Vida

Machismo y “quimiofobia”

Especialistas advierten sobre los factores culturales que influyen en que los hombres rechacen ciertos medicamentos y procedimientos
miércoles, 18 de enero de 2023 · 01:00

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Aunque el cáncer de próstata, primera causa de muerte por tumores malignos en hombres, es curable si se diagnostica a tiempo, temor y prejuicios en torno a la revisión y al tratamiento mismo mantienen a los pacientes en riesgo. 
Hombres que evitan acudir a consulta con el especialista y a realizarse algo tan simple como una prueba de sangre, conocida como Antígeno Prostático Específico (PSA, por sus siglas en inglés), por miedo a que con esto se les encuentre la enfermedad, o incluso a que se les practique un examen de tacto rectal para confirmarlo.  
“Es el temor, sí, de los pacientes primero a: ‘No vaya a ser cáncer, mejor no me lo hago’. Y ya una vez que el antígeno salió elevado, pues el temor de ir al médico y ser sometido a una exploración rectal para tocar la próstata, y eventualmente tomar biopsia de ahí”, cuenta en entrevista remota el médico oncólogo José Aurelio Athié Rubio.  
“Nos enfrentamos a un tema cultural de machismo, del entendimiento de la masculinidad. Y esas conversaciones no son fáciles”, dice, a su vez, Leticia Aguiar, representante de la Alianza Uniendo Fuerzas Contra el Cáncer de Próstata. 
Más aún, una vez diagnosticados, algunos de estos pacientes pueden negarse a ser tratados, quizás por la denominada “quimiofobia”, que si bien estrictamente refiere el rechazo a cualquier tipo de químico -“hay personas que ni aspirina quieren tomar por temor”, ejemplifica Athié Rubio-, en este caso alude a la aversión hacia la quimioterapia. 
“Es un temor que viene de tratamientos de hace 20, 15 años, o de películas que ven los pacientes, en donde ven el efecto de la quimioterapia”, considera el especialista en oncología quirúrgica del hospital Médica Sur. 
“Pero yo te puedo decir que, actualmente, hay medicamentos complementarios que quitan estos efectos adversos”, agrega, en referencia a fármacos que ayudan a la recuperación de la médula ósea, por ejemplo.

HAY OTRAS OPCIONES
Antes de recurrir a la quimioterapia, existe toda una serie de opciones terapéuticas contra este tipo de cáncer, incluida la cirugía complementada con radioterapia, o la terapia hormonal. Esta última consiste en el uso de bloqueadores hormonales contra la testosterona, de la cual se nutren las células prostáticas. 
“Estas células tienen receptores androgénicos para la testosterona; entonces, yo ocupo ese receptor o lo bloqueo, y la célula ya no tiene forma de continuar viviendo. y muere. Pero hay un grupo de células que se vuelven resistentes, como las bacterias que se vuelven resistentes a los antibióticos”, detalla Athié Rubio, explicando que ello se debe a una mutación de la célula neoplásica. 
“La única forma de poder tratar a este grupo de células es ya no bloqueando el receptor, porque mutó y ya no responde, sino destruyendo estas células. Y la única opción que tenemos para hacerlo es la quimioterapia a nivel sistémico”. continúa. “La quimio destruye estas células que se dividen muy rápidamente, pero también tiene cierta destrucción de células normales, que es el gran temor de las personas”. 
Para pacientes cuyas condiciones no ameritan la quimioterapia, opciones como la cirugía o la terapia hormonal igualmente conllevan efectos -como una andropausia severa- que, con tal de evitar, terminan por alejarlos del consultorio y sus pronósticos pueden empeorar. 
“A menos testosterona, disminuye la líbido o de plano hay un tema de disfunción eréctil; y en el caso de la cirugía, como la próstata está tan cerca del aparato urinario, a veces hay problemas de incontinencia. Los pacientes escuchan esta información y es: ‘O me voy a quedar impotente o voy a tener que estar usando pañal’”, expone Aguiar, también coordinadora del Movimiento Latinoamericano contra el Cáncer de Próstata (Molacap). 
“Ahí es cuando prefieren no someterse a un tratamiento o lo retrasan, o a veces no hay esta adhesión al tratamiento para terminar por completo, y es cuando el cáncer avanza, lamentablemente”, agrega. “Después, cuando ya no queda de otra más que seguir el tratamiento, ya es demasiado tarde”. 
En contraste, Athié Rubio recuerda el caso de un paciente con metástasis óseas en la columna y con mucho, mucho dolor, a quien se le administró radioterapia y bloqueadores hormonales, con lo cual el malestar comenzó a disminuir. 
“Pero a los dos meses volvió a progresar, se volvió a ver en las radiografías imágenes destructivas del hueso, con riesgo de fractura, y con un antígeno prostático que en lugar de ir bajando iba subiendo”, rememora el médico oncólogo. 
“Claramente lo que vimos era un tumor hormonorresistente, y aunque le dimos paliación con radioterapia, definimos que debería de recibir quimioterapia, un tratamiento sistémico. Se le dio, y más o menos a los tres meses el antígeno prostático comenzó a disminuir; los efectos adversos no eran tan importantes como el dolor y la debilidad que sentía”. 
Con la disminución del dolor y hasta el apetito recuperado, el paciente se motivó y continuó con los ciclos de quimioterapia marcados en las guías internacionales; “créeme que las dosis de antieméticos (fármacos contra el vómito) y antidiarreicos disminuyeron”, celebra Athié Rubio. 

LA CLAVE: COMUNICACIÓN
Para el experto, si se quiere vencer la “quimiofobia” y cualquier rechazo a los tratamientos, resulta de gran importancia la comunicación del médico tanto con el paciente como con sus familiares, particularmente para gestionar la incertidumbre. 
“El paciente tiene mucho temor porque no sabe qué tanto más va a vivir, no sabe si va a vomitar mucho, si va a tener mucha diarrea o si va a necesitar transfusiones. La clave aquí es hablar con la familia, que son los que sostienen mucho al paciente; hemos olvidado estar muy cerca de la familia, que son el factor de éxito o de fracaso”, estima.
“Normalmente, son las esposas, las hijas, los hijos, los que empujan al paciente a que vaya y busque atención. Evidentemente, este apoyo, este acompañamiento emocional y también de no sentirse juzgado ni que son menos persona de lo que eran es vital”, resalta la coordinadora de Molacap, en cuyo sitio en línea -www.molacap.org- hay varias guías de descarga gratuita.
Sobre todo, Aguiar sugiere dejar atrás los tabús y prejuicios machistas en torno a pruebas como el tacto rectal, que dura 15 segundos y permite a los médicos identificar un posible tumor maligno. Asimismo, tener un mayor sentido de autocuidado y responsabilidad con la propia salud, en lugar de relegar la atención médica hasta que ya es muy tarde. 
“Hace 20 años las mujeres no se hacían Papanicolau ni mastografías; ahora van a sus chequeos anuales para hacerlo. Eso es educación de pacientes”, enfatiza Athié Rubio. 
“Desafortunadamente, nosotros los hombres no hemos aprendido de eso. Por eso todavía las mujeres de nuestra casa, nuestra esposa, nuestra mamá, nuestra hermana, es la que nos lleva al médico para la próstata, no vamos solos. Es algo que tenemos que superar con los jóvenes”, exhorta. 

 
En números
+ 1 de cada 7 hombres desarrollarán cáncer de próstata en algún momento de su vida.
+ 70% de los casos se detectan en etapas avanzadas.
+ 7 mil hombres pierden la vida anualmente por esta causa.

 

Para estar alerta
Algunos síntomas de este cáncer son: 
*Al orinar:
+ Demora para comenzar
+ Esfuerzos al hacerlo
+ Disminución de la fuerza 
+ Incremento en la frecuencia (la vejiga no se vacía por completo) 
+ Presencia de sangre

*Dolor en:
+ Cadera
+ Columna vertebral
+ Costillas 

*Debilidad o adormecimiento en piernas y pies
*Pérdida de peso
*Disfunción eréctil

 

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