la que están inmersos. En los medios leemos, escuchamos, vemos cuán noticiosos son los huracanes, tsunamis, eclipses, tornados, erupciones volcánicas, terremotos, inundaciones por lluvias torrenciales, desbordamiento de ríos, derrumbes de las laderas de montañas; a ello hay que añadir cambio climático, calentamiento global, tormentas solares.

La presencia del daño al medio ambiente como noticia, la ecología, se torna tema de preocupación social y mediática. El Ozono (molécula de 3 átomos de oxígeno) pasa a formar parte de nuestro lenguaje cotidiano, bien en forma de agujero de ozono en la atmósfera del Polo antártico, o la presencia de esta misma molécula al ras de las ciudades, provocando efectos invernadero; detectan aumento en la temperatura global del planeta; una tormenta solar paralizaría la vida en el planeta; la extinción de especies nos puede afectar, y un larguísimo etcétera. Todas esas son noticias, sucesos inquietantes, apocalípticos, y pasan a formar parte de nuestra percepción, de nuestras preocupaciones.

¿Catástrofes? ¿Desastres naturales? ¿El principio del fin apocalíptico del planeta Tierra?

Todos esos fenómenos son reales, no es que los medios mientan, pero por su propia naturaleza, fines y dinámica periodística como “la agenda” mediática, ganar audiencia; reducir a quién, cómo dónde, cuándo, por qué, dejan fuera toda una compleja y extensa maraña involucrada en esos fenómenos, visiones parciales sin su dimensión real.  ¿Son catástrofes o nos hemos vuelto catastrofistas?

El principio del Universo fue un colosal estallido; casi toda la materia conocida por el hombre, los elementos, tiene su origen en el violento colapso y estallido de estrellas masivas, decenas, cientos y millones más grandes que el Sol.

La formación de nuestra estrella y su sistema planetario no fue nada tersa, surgió en medio de colosales convulsiones, sinnúmero de choques, de colisiones de enormes bloques de roca hasta su fusión. Uno de esos monumentales choques le extirpó un gran pedazo a la Tierra y se formó la Luna, según la idea más aceptada entre astrónomos.

La Tierra, a su vez, era una bola caliente de material viscoso que al enfriarse se le formó una pequeña costra quebrada en pedazos, placas, que siguen flotando y moviéndose sobre esa sopa espesa caliente, las placas chocan entre sí, algunas se sumen por debajo de otras cuya fricción libera gigantescas cantidades de energía y movimiento.

Al parecer, la naturaleza es catastrófica, desastrosa, apocalíptica, destructiva. No hay tal. Simplemente así es ella, así funciona. Presenta patrones, ciclos, procesos que son medibles, observables, detectables, que nos permiten armar el rompecabezas del Universo, del planeta y lo que está vivo de la vida, así funciona la naturaleza, obedece a sus propias reglas. La ciencia es el lenguaje con el que entendemos esas reglas y su funcionamiento.

Así pues, no existen los “desastres naturales”, existen fenómenos de la naturaleza muy grandes, poderosos. La oficina de Naciones Unidas para Desastres y Reducción de Riesgos así lo confirma, los desastres son más bien humanos, resultantes de las omisiones, falta de prevención y planificación ante los fenómenos de la naturaleza… Yo agregaría la arrogancia del capitalismo.

La ciencia nos proporciona parámetros que nos permiten establecer una “normalidad” y cuándo se superan los límites de esa normalidad. La lluvia, los terremotos, los huracanes, los vientos devienen en “desastres” cuando rebasan la normalidad. Dependiendo del fenómeno, hay tipos de magnitud como las escalas de Richter, para terremotos, o la Saffir-Simpson para huracanes (ciclones y tifones).

De igual forma, dependiendo del fenómeno, se han tipificado “zonas de riesgo”, actividades humanas asentadas en zonas de alta probabilidad de desastres, y también las zonas de “vulnerabilidad”, pues se sabe que son poblaciones que carecen de instrumentos o medidas apropiadas para responder al desastre.

Fenómenos Naturales

Hay tipos de desastres según su origen. A causa de fenómenos de la naturaleza existen los movimientos de masas como son las avalanchas y aludes, deslizamientos bruscos de amplias áreas de hielo, rocas, lodo. Las de mayor peligro tienen lugar en poblados en las laderas montañosas en invierno, en esta clasificación su ubican además los corrimientos de tierra que, a diferencia de los anteriores, son efecto secundario de terremotos, erupciones volcánicas o inestabilidad de las zonas circundantes.

Fenómenos atmosféricos, como calor inusual en la zona; granizadas, sequías, “simunes” (temporales de viento cálido y seco con arena, suceden en medio oriente), huracanes, mangas de agua (o trombas), tormentas, ventiscas, tormentas eléctricas, tormentas de arena, tornados.

Son desastres biológicos las enfermedades, epidemias y pandemias, cuando un agente infeccioso adquiere amplia difusión en poblaciones. Han sido “catastróficas” la peste negra, la viruela (la auténtica conquistadora de América), la influenza española y el Sida.

Erupciones como la límnica, se trata de la súbita liberación de gases tóxicos o inflamables en lagos, lagunas, y las Erupciones volcánicas.

Desde el espacio

Meteoritos, alguno como el que impactó Chicxhulub causó extinciones masivas de especies. Tormentas solares, son explosiones violentas de la atmósfera del Sol, el gas se calienta a millones de grados, se aceleran electrones, protones e iones pesados a velocidades cercanas a la luz, producen radiación electromagnética y son peligrosas para los satélites orbitales, misiones espaciales, sistemas de telecomunicación y de transmisión de electricidad.

Incendios forestales, inundaciones, terremotos, tsunamis, olas bravas. Todos ellos son fenómenos naturales conocidos, medidos, previsibles que se convierten en desastre por ignorancia, desidia, omisiones, asentamientos irregulares y falta de políticas preventivas.

Desastres provocados por el hombre

Los desastres más desconsoladores son antropogénicos, los causados por el hombre. Entre ellos tenemos la contaminación de cuencas de agua (hídricas), ríos, manantiales, lagunas por las exigencias de la explotación minera a tajo abierto.

Derrames de hidrocarburos que destruyen fauna, algas, selvas, envenenamiento de ríos y extinción de ecosistemas.

Fuga de materiales radiactivos. Los más siniestros tuvieron lugar en Chernobil, Rusia y en Fukushima, Japón.

Tala de bosques, explotación inmoderada de maderas sin previsión ni reforestación, la destrucción de sembradíos de plantas penalizadas con agentes biotóxicos que dejan el suelo estéril.

Contaminación por anhídrido carbónico debido a la urbanización inmoderada, especulación inmobiliaria que bloquean el ciclo hídrico y la necesidad de transporte provoca emisiones de gases por combustión de hidrocarburos; dan lugar a enfermedades respiratorios y de la piel de los urbanitas.

Día del Desastre

Consciente de que los desastres requieren de atención, previsión y conocimiento, las Naciones Unidas han decretado el segundo miércoles de octubre como el Día Internacional de la Reducción de Desastres. Se propone que los países miembros instrumenten medidas de gestión de riesgos y la modificación de modelos de desarrollo hacia un desarrollo sostenible.

Conclusión: no hay catástrofes, somos los humanos los catastrofistas. Obstinados en el modelo de desarrollo de “todo es mercancía y ganancias”, estamos construyendo la más global de todas las catástrofes, el calentamiento global. La Tierra ha tenido varias extinciones masivas de especies, el hecho de estar aquí parados nos indica que el planeta se ha recuperado; con lo cual se infiere que, de seguir así, se extinguirá la humanidad y el planeta seguirá tan campante sin nosotros.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

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