Silencio y soledad

jueves, 17 de julio de 2014 · 22:44
Motivada quizá por la edad, la mía y la de mis amigas, el tema de la vejez o madurez extrema, toco un tema que se presenta con mayor frecuencia. 
La enfermedad, la soledad y la muerte vienen a ser preocupaciones u ocupaciones de la mente a éstas alturas de la vida.
En momentos cuando la expectativa de vida ha aumentado tenemos como resultado que se vive actualmente más tiempo en la vejez que en décadas pasadas. Las mujeres brindadoras de cuidados, sobreviven mayoritariamente al compañero. Cuando la unión ha sido buena la pérdida del ser querido se torna en una herida que a veces no logra cicatrizar, otras veces, esa separación brinda una experiencia de liberación temporal a los muchos trabajos que un enfermo o un anciano requieren. De cualquier forma llega el momento de la soledad y el silencio en la vida de las mujeres viejas. El término en sí es algo que se evita pero la verdad es que esa es la descripción y definición más clara de la última etapa de la vida.
Poco a poco ha habido sensibilización al tema de la ancianidad. No me refiero al caso de incapacidad, abandono o enfermedad sino al caso en simple pero complejo en que los años convierten las actividades cotidianas en esfuerzos mayores. Es ahí cuando las soledades se vuelven dolorosas, la vida sigue, la persona mayor lo entiende, los hijos están en etapas de madurez en todos los ámbitos del quehacer social y humano: sus carreras están en su culminación, sus propios hijos se convierten en adultos independientes, buscan sus espacios para el retiro o el descanso. 
Los abuelos conscientes, independientes, sanos, solamente cargan el peso de los años y el tiempo haciendo nudos en sus huesos y en su piel pero sobre todo en su memoria, quedan en casas vacías y silenciosas, todo sobra: los utensilios de cocina, el comedor con las ocho sillas, habitaciones con camas sin calor, libros de escuela de varias disciplinas según las carreras de los hijos, fotos de amigos sin nombre ni fecha.
Hay recomendaciones de especialistas para sobrellevar esta etapa de la vida y para aportar calidad a sus días. Recomiendan un poco de ejercicio, mover el cuerpo, estirarse, caminar, leer o estar en contacto con algún amigo o amiga. 
En familia es importante traer a comentario el tema de la vejez propia y la necesidad de comprometerse genuinamente con un tiempo de fragilidad y vulnerabilidad en donde lo menos que se desea es "causar problemas”.
La mejor enseñanza es el ejemplo, como tratemos a nuestros viejos, con suerte, si lo hacemos bien, los que siguen nos tratarán igual.

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