LO QUE TE CUENTA LA DAMA

Día del Padre Vol. 1

Por: Johana Ochoa jochoa@elvigia.net
viernes, 17 de junio de 2022 · 00:00

Hola, hola, espero que estén muy bien, y hoy a flor de piel platiquemos sobre una fecha “especial” que no es tan comercializada ni alabada como el Día de las Madres, hablamos del Día del Padre. Hoy hablaré sobre mi padre, y sobre los otros padres que están en mi entorno será la siguiente semana, así que agarren su botana. 
Me tocaron un papá y una mamá, por así decirlo de “la vieja escuela”. Mi papá era músico cuando yo nací, por ende, siempre estaba desvelado, y aparte tenía un taller de reparación de bocinas. 
Al tiempo de mi nacimiento, él se dedicó solo a la reparación con más talleres, pero fueron pocas las conversaciones conmigo en mi niñez; llegaba a casa, le quitaba los zapatos y le sobaba los pies. En mi adolescencia igual: lo veía por la mañana, a la hora de la comida, y en la noche, y me dio por maquillarlo mientras dormitaba por las noche en su sillón frente a la tele.
Aquí mi relación empezó a ser más de amigos. Eso sí, mi papá le dejaba la responsabilidad de permisos y todo a mi mamá, ni me defendía de las que yo sentía como injusticias de parte de ella. Así que a mis 15 años dejé de decirle papá y le dije “Lalo”. Recuerdo su cara de asombro, y aquí 21 años después sigo igual pero ahora le digo “Lalo Mora”. 
Mi papá es un hombre súper serio, alto, mide 1.90 metros, delgado, se ve bien para sus 72 años; tiene diabetes, y extraña mucho a mi mamá.
Pero... ¿saben qué? Mi papá me rompió el corazón. Cuando tenía 21 años lo descubrí en la calle, en su carro, con otra mujer. Recuerdo que yo estaba en un parque, y él hizo alto frente a mí; en su carro la vi a ella, y me parecieron raras la hora y la mujer, así que llame a mi mamá enseguida para preguntarle si mi papá llevaba a mi sobrina en el carro. Me respondió que no, y al describirle a la persona la escuché gritar renegando, enojada. Cuando llegué a casa y le expliqué lo que había visto, me dijo muchas cosas feas de él, que aunque estaba viejo no cambiaba. Llegó él, y después de comer los escuché discutir en su recámara. 
Esa misma tarde me topé con él en la sala, y me dijo en un tono muy serio y enojado “tú no tienes por qué meterte en nuestras cosas, llevamos muchos años de matrimonio como para que andes diciendo cosas”. Recuerdo que sentí una explosión en mi corazón, y mi mente estaba súper enojada. Todavía que lo vi, se molestó porque lo acusé. No sabía qué hacer, y se me ocurrió ir a buscar a la comadre mi mamá, de sus mejores amigas. Cuando le conté lo que había pasado me dijo que ya sabía, y me contó que a cada rato veía a mi papá con mujeres en la calle, en carretas de mariscos, de la mano, etcétera. Me decepcione todavía más, y le cuestioné por qué si era amiga de mi mamá no le decía. “Esos son sus problemas, no míos, yo no digo nada”, fue su respuesta. Duré varios días deprimida, evitando ver a mi papá en casa, e incluso le dije a mi mamá que me quería ir de ahí. Ella intentó hablar conmigo junto con uno de mis hermanos, y yo le dije que no quería verlo, y le cuestioné por qué no se separaba de él, que cómo podía aguantar eso. Ella me respondió a que siempre había sido así, que así lo conocía de toda la vida, y que no podía dejarlo porque era su compañera de vida, que ella no soportaría verlo mal sin ella (¡jamás pensó que otra podía también cuidarlo!). 
Decidí quedarme por los dos años que me restaban de carrera, y esos dos años estuve sin hablarle, sin mirarlo a la cara, sin abrazo de Navidad ni de cumple, eramos dos extraños. Llegó un momento en el que le volví a hablar, cosas básicas, “pásame esto”, “te llaman por teléfono”... recuerdo que sus ojos se iluminaron como hasta el día de hoy. 
Sé que soy la favorita y le pesó mi distancia, pero también debe entender que yo no soy una mujer bajo sus creencias, hábitos o “escuela”. Sí lo amo, pero hace mucho que mis ojos lo ven de forma distinta. Aun así siempre le voy a desear un feliz Día del Padre, porque en todo este tiempo a su manera me ha amado.
Quizás lo más difícil para mí fue admitir que no era el padre ejemplar, pero ¿quién sí lo es?
No se pierdan la siguiente semana el Vol. 2, en el que presentaré a los padres que están en mi entorno. Amen mucho. 

¡Besos con labios rojos!
 

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