La Maraña Cósmica

Quien maneja el agua, maneja la vida

Por Rolando Ísita Tornell*
lunes, 25 de junio de 2018 · 00:00

El agua es un asunto serio, estratégico. A lo largo de la última década diversos especialistas del mundo han analizado el tema del agua desde una perspectiva de interés nacional y geoestratégico de los países, han planteado inclusive escenarios de “guerras del agua”.

Durante la administración de Barak Obama, su secretaria de Estado, Hillary Clinton impulsó una evaluación de la seguridad mundial del agua, a través de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional del gobierno de Estados Unidos (ODNI), la primera en su tipo realizada por la comunidad de inteligencia estadounidense, según apuntó Peter Engelke, miembro de una consultoría estratégica en el diario The Angeles Times en marzo de 2016.

En esa evaluación se destacó que los desafíos globales del agua “contribuirán a la inestabilidad de Estados importantes para los intereses de la seguridad nacional de Estados Unidos y explicó, que la inestabilidad impulsada por el agua conduce al fracaso del Estado, impactos negativos en la producción de alimentos y el riesgo de que el terrorismo pueda militarizar el agua”, sin dejar de lado el riesgo de “guerras del agua”.

En México recién cobró relevancia el tema del agua debido a unos decretos de Enrique Peña Nieto percibidos como una privatización del agua; tirios y troyanos defendieron o atacaron si los firmó discretamente antes o mientras la selección mexicana de futbol jugaba contra Alemania, o que no fue una privatización sino una “levantada de veda”.

A fin de cuentas, ninguna de las decisiones tomadas por el Gobierno federal desde 1989 se ha llamado propiamente “privatización”, se han titulado con otros eufemismos, aunque en los hechos se ha tratado de privatizaciones o así las ha percibido la opinión pública.

La comunidad científica, a través de un comunicado de prensa de la Academia Mexicana de Ciencias difundido el 19 de junio, advierte que “más que la privatización, alarma el destino de las aguas nacionales” y, entre otros puntos explican que “lo que genera inconformidad son las facultades exclusivas del presidente de la República sin proporcionar estudios técnicos”.

Asimismo, destaca el comunicado que en caso de que el agua se concesione no se determina qué parte del volumen debe ser reservado con fines ecológicos, sobre todo en un contexto en el que Conagua es juez y parte, y el presidente el encargado de tomar las decisiones al respecto. De igual forma no hay una comprensión integral del ciclo del agua, del funcionamiento de los ríos ni de las cuencas hidrológicas sustentada en estudios científicos, tampoco se sabe cuál es el valor real de la extracción del líquido, ni son claros los balances para establecer la disponibilidad del agua de las cuencas, además de que debe considerarse que el recurso se mueve de una cuenca a otra.

Lo cierto es que le llamemos como le queramos llamar a los diez decretos sobre el agua firmados por Peña Nieto ante sí el 6 de junio, sin contrapeso ni discusión alguna, carente del respaldo ciudadano, ¡ni siquiera del Congreso!, sin fundamentos científicos, sin una visión estratégica de Estado, es una irresponsabilidad que el país y los mexicanos no nos merecemos. Quien maneja el agua, maneja la vida.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx
 

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