Fácil de criticar

martes, 15 de julio de 2014 · 21:38
Como ciudadanos y como organizaciones muchas veces nos quejamos, nos molestamos por la actuación tan antidemocrática que se da al interior de las cámaras de senadores y de diputados, pero lo paradójico es que en algunas organizaciones de la sociedad civil que se quejan de ello al interior de las mismas no se vive la democracia, y un grupo de "notables” es el que decide y la asamblea anodina aprueba sin mayor interés.
Es un espectáculo triste ver a personas muy competentes profesionalmente y que, sin embargo, caen en el juego ya sea buscando un estatus social que no necesariamente se los da la organización, ya que su paso a veces es efímero y son los medios de comunicación quienes les dan juego dentro del entramado social.
En estas organizaciones también prevalece el amiguismo o los intereses de quienes las usan para promoverse a sí mismos, y en un descuido se convierten en la antítesis de lo que aparentan ser ante los ojos de los demás.
Toda organización que tiene una asamblea como la máxima autoridad, debieran ser escuelas de liderazgo, de democracia y de congruencia entre el decir y el hacer, ya que en el mundo real no son más que una pantomima de lo que deberían ser.
Una cosa muy distinta es la reunión de un grupo de amigos que de manera informal se reúne para convivir, ya sea a desayunar, comer o cenar etc., sin el mayor interés de trascender buscando un bien social.
Hay otras organizaciones intermedias que sí tienen muy bien definidos sus objetivos y van tras ellos para contribuir al bien común, y de esa manera enriquecen el tejido social y en los hechos la asamblea es la máxima autoridad y no un grupo de "notables” que mueven los hilos de las marionetas llamadas asambleas. 
Hay organizaciones que empiezan a funcionar sin tener claro el rumbo, pero a través del tiempo tienen la capacidad de madurar y alcanzar la calidad en sus propósitos; otras se quedan anquilosadas, dormidas en sus laureles sintiendo que son el ombligo de la sociedad.
Hay dentro de ellas persona muy valiosas, pero que siento no han hecho un alto en el camino para reflexionar dónde están parados, a dónde quieren llegar y cómo pueden enriquecer la estructura misma de la organización para sí tener la autoridad moral de externar criterios de crítica constructiva y no dejar que la rutina, la inercia o cualquier otra razón impida mejorar su misión y visión de futuro.
Hay que tener la madurez para la autocrítica hacia el interior para poder construir, ya que si a ésta no se le da cabida y no hay voluntad de cambio para mejorar, no habrá por lo tanto interés en saber cómo las ven desde afuera.
Las buenas organizaciones son necesarias en toda sociedad, hay que mejorarlas, no convertirlas en clubes de autoalabanzas y sí con la madurez para recibir la crítica que también venga desde afuera.

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