LO QUE TE CUENTA LA DAMA

Como XS cuando soy talla L

Por: Johana Ochoa jochoa@elvigia.net
martes, 29 de noviembre de 2022 · 00:00

Al fin me pueden leer. Andaba ausente por que la editora me regresó la columna una semana, la siguiente estuve enfiestada, luego estuve otra semana sin inspiración... pero aquí ando de nuevo. 
Estoy en un colapso de pendientes, estrés. No sé si estamos de acuerdo, pero la chamba de la maternidad es muy demandante, 24/7, fuerte. Pero para las que tenemos hijos, ver los resultados de tu inversión, no solo monetaria sino de tiempo, te llena el corazón. 
Desde el polémico bautizo de Luis (revisar la columna Anécdota de un bautizo no anunciado) me he tronado bien sabroso el lomo, literal. Primero con la entrada a clases, parecía que agosto tenía 90 días: endeudada con la tarjeta, la casa, el carro, etcétera. 
Y luego el cambio de mis hijos, de guardería gratuita del IMSS, ahora a pagar 2 mil 200 pesos mensuales de escuela privada. Son las desventajas de ser la mamá, porque a los papás, a cada uno le sale la mitad. Jodida yo. 
Bueno, los intereses me seguían comiendo porque vía telefónica había aceptado un préstamo del mismo banco para pagar la tarjeta, y la neta quedé peor. 
Por otro lado, la situación de mi hijo Nestor. El neuropediatra pidió unas vitaminas especiales que solo se consiguen en Estados Unidos. Batallamos mucho para conseguirlas y perdimos casi dos meses, por lo que recorrimos la fecha de entrega de diagnósticos, pues estamos en proceso de saber el tipo de autismo que tiene. Fueron casi 3 mil pesos, entre dos. Actualmente mi hijo está en sesiones con una psicóloga local que también le hará algunas evaluaciones, y cada visita son 500 pesos. 
Ante todo esto yo sabía que tenía el apoyo de mi pareja y familia. Empecé vendiendo pozole, y de ahí le metí inversión a una caja de maicitos, una botana que mando comprar a Guadalajara y que sí nos regresa lo invertido y más; es lento pero ayuda mucho, terminamos pagando camiones, tortillas... gastos chiquitos. 
Aparte de las ventas realizo algunas activaciones en sábado, con una chica que en algún momento fue mi compañera de trabajo.
Ando entusiasmada porque a pesar de las dificultades mi hijo ya dice oraciones más largas, vemos el resultado de las vitaminas, y veo su esfuerzo por comunicarse. A veces ando agachada, moviendo algo, o sola en el comedor, y de repente me asusta porque se me aparece preguntándome “¿Qué estás haciendo?”, y le respondo, y le muestro. Además lo he escuchado hablar con su hermano Luis. Esto nos llena de emoción, ver su progreso, que no importa que su mamá hasta micheladas vende con tal de ver su avance. 
También ando sentimental. Mi pareja ha estado ahí como apoyo económico, moral y físico, él también se va a trabajos extras y hemos impulsado nuestra agencia de contenidos. Es alguien que ha estado al pie del cañón en todo.
Bueno, solo quería compartirles cómo ando de presionada. Después del 19 de diciembre voy a descansar de todo esto, ya que ese día tenemos cita con el doctor en Tijuana. 
No se me desanimen si sienten que se las carga la chingada o se les aparece la ansiedad. Recuerden rodearse de la gente correcta, que les ama, que son como luces en la oscuridad. Pero también hay que entender que si somos pobres toca trabajar más, no hay de otra. 
Por cierto, aparte de trabajar aquí, allá y acullá, tengo la intención de vender burritos o botanas en mi casa los fines de semana, pero eso será otra historia.
Ya en esta columna les abrí mi corazón ante tanta deuda, ahora espero transmitirles esas ganas de luchar.

¡Besos con labios rojos!
 

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