PALABRA
La narración de lo indecible
Por Lesli Mejía Chávez*
Temporada de huracanes de la veracruzana Fernanda Melchor es una novela narratológicamente fascinante.
Cuenta la historia de la Bruja, una mujer con una oscura reputación en un pueblo semirural, cuyo cadáver es encontrado en un canal por un grupo de niños. A partir de esa premisa, la novela se desarrolla en torno a otros personajes relacionados con la Bruja y con su muerte, quienes reflejan la precariedad económica, moral y espiritual de la sociedad mexicana contemporánea.
La novela está narrada en tercera persona y estructurada de una manera inusual: cada uno de sus ocho capítulos, a excepción del penúltimo, consiste en un único párrafo. Las oraciones en cada párrafo-capítulo se extienden considerablemente, lo cual, sumado al lenguaje coloquial y provisto de términos y vulgaridades propios del centro de México, concreta la ilusión del flujo de conciencia. En otras palabras, la novela reproduce fielmente el discurso y la mentalidad de sus personajes, lo que hace parecer las situaciones que retrata más genuinas y, por ende, más impresionantes.
La realidad que vivimos en México
Aunque la Bruja es la principal protagonista de esta obra, el personaje que detona el conflicto de la trama es Luismi, un joven drogadicto e indolente, cuyo apodo alude a su oculto e inesperado talento. Él, quizá más que cualquier otro personaje en la novela, personifica los vicios y la descomposición moral de la juventud mexicana hoy en día.
Es a partir de Luismi que surge el involucramiento de los demás personajes: Yesenia, su prima colérica y obsesiva; Munra, su padrastro mediocre y amoral; Norma, su novia menor de edad que huyó de una familia abusiva; Chabela, su madre mezquina y soez; Brando, su amigo reprimido y también drogadicto, y por supuesto la Bruja, cuya ambigua relación con Luismi es la más central.
Los motivos y las metas de los personajes giran en torno a problemáticas fundamentales en nuestro país: la drogadicción, los tabús sexuales, la violencia de género, la superstición, la maternidad no deseada, la pobreza, entre otros.
Estos temas tan delicados son tratados con veracidad y desde el punto de vista de un personaje en particular. Debido a esto, Melchor logra lo que Henry James en “The Art of Fiction” consideró una buena novela: un retrato interesante de una impresión libre, intensa y personal de la vida.
Si Los recuerdos del porvenir de Elena Garro y Pedro Páramo de Juan Rulfo hubieran podido tener una hija, sería Temporada de huracanes. Como Garro y como Rulfo, Melchor traduce una realidad pueblerina y desolada a la literatura, de una manera punzante, inquietante, sin temor a la falta de tacto y que enfatiza la crudeza de dicha realidad. Por lo tanto, Temporada de huracanes nos ofrece una innovadora forma de narrar, de historizar, de comprender lo incomprendible y de decir lo indecible.
*Estudiante de Literatura Inglesa y escritora.
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