LO QUE TE CUENTA LA DAMA

Limonazo frente al Covid-19

Por: Johana Ochoa jochoa@elvigia.net
lunes, 24 de enero de 2022 · 00:00

Buenas, buenassssss, la semana pasada no salí porque la columna tenía recetas y esto hay que pasarlo a otra sección , así que no se libran de mí, aquí andamos. Estamos en el periodo de la cuarta ola, todos los días las cifras suben y yo más preocupada, parece que ando exorcizando con mi spray sanitizante a cada paso.

Desde mi punto de vista como mamá, estoy preocupada porque en el caso de mis hijos menores de 5 años, no hay vacunas autorizadas. Veo en redes y en las noticias cómo el aumento siembra la preocupación no solo por mis hijos, si no por todas esas mamás con hijos en este rango de edad.

En cuanto a los adultos el contagio es tremendo, pero agradezco que estén tomando conciencia y acudan a vacunarse, se informen, y que destaquen esas ganas de cuidarse y aportar con su vacuna ese granito de arena para combatir el virus.

Les comparto que no he padecido este bichito en ya casi dos años, y creo que bastante lo he esquivado ya que mi familia, a excepción de mis hijos, ha padecido hasta dos veces Covid.

En el momento de enterarme estoy atenta a síntomas y en aislamiento lo más posible. La primera vez fue cuando toda mi familia y mi papá se contagiaron, y aunque no estuve con ellos directamente, por voluntad me recluí en mi casa 21 días sin mis hijos, ellos se fueron con sus abuelas. Claro que fue difícil, me dio ansiedad, estrés, depresión, pero haciendo video llamadas con amigas, familia e hijos me sentía con más energía.

Pero mis dudas ante estar posiblemente contagiada (en diciembre de 2020 no había vacuna) iban de la mano con mi compromiso con la gente del vecindario, en especial la gente mayor. ¿Cómo ellos pensarían que puedo estar contagiada? Me invadía el sentimiento de proteger también a mi comunidad, nomas de pensar que por mi imprudencia o necedad de salir a hacer mis compras hubiera contagiado a alguien y no la librara.

Claro que extrañaba mucho a mis hijos, sentía huequitos en mi corazón, pero conforme pasaban los días las muestras de cariño se hacían presentes en mandado a la puerta de mi casa, regalos, cajitas con pan dulce y hasta un recado de mis vecinos con sus teléfonos para cualquier emergencia (se dieron cuenta de mi encierro). Dos días antes de que llegarán mis hijos, sin síntomas, decidí hacerme una prueba, y ¡oh, terror en la ciudad!, precios elevados y largas filas. Y dije “No pues si no tengo, aquí en la fila el que sí tiene ya me contagio”, y no me hice la prueba.

Estos últimos días gente muy cercana a mí ha resultado positiva, y mi mente trata de reconstruir mis ultimas vivencias o acercamientos, y me asusto. Me miro y me exploro mi nariz, mi respiración, mi temperatura cada noche y cada mañana espero ver algún síntoma, y a la vez agradezco aparentemente estar bien de salud. No cabe duda de que esta pandemia nos ha arrebatado no solo la salud, pérdidas de familiares y allegados, sino también la paz; cambió nuestro sistema educativo, social, económico, en fin, mucho más.

Con la variante y la época de invierno, aparte del contagiadero está la confusión de si es gripa, Covid-19, influenza, alergia, etcétera. Por cierto, emerge mi modo señora y quedo pasmada con los precios de los limones: visité tres mercados y 80 pesos es el precio promedio del limón mexicano. Los últimos meses he usado limón persa, más grande y sin semillas: ah, pues también ya me lo acabaron. Como vi en varios memes de redes, el limón sube porque los que están enfermos lo usan con limón y miel. En fin, necesitaba desahogar este tema, si tienes algún comentario puedes escribirme al correo.

¡Besos con labios rojos!



 

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