¡Yo Soy San Quintín!

lunes, 29 de agosto de 2016 · 00:00
Clásico mexicano

"Goool de las Chivas”, escuché, y aunque muchos saben que ni por asomo soy fanático del futbol, también saben que disfruto echar sal a la herida de uno que otro amigo americanista cuando ocurre lo que ocurrió en el más reciente "Clásico mexicano”. Lo mejor viene luego del partido, cuando el resultado es definitivo y determinante. Empieza el festín porque no se le puede llamar festejo a lo que generalmente ocurre después.
Y no importa quién haya ganado el partido, siempre que no queden empatados la euforia de los vencedores o mejor dicho, como decimos acá, los que "le van” al equipo que metió más goles se desborda, y desde que están vigentes las redes sociales en estos medios es entonces donde  instantáneamente inician las acciones favoritas de los mexicanos, por lo menos las que dejamos ver las generaciones contemporáneas. Estoy hablando del insano gusto que tenemos por hacer leña del árbol caído, de humillar al derrotado y de bailar zamba sobre el orgullo y dignidad del perdedor. Por la otra parte los caídos activan la defensa levantando un muro de excusas y culpas ajenas, que justifiquen la derrota. 
El ejemplo aplica en muchos aspectos de nuestra vida. Desde niños vemos esas actitudes en casi todas las personas a nuestro alrededor, y es que si en algo nos mostramos tal como somos es en la pasión por algún deporte. En nuestro país, obvio que el más popular es el futbol, nos guste o no, es el punto de coincidencia al margen de religiones, partidos políticos, estratos sociales y otras características que nos dividen en otros planos. También esto permite dejar ver la mentalidad que desarrollamos haciéndola casi parte "sine qua non” de nuestra cultura.
Políticos, profesionistas, académicos, líderes, representantes, padres, maestros, etcétera, casi por regla exaltamos los aspectos negativos de los adversarios para no comprometer el mérito o demérito propio si es que lo hay. No es costumbre reconocer las cualidades del que sobresalió más que nosotros, lo haya hecho legal, cabal y auténticamente o no. La receta universal es descalificar al del frente; nunca se es responsable de las derrotas, siempre encontramos la causa que las justifican y hacen a otros culpables.
Por desgracia, como en los clásicos mexicanos del futbol, afloramos los clásicos mexicanos con mentalidad perdedora e irresponsable, esa de los que nunca tienen la culpa y son los mejor portados tal cuales "querubines de mamá” víctimas de la sociedad, del gobierno, de la historia, de las circunstancias. Ojalá y algún día pueda felicitar a mis amigos porque ganó el equipo de su preferencia y hacerlo sin esas ganas de devaluar su triunfo, o le dé una palmada en el hombro y le diga, "buen juego”, tal vez la próxima vez sí ganen, y que él me responda: "Sí, ojalá, y la próxima vez mi equipo logre jugar mejor que el otro”. 
No importa que siga sin gustarme el futbol y deje de divertirme haciendo sufrir a mis amigos y verlos secar sus lágrimas… ¿Verdad, Chuy?

Por:  Jorge A. López

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