ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Tejiendo y moldeando el Patrimonio Biocultural Nativo

Por Dra. Claudia E. Delgado*
jueves, 21 de junio de 2018 · 00:00

De acuerdo con el Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo (IIED por sus siglas en inglés), el patrimonio biocultural puede definirse como un “sistema complejo de partes interdependientes centrado en la relación entre los pueblos indígenas y su entorno natural. Sus componentes incluyen recursos biológicos desde el nivel genético hasta el paisaje así como tradiciones de larga data, prácticas y conocimiento para la adaptación a los cambios ambientales y para el uso sustentable de la biodiversidad”. En México, la Red Temática sobre el Patrimonio Biocultural, reúne a una gran cantidad de interesados en el registro, investigación, conservación, defensa, protección e innovación de la diversidad biocultural del país, es decir, de los múltiples sistemas de conocimientos, prácticas y cosmovisiones que le dan sentido y contenido a las culturas primordialmente indígenas (aunque no exclusivamente). Corpus, praxis y cosmos, como los denomina Víctor Toledo, son los componentes que articulan un sistema biocultural y para el caso de diversos pueblos indígenas en el país, los agrosistemas han sido por mucho una de las más frecuentes concreciones de un sistema biocultural.

En el norte y particularmente en el noroeste, encontramos pueblos indígenas que si bien no desarrollaron sistemas agrícolas complejos, han tenido formas bastante complejas de adaptación a sus entornos a través del desplazamiento estacional, la caza, la recolección y la pesca. Aunque estos pueblos ahora ya se encuentran arraigados a territorios y comunidades que podríamos considerar “permanentes” (aunque vemos el desplazamiento forzado de miles de indígenas de sus comunidades), aún persisten en su memoria generacional sistemas bioculturales con componentes ancestrales, otros más recientes y otros francamente innovadores.

Ahora bien, una parte o un subsistema del complejo biocultural más amplio, puede verse en la elaboración artesanal indígena y me refiero específicamente, a aquella que muestra una relación estrecha y significativa entre los recursos que un territorio ofrece y los pobladores que en él habitan. Sin duda, los ejemplos más cercanos aunque por supuesto no los únicos, son aquellos que desarrollan los indígenas nativos kumiay así como también los pa ipai. La elaboración de cestas, canastas, charolas, broches y aretes de sauce, junco, pino y palma entre los kumiay de San José de la Zorra y La Huerta dan cuenta de la resistencia, la adaptación y la innovación biocultural; vemos el corpus en el conocimiento integral de cada planta utilizada para tejer y para teñir, la praxis en el tratamiento y la transformación de la planta en una pieza que puede llegar a ser considerada arte y el cosmos en el origen onírico de los diseños que aluden siempre a una interpretación simbólica de la biodiversidad: la serpiente, el venado, la mariposa.

En la alfarería pa ipai se integran tierra, aire, agua y fuego; la producción de ollas para frijoles, jarras, cantimploras, vasijas semilleras, aretes, collares y la famosa olla de dos bocas (asociada al matrimonio) elaboradas a partir de un conocimiento profundo del territorio y los elementos, es una actividad moldeada por las manos de mujeres pa ipai que caminan entre las grandes rocas y van formando paso a paso el paisaje de Santa Catarina. Vemos así como el territorio, la biodiversidad y las culturas no sólo van de la mano, son indisociables. Por tanto, los cantos tradicionales, las lenguas, las taxonomías indígenas, la medicina tradicional y por supuesto, las actividades económicas que sientan la base de la subsistencia de los pueblos kumiay, pa ipai, kiliwa y cucapá, forman parte de ese gran y complejo sistema que aquí denominamos Patrimonio Biocultural Nativo.

* Inv. EAHNM-INAH BC

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