Abre libro ventana a sabiduría yumana
Por: Ricardo Israel Sánchez Becerra / Agencia ReformaFlotando en las aguas del Pacífico sobre su unicornio inflable, la pequeña Valentina de pronto ve interrumpido su tranquilo día en la playa por un improbable personaje.
Es uno de los primeros pobladores precolombinos del noroeste de México, de los que se había enterado apenas un día antes en clase de Historia. Pero, ¿cómo podría ser? "¿Acaso te teletransportas? ¿Tienes una máquina del tiempo?", le pregunta confundida a aquel hombre enorme y de piel curtida al que sólo le interesa hallar una serpiente.
"No es cualquier reptil, es la serpiente del saber, y tengo que encontrarla para que me entregue la sabiduría que prometió a los yumanos. Es un regalo que se me debe", cuenta ese "guerrero de paz" acerca de Maija Awi, la gran serpiente de agua que, de acuerdo con la leyenda del pueblo kumiai, se devoró todo el conocimiento.
"En su vientre guardaba toda la sabiduría en artes, cantos, bailes, oratoria, ceremonias, cestería, curandería, lenguas y todo lo que necesitamos para vivir", continúa. "Mi tribu la alimentó, y fue creciendo hasta explotar; por ello, todo el conocimiento quedó esparcido en esta tierra, y mi misión es buscar cada pedazo de ella para recuperarla".
Motivada por el reto, Valentina se aventura junto con su nuevo compañero en esta búsqueda, resolviendo una serie de acertijos que los llevarán por toda Tijuana, tal como lo plasma Araceli Martínez–Rose, escritora oriunda de esta ciudad, en su libro Yumano: En busca de la serpiente del saber (Abismos Editorial, 2024).
Con esta obra dirigida a las infancias, ilustrada por Ramsés García, la también periodista se propuso resaltar la importancia de la sabiduría legada por los grupos pertenecientes a la familia etnolingüística yumana, presentes entre el suroeste de Estados Unidos y el Desierto Central de Baja California, desde el periodo que los arqueólogos identifican como Prehistórico Tardío, 2 mil 500 años antes de nuestra era.
"Es una de las etnias más antiguas, y una bastante olvidada, pero que tiene leyendas, que tiene sabiduría y que tiene música, y además tradiciones que, la verdad, en Baja California no se conocen al 100 por ciento, mucho menos en (el resto de) México", apunta Martínez–Rose en entrevista.
Es decir, aquella estampa de Valentina aprendiendo directamente de su maestra Conchita –un tributo por parte de la autora hacia el magisterio que "siembra la semilla del saber y realmente enseña más allá de dictar"– sobre los pai pai, kumiai, kiliwas, cucapás y cochimíes, todos primeros pobladores yumanos indígenas del noroeste mexicano, no es algo que suceda habitualmente.
Al menos en su caso, recuerda la escritora, no supo de tales pueblos y culturas, todavía con descendientes en la actualidad, que mantienen vivo el espíritu y la sabiduría yumana, sino hasta muy avanzada en su formación.
"Todos esos pueblos tuvieron que sobrevivir el clima, el ecosistema, para poder dominarlo y poder asentarse. Eso ha sido una herencia para nosotros (...) Cada quien tiene algún legado de esos primeros pobladores, y aprenderlo en la universidad ya es muy tarde, tenemos que saberlo desde primaria", opina Martínez–Rose.
Si bien reconoce que hay varios esfuerzos por visibilizar y reivindicar tal herencia, parece claro que no es suficiente en tanto una lengua como el ku'ahl, perteneciente a la familia cochimí-yumana, y de la que ya sólo quedan dos hablantes en el país –Teresa y Diana Armenda–, se encamina a su extinción.
"Es un pesar que lenguas se estén perdiendo; es muy triste porque, sin duda, tienen canciones, historias, anécdotas. Una sabiduría que, después de que estas dos mujeres no estén, se va a perder", lamenta la autora, siempre preocupada por el tema, y cuyo libro anterior, 15 días en México (Ediciones ILCSA, 2021) fue lanzado en español, náhuatl, zapoteco y yokot'an.
Un homenaje a la distancia
Enlazada desde Alemania, donde radica hace varios años, Martínez–Rose le da crédito a la distancia como detonante para escribir un libro como éste, en donde resalta parte de la historia, geografía, gastronomía, las nuevas industrias y otros elementos identitarios de su natal Tijuana.
"No puedo negar que la distancia y la nostalgia me hagan voltear con mayor frecuencia a tratar de aferrarme y entrar a las entrañas de lo mío, no perderlo, y mucho menos olvidarlo o desconocerlo", remarca la escritora sobre este personal tributo a su tierra. "Valentina es ese espíritu mexicano de amar lo nuestro y cuidarlo".
Así, destacan por igual en las páginas de Yumano el casino Agua Caliente y la presa Abelardo L. Rodríguez que el Centro Cultural Tijuana (Cecut), el alto Cerro Colorado –o Ticuan, desde donde se dice que "se pueden alcanzar las estrellas plateadas que brillan en las noches despejadas", escribe la autora–, y hasta el propio cruce fronterizo.
Esto además del géiser marino La Bufadora, en Ensenada; el desfile de ballenas grises junto a las Playas de Rosarito, o la importancia de la salvia silvestre en Tecate, sin obviar el pan que ahí se hornea, entre varios otros valores imperdibles de la entidad, enlistados por Martínez–Rose como un deliberado estandarte.
"Para mí era muy importante dar a conocer lo que es y lo que ha sido mi tierra. Porque, efectivamente, hay realidades ásperas, difíciles; realidades que se han acentuado y que han disminuido, de violencia, de pobreza y de tránsito migrante. Realidades que culminan, no que comienzan en Baja California, mucho menos en Tijuana, pero sí en la frontera.
"Quería, como bandera personal, hablar de lo que sí es bonito, de lo que es importante; de lo que hace que Baja California sea esa tierra próspera y culturalmente ávida de más, creciente, y que se está transformando de jovencita a una gran dama", subraya la autora.
Apoyada en figuras como el cronista Mario Ortiz Villacorta y los historiadores Josué Beltrán Cortez y David Piñera, para verificar los aspectos históricos de su libro, un material de consulta básico y accesible que espera presentar en México próximamente, Martínez–Rose desea no que las escuelas de la entidad retomen Yumano, pero sí que puedan reforzar el interés y la enseñanza al respecto de esta descobijada etnia.
Y si no, cuando menos, dejar en cada pequeño lector la lección de ese hombre de la prehistoria persiguiendo una deidad reptil hambrienta de saber: "Conocer tu pasado te ayuda a entender tu presente. Valora tus raíces porque son el eje de tu futuro. Ahora tienes la sabiduría en tus manos: cuídala, presérvala y transmítela".
...